
Desde su lanzamiento, Los Impresentables ha demostrado que la autenticidad, el humor y la conexión con la audiencia siguen siendo claves para el éxito en la radio.
Este proyecto, que nació casi como un experimento en la programación de Los40, se ha convertido en un fenómeno entre los oyentes jóvenes y una verdadera transformación personal y profesional para sus protagonistas: Roberto Cardona, director de la emisora, y Pipe Florez, talento emergente con una historia de vida llena de matices.
Roberto Cardona: de la estabilidad a la emoción de la victoria
Roberto Cardona no es un novato en la radio. Lleva más de 10 años en Los40 y ha visto pasar múltiples formatos, programas e intentos por conectar con las nuevas generaciones.
En entrevista con KienyKe.com, Cardona explicó que, durante años, sintió que estaba en un equipo grande, reconocido, “con muchos títulos”, pero que llevaba tiempo sin ser campeón. A pesar de haber tenido logros parciales, no había sentido el verdadero impacto de “ganar partidos”, es decir, lograr una conexión genuina con la audiencia.
Los Impresentables le cambió esa narrativa. Para él, ver que la gente se engancha con el contenido, lo escucha, lo comenta y lo hace parte de su rutina, representa una satisfacción enorme. “Empezar a ganar partidos y entender que la gente se está conectando con un producto me da una satisfacción personal gigante”, afirmó durante la charla.
Lo que más valora Roberto es cómo un grupo tan diverso logró sincronizarse en una misma página. “Tres personas con vidas completamente distintas que no se conocían antes, hicieron clic. Y aunque venimos de backgrounds diametralmente opuestos, hay una conversación y un tono que se mantiene”, dice, con orgullo. Para él, esa conexión entre los miembros del equipo —y con la audiencia— es el verdadero triunfo.
Pipe Florez: muchos trabajos antes de llegar a la radio
Pipe Florez, por su parte, representa la otra cara de Los Impresentables: la frescura, la cercanía y la capacidad de convertir lo cotidiano en contenido poderoso. Su historia personal es inspiradora. Antes de llegar a la radio, Pipe tuvo “diez mil trabajos”: fue vigilante, trabajó en una funeraria y pasó por distintas experiencias que, sin saberlo, le darían el material narrativo que hoy conecta con miles de oyentes.
Desde siempre tuvo una intención clara: hacer que la gente se riera, tuviera un buen día y disfrutara de su presencia, sin importar el oficio. “Cuando era vigilante, saludaba muy amablemente. Cuando trabajé en la funeraria… se reían poco, pero no molestaban mucho”, cuenta entre risas. Esa vocación por alegrar a los demás se convirtió en el eje de su participación en el programa.
Para Pipe, el mayor cambio que trajo Los Impresentables es haber encontrado un espacio donde sus historias de vida no solo tienen valor, sino que son celebradas por la audiencia. “Nunca creí que todas esas historias que hice durante mi vida iban a terminar siendo contadas aquí, y que muchas personas iban a terminar disfrutándolas también”, dice con emoción.
Un equipo con química y propósito
Uno de los ingredientes más poderosos del éxito del programa ha sido la química natural entre sus integrantes. Cardona, Florez, Valentina Taguado y su nueva integrante, Diana, una incorporación reciente han logrado establecer un tono único que, según ellos, ha empezado incluso a influenciar a la competencia. “La competencia se copia, también”, menciona Cardona, casi con picardía.
Esa sinergia no solo ha fortalecido al programa internamente, sino que ha generado un sentido de comunidad en los oyentes, quienes se ven reflejados en las historias, el humor y las reflexiones del equipo.
El futuro de Los Impresentables
Aunque todavía “no tienen la estrella” —como dice Roberto usando su metáfora futbolera—, están más cerca que nunca de conseguirla. Los Impresentables ha dejado de ser un experimento para consolidarse como un producto exitoso, auténtico y transformador, tanto para su audiencia como para sus creadores.
Roberto y Pipe hoy no solo comparten micrófono, comparten un propósito: hacer radio desde el corazón, con historias reales y con la intención de que cada oyente se vaya, al menos, con una sonrisa.