La cárcel La Picota de Bogotá es uno de los centros de reclusión más grandes de la capital del país, allí se alojan miles de personas que tienen cuentas pendientes con la justicia, sin embargo, los presos que allí habitan han reportado en varias ocasiones las condiciones a las que han sido sometidos.
En un ejercicio de inmersión periodística, Raúl Arévalo de Kienyke.com se sumerge en la cárcel La Picota para evidenciar de primera mano la Unidad de Tratamiento Especial (UTE), lo que los reclusos han denominado como el ‘pabellón del terror’.
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Este pabellón es uno de los más peligrosos de dicho centro de reclusión, así mismo, los propios internos también lo han llamado como el ‘pabellón del mal’, donde se evidencia el estado de mínimas condiciones de salubridad en un escalofriante recorrido por las frías celdas.
Uno de los funcionarios que trabajan en la prisión dieron detalles de la ubicación del pabellón que está catalogado como uno de los de máxima seguridad. El piso es el último de una de las torres de la cárcel.
Está a una distancia de 25 a 30 metros de altura, esto con el fin de evitar fugas o escapes ya que en este pabellón se mantiene a los presos “más agresivos”, según contó el entrevistado.
Horacio Bustamante, director de la cárcel La Picota contó que en ese pabellón hay incluso personas con enfermedades como VIH, quienes han intentado lanzar fluidos como sangre a los agentes de vigilancia, así mismo, han tratado de hacer daño a las autoridades con cuchillas de afeitar infectadas.
En este pabellón se mantienen presos que tienen condenas de entre 20, 30 y hasta 40 años, quienes han tenido que ser internados en celdas individuales por la protección de los otros reclusos y de los guardias que custodian.
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Las personas que se encuentran privadas de la libertad en este pabellón solo tienen 60 minutos al día para estar fuera de las celdas, donde las condiciones insalubres son denunciadas en repetidas ocasiones.
Las medidas de seguridad son extremas teniendo como factor latente la rivalidad entre los mismos presos y los constantes ataques contra los guardias que custodian el pabellón más peligroso de La Picota.
