De César Augusto Londoño pueden decirse muchas cosas y estar o no de acuerdo con sus opiniones es cuestión de gusto personal y preferencias temáticas. Pero hay algo innegable: hablando con él uno no se aburre. Y no es necesario hablar de fútbol. Esa no es excusa. Al haber estado por más de 40 años en el periodismo nacional, Londoño tiene tantas historias que le cuesta trabajo escoger una, pero fue la muerte de Jaime Garzón y la amistad que tuvo con él uno de los recuerdos que con mayor énfasis atesora en su memoria.
Recuerda el episodio que, en medio del luto por el asesinato de Garzón, le dio una recordación de la que todavía goza. Tras terminar una emisión de noticias justo después de la muerte del humorista, cerró con la icónica frase: “Hasta aquí los deportes, país de mierda”.
“Fue un momento muy dramático porque todos los que trabajamos con Garzón íbamos ese día para Radionet. Faltando quince minutos para las 6, ahí en la Esperanza con 42, lo vimos sobre el timón, muerto. Llegar a hacer un programa así era algo muy duro, dramático. Yamid Amat hizo todo el programa dedicado a él. Y todos los deportes fueron dedicados a Jaime, que tuvo muchos eventos relacionados con deportes. Y simplemente se me salió, pero cuando terminó el noticiero, en medio de la tristeza, pensé que me iban a echar porque estaba editorializando con una frase”.
Recuerda que su última conversación con el humorista fue un día antes. “Aprovéchenme porque no les voy a durar mucho, porque me van a matar”, les decía Garzón a sus amigos, que no creían.
Pero no le creían porque no querían verlo muerto, porque sabían que las amenazas en Colombia hay que tomárselas en serio. Londoño recuerda que fue amenazado en varias ocasiones durante la década de los 90 por estructuras narcotraficantes, que eran propietarios de algunos equipos de fútbol. Pablo Escobar, que llegó al Congreso, era la amenaza más temida por periodistas en Colombia.
Manizales, en el corazón de César Augusto
Manizales está en el presente, en la constitución humana de César Augusto Londoño. Las faldas, el estadio Palogrande, los barrios, el clima, el café, el Once Caldas, la radio, las calles extensas que atraviesan toda la ciudad, pasando por el centro, desembocando en Fundadores; la ceniza del volcán, los aromas, las cafeterías, las universidades. La capital de Caldas, que tantos periodistas le ha dado a Colombia, es un eje (cafetero) para entender al comentarista.
“Ser manizaleño es hacer parte de una cultura antioqueña, de una cultura paisa, que recorrió las montañas de Colombia y que dejó una estirpe de muchas cosas. Al menos en mi época, la gente era educada, solidaria, había emprendedores. Hacer una ciudad en una loma era una aventura y un atrevimiento único y exótico. Para atreverse a eso había que tener capacidad creativa, de decisión, de aventura y de decisión”