El testimonio de Gloria Isabel Díaz es desgarrador, su voz delata la angustia que ha vivido durante una semana en la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital San Blas en la ciudad de Bogotá.
“Me hubiera evitado todo lo que estoy enfrentando, tanto físicamente, como mentalmente. Me da impotencia, si me hubiera vacunado, no estaría en esta situación”, reconoce Gloria Isabel.
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Las obligaciones propias de la subsistencia le exigen estar en constante contacto con personas: viajar en transporte público, atender clientes, desplazarse de un lado a otro. En fin, prácticas muy riesgosas en el marco de una pandemia como la del covid-19.
A diario -y en condiciones normales-, se desplazaba desde la localidad de Rafael Uribe hasta la de Kennedy para atender su pequeño negocio de ropa para bebés. Atender y tener contacto con personas es su expertiz más preciada, de eso vive.
Paradójicamente su forma de sustento de vida, al parecer, la tiene hoy en una UCI. “Aunque trataba de estar desinfectando y todo, yo creería que fue en mi sitio de trabajo. Fueron varias personas las que no usaban tapabocas, uno puede utilizarlo, pero ellos no. Entonces lo más posible es que haya sido ahí porque yo en mi casa utilizo mucho el protocolo porque vivo con mis papás que son adultos mayores y mi hija”, asegura Gloria.
Sin embargo, aunque cumplía con los cuidados necesarios para impedir contagiarse con el virus, le faltó hacer efectivo un recurso primordial para resguardarse por completo: acceder a la vacuna.
Recibió llamadas, mensajes y alertas de la Secretaría de Salud de Bogotá, pero decidió hacer caso omiso a la convocatoria con la falsa ilusión que después, con más tiempo, accedería. Procrastinación, al fin y al cabo, un mal que aqueja a todos.
“Siempre tenía excusas: de tiempo, por cuestiones laborales, por no madrugar a hacer la fila”, señala la vendedora, hoy paciente, con una voz forzada que exhiben las secuelas del covid en su cuerpo.
Días después comenzó a percibir los síntomas más comunes del virus, decidió hacerse la prueba y le salió positiva, pero su angustia recién comenzaba. Al otro día tuvo que ser hospitalizada de urgencia. “Me hubiera vacunado para evitar todo lo que estoy sintiendo tanto físicamente en salud, impotencia y para no estar en esta situación”, reconoce Gloria, mientras está conectada a un aparato que le permite respirar con facilidad.
A pesar de los esfuerzos por no contagiar a su familia, finalmente su hija y su padre resultaron contagiados: “Yo creo que llevé el virus a mi casa. Mi papá y mi hija también resultaron positivos. Mi papá solo estuvo dos días en observación y ya está en la casa porque tenía el esquema completo de vacunación”.
La Gloria del pasado de haber recibido el consejo de la Gloria del presente, seguramente estaría contando otra historia. “Los síntomas no me hubieran dado fuertes y hubiera podido manejarlo de otra manera y mi vida no estaría en riesgo”, asegura.
Por último, hace un llamado para que las personas accedan a vacunarse sin excusas y pretextos. “No hay excusa, hay que vacunarse. La vacuna que llegue, si es de una o de dos dosis, no importa va a ser efectiva y va a ayudar”.
Los profesionales de la salud señalan que el panorama actual, en el marco de la vacunación, es muy alentador comparado con otros meses. No obstante, advierten que quienes últimamente han tenido que ser internados en una UCI son, en su gran mayoría, personas no vacunadas.
“La vacunación ha tenido un impacto muy grande. En estos momentos contamos con disponibilidad de camas en nuestras unidades, pero esto no significa que debamos bajar la guardia” afirmó la doctora Eliana Paola Parada, médica hospitalaria del Hospital San Blas.