A poco más de 124 kilómetros de Bogotá, se encuentra uno de los dos centros de reproducción y adiestramiento canino del Ejército Nacional, en plena base de Tolemaida (la más importante del país), lugar donde el perro Wilson aprendió y perfeccionó sus habilidades hasta convertirse en un héroe nacional tras ser determinante para el hallazgo de los niños indígenas que duraron 40 días perdidos en la selva del Guaviare.
El concepto de un perro para el combate acá no existe. Estos canes son compañeros y muchos militares en el área de operaciones están dispuestos a apostar su vida a los talentos que día a día perfeccionan estos caninos en sus distintas especialidades: desminado humanitario, búsqueda y rescate, antiexplosivos, antinarcóticos, así como rastro e intervención.
En el caso de Wilson y Ulises, los perros que participaron en la Operación Esperanza para encontrar a los niños perdidos, son respectivamente caninos de rastro e intervención, y búsqueda y rescate. El entrenamiento de Ulises se centra en buscar personas en estructuras colapsadas, mientras que Wilson es capaz de rastrear a una persona con el olor de una de sus pertenencias e intervenirla en caso de ser necesario.
Vea la historia completa de Wilson y la escuela canina de Tolemaida:
En este centro de entrenamiento canino se encuentra la capitán María Camila Fernández, médica veterinaria del Batallón de Ingenieros Especiales, encargada de velar por la salud de estos caninos desde que nacen hasta que se hacen grandes. Una tarea que hace con todo el amor del mundo y en la que llegó a cruzarse con el propio Wilson.
“Es grato para mi ver que los perros han sido exitosos, como por ejemplo los perros que han cumplido misiones internacionales, los que hacen la labor de detección de minas o un perro como el que en este caso estuvo en una operación donde se buscan unos niños. Eso es grato, cuando los perros son llamados héroes de cuatro patas”, cuenta la capitán, mientras realiza una ecografía a Winsey, una labradora chocolate que dará luz a cerca de seis cachorros. Pequeñas semillas de héroes.
Wilson, el héroe juguetón
En el Ejército, por sus características, solo se crían dos razas de perros: labradores, generalmente empleados en labores donde se requiere una personalidad más dócil con la población civil; y pastores belga malinois, la raza de Wilson, que son perros que si bien son bastante sociables, tienden a ser mucho más enérgicos y ansiosos.
Cuenta la capitán que Wilson, el héroe que continúa perdido en el Guaviare, nació en el centro de reproducción canino de Chiquinquirá a finales de 2020 y siempre tuvo características que lo hicieron destacarse entre los demás. Entre ellas, la macha en el pecho y su personalidad.
“Es un perro que siempre fue activo, era un perro al que le gustaba mucho morder, no agresivamente sino por ansiedad. De ahí uno puede diferenciar para qué especialidad se puede inclinar, en este caso se entregó a la Escuela de Ingenieros Militares en enero de 2022, donde hizo un curso de rastro e intervención”, cuenta Fernández.
Una vez sucedió lo de los niños, recuerda que empezaron a investigar de qué perrito se trataba rastreando a su camada. Encontrarlo fue relativamente sencillo, ya que acá a los perritos se les llama de acuerdo precisamente a la letra que se le asigne a los nacimientos, razón por la cual los hermanos de Wilson también llevan nombres con W: Walter, Walker y Willy.
La escuela de héroes caninos
Luego de nacer, acá en Tolemaida los perritos pasan varios procesos para poder desarrollar sus habilidades. Son preparados a los pocos días de nacidos con pruebas de sensibilidad que les ayudan a desarrollar su olfato y sensaciones. De ahí en adelante, mientras van creciendo, pasan sus días jugando con los militares del centro de entrenamiento, pasando pistas de habilidades y aprendiendo a ser sociables.
Ya en la pista, lo cierto es que los obstáculos no están puestos al azar, pues cada uno de ellos está pensado para simular condiciones del territorio colombiano: túneles, oscuridad, zonas acuosas, tubos que podrían ser árboles de la selva, cadenas de botellas que simulan la maleza, obstáculos físicos que deben sortear a modo de laberinto, entre otros.
El proceso es el mismo que el de un recluta humano, con la diferencia de que para los perritos el premio de todo siempre es jugar con su pelota. Primero, hay una pista para pequeños, con obstáculos adecuados para sus patas y luego una para cuando son mayores, con una versión llevada al límite de los retos. La idea es que en el área de operaciones el canino no se detenga ante ninguna situación y sepa seguir adelante con su inteligencia.
“Esta es una pista de habilidades y destrezas en la que queremos mejorar las habilidades de nuestros cachorros con el objetivo de que se asemeje al área de operaciones o a la especialidad en la que se va a desempeñar nuestro cachorro (…) Nuestros cachorros no van a parar durante una caminata o durante el recorrido de una operación”, dijo a Kienyke.com el sargento segundo Jonathan Arcila, instructor canino en Tolemaida.
Al final, todo este entrenamiento y la confianza en los caninos es lo que mantiene la esperanza luego de la “Operación Esperanza”. Que Wilson no se detenga y logre sobrevivir, a pesar de las adversidades de la selva del Guaviare, y pueda regresar para seguir sirviendo al país de la mano con su guía canino. Que regrese por ese premio anhelado, que no es más que poder jugar con su pelota…como cuando era un cachorro.
“El trabaja sobre sus instintos, por lo tanto el va a buscar su alimento, su líquido, su protección y cubierto, pero en ningún momento el perro se va a quedar abandonado o llegar a una etapa de soledad en la que no va a hacer nada. Eso no nos va a pasar con nuestros cachorros”, finaliza el sargento Arcila.