El fútbol para las mujeres es más que un simple deporte, es también el reflejo de otro de los tantos espacios negados históricamente para ellas y por los que han tenido que sortear múltiples luchas.
Aunque haya una falsa creencia de que el fútbol femenino es cosa del presente, desde principios del siglo XX se encuentran indicios de una clara inclinación de las mujeres por este deporte en Inglaterra.
Sin embargo, a pesar de que esa ‘rebelión social’ comenzaba a llamar la atención de muchos, la forma de bloquear ese auge fue a través de la publicación de falsos estudios médicos con supuestos riesgos de salud para las mujeres que practicaban el fútbol. Incluso, hasta se afirmó que las dejaría infértiles.
En muchos países de Europa reinó la prohibición por ley de la práctica del fútbol para ellas a través de un refuerzo sobre los estereotipos con los que se les ha identificado históricamente: amas de casa, dedicadas a sus hijos y por “naturaleza” dedicadas a las actividades “blandas”.
La ley prohibicionista se mantuvo hasta 1970, mismo año en el que comenzaron a realizarse torneos femeninos no oficiales. Durante esos años el fútbol de las mujeres era legal, pero no institucionalizado ni reconocido.
Fue en 1988 cuando la FIFA organizó un torneo de prueba para verificar la “factibilidad”, este se realizó en China y fue todo un éxito, por lo que hasta en 1991, más de 60 años después del primer mundial masculino, se llevó a cabo la primera Copa del Mundo femenina con la “bendición” de la FIFA.
Para los dueños del fútbol no era suficiente con que las mujeres quisieran simplemente jugar, era necesario ver si era rentable, si era visto, si era arropado por los medios o por le menos atractivo. En fin, a la clase de evaluaciones a las que históricamente han estado expuestas sin considerar sus deseos y capacidades.
El fútbol femenino en Colombia
En cambio, en Colombia no fue necesaria una ley para prohibir esta práctica, y no a razón de un pensamiento más liberal, sino porque ni siquiera era reconocido que las mujeres patearan un balón. No existía, no era normal y mucho menos aceptable.
No lo permitió tampoco la ley que estableció la materia de Educación Física como obligatoria en los colegios en 1910, para ese entonces a las mujeres se les permitía jugar solamente baloncesto, por considerarse un deporte con menos contacto físico.
La División Aficionada del Fútbol Colombiano (Difútbol) fue el único organismo que puso foco en el deseo de las mujeres por el fútbol, en 1991 comienza a organizar torneos para mujeres, producto de la resistencia de la década de los ´80, eso sí, a riesgo de ser despreciadas y llamadas “marimachas”.
Esa resistencia y rebelión ante el sistema permitió que el país tuviera su primera selección femenina en el suramericano de 1998 jugado en Mar del Plata, pero no todo fue color de rosa, allí las mujeres cayeron derrotadas por 12 a 1 ante Brasil y fueron eliminadas en la primera ronda, un golpe, seguramente, aprovechado por muchos para deslegitimar el juego de las mujeres y reafirmar sus estereotipos.
Pero cinco años después, las mujeres sacaron a relucir su espíritu de lucha y se ubicaron en el tercer lugar del suramericano goleando a Venezuela 8 a 0.
Sumado a eso, en 2010 y 2014 la selección femenina logró coronarse subcampeona de la Copa América, hitos que por fin convencieron a los dirigentes hombres del fútbol profesional colombiano para crear una liga femenina oficial.
Esto se logró en 2017, año en el que se realizó la primera liga femenina en Colombia, con la participación de 18 equipos, siendo Independiente Santa Fe el primer campeón.
Los años siguientes no fueron ajenos a las luchas de antaño de las mujeres, muchos de los torneos estuvieron a punto de cancelarse y otros se hicieron en tiempo record por falta de financiación. Incluso las jugadoras de la selección mayor alertaron sobre la posibilidad de que el torneo no se realizara en 2021.
Aun así, a pesar de las luchas, las mujeres han sabido labrar su camino espinoso en el fútbol. No solo juegan contra la falta de apoyo, sino también se enfrentan al rechazó social de siglos pasados que sigue en vigente. Algunas de ellas ya están en la elite del fútbol europeo y no se detendrán hasta conseguir el mismo reconocimiento que tiene el fútbol masculino.