En 1974, el poeta y músico estadounidense Gil Scott-Heron dejaría una frase aún vigente: "La revolución no será televisada". Lo que este pionero del rap quería decirnos es que quedarse sentado en el sillón no sería una alternativa ante la pérdida de derechos y el avance de la pobreza. Ni en Estados Unidos… ni en Colombia.
Años más tarde, los teléfonos móviles nos enseñaron que parte de esa revolución sí sería televisada, incluso esas imágenes se volverían fundamentales para arrancar a las personas de su sillón.
Lo sabe Alejandro Pinzón, un estudiante de mecánica de 21 años que, como muchos colombianos y colombianas, salió a la calle con su historia a cuestas para intentar cambiarla.
En su marcha se topó con la imagen que acompaña este artículo: una redada del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) en la estación Las Aguas, a metros del Parque de los Periodistas "Gabriel García Márquez", en pleno centro de Bogotá.
"Nos atacan con dos tanquetas, pero estamos firmes", se alcanza a escuchar la voz de Alejandro.
Cuenta que fue acorralado por los agentes junto al grupo que integraba, en un enfrentamiento que dañó a la primera línea de personas, que oficiaron de barrera obligada ante los gases lacrimógenos.
La violencia empleada por la policía colombiana, que también se valió de bombas aturdidoras y balas de goma, solo tiene como antecedente las movilizaciones de noviembre de 2019.
De hecho, él mismo recibió un impacto en la espalda, dos en la nalga derecha y otro en la pierna derecha, antes de llegar a la Plaza Bolívar y sumarse al resto de los manifestantes.
Instrucción e información
"Salí a manifestarme porque tengo una hermana pequeña, de un año, que no quiero que viva que viva las mismas situaciones que me ha tocado vivir, tengo a mi mamá que hace parte del cuerpo de salud, es radióloga, soy estudiante de mecánica y también porque la generación de ahorita no come cuento, nos instruimos muy bien", afirma Alejandro, como parte de las imágenes que retrata.
El joven no entiende por qué un congresista gana más de 20 veces el salario mínimo colombiano y aún "dice descaradamente en medios de comunicación que el sueldo no le alcanza".
Tampoco quiere ver más al cuerpo de salud que da pelea a la pandemia de covid-19 trabajando en sobre turnos, trasnochando y dando su vida por la salud pública, cobrando su salario con hasta dos meses de atraso.
"El sistema de salud público es bastante mediocre", agrega, "a veces hay que hacer colas de dos o tres horas en las emergencias con personas que se están muriendo y muchas veces el cuerpo de salud tiene que dejar morir personas desangradas porque no tienen los recursos".
Alejandro ya no quiere invertir cuatro salarios enteros para pagar seis meses de su universidad.
"Es triste ver que constitucionalmente el derecho a la salud y a la educación son fundamentales en Colombia y los quieren privatizar por completo. Aquí en todas las universidades hay que pagar y es triste ver a estudiantes de Medicina que no puedan acceder a laboratorios de calidad para realizar sus prácticas, ni siquiera pagando", ilustra.
Para Alejandro, esta situación no se arregla con un cambio de presidente y entiende que es muy parecida a la que vive Chile.
"Venimos con un sistema de derecha y extrema derecha desde hace más de 20 años, desde antes de (César) Gaviria (1990-1994) y siempre se han visto las mismas cosas", reflexiona.
Advierte que en este caso "la gente ha empezado a cambiar y las nuevas generaciones se han preparado más. Los avances tecnológicos aumentan la probabilidad y posibilidad de que te informes de una mejor manera de las cosas que están sucediendo".
En pocas palabras, "la gente se está cansando" en Colombia y el mundo lo está viendo en prime time.