La fotografía de un aviso fijado en un poste cerca de la Universidad Tadeo Lozano, en el centro de Bogotá, llamó la atención de las redes y la prensa. En él se lee, en mayúsculas y negrita sostenida, la frase que nadie en Colombia quiere (pero tristemente está preparada para) escuchar: “Se venden vacunas”.
El cartel prometía que el anunciante tenía en su poder vacunas de las principales farmacéuticas que las han desarrollado, que no necesitaban refrigeración y que incluso el observador del letrero podría encontrar una “oportunidad de negocio”. Abajo del cartel aparecía el número 3574434801. Este número, si se llama desde Colombia, arroja una marcación incorrecta.
El aviso causó controversia e indignación y llegó hasta la mirada del Ministerio de Salud, que insistió en que las vacunas no están a la venta y que las personas deben ser cuidadosas de no caer en estafas que comprometan su salud.
Sin embargo, hubo un detalle que pocos notaron antes de compartir el aviso: una cuenta de Instagram con el usuario @maniatic.co. Al abrirla, uno se encuentra con una serie de reconstrucciones de logos icónicos en la cultura popular de Colombia y el mundo. Las imágenes son de corte satírico, político o simplemente gracioso.
También es posible que, si usted circulaba por las calles del norte de la Bogotá prepandémica, usted ya haya visto el trabajo de este artista visual en otros afiches o en vallas móviles. Esta es su historia.
Ejército de un solo hombre
El autor de esta pieza es publicista de profesión, aunque se reserva la universidad de la que es egresado. Eso sí, dice que la mayor parte del conocimiento que tiene sobre publicidad es empírico. Sus primeros años en el oficio transcurrieron con una agencia de publicidad propia, en la que él y otro compañero de carrera llegaron a manejar las comunicaciones de empresas de alto nivel, como centros comerciales y universidades de élite.
Tras interesarse en el cultural jamming, terminó vendiendo este valioso activo cuando estaba bien posicionado y se entregó a la parodia y el arte contestatario. Aunque varias de sus creaciones se exponen en la calle, como aquella del cartel de venta de vacunas, no se considera a sí mismo un artista urbano. Dice que toma distancia de ese término porque siente un profundo respeto hacia los que hacen graffiti, una expresión artística que a él le parece muy compleja.
En Maniatic.co, la cuenta de la que salió el polémico cartel que nos trajo a esta historia, trabaja sin ayudantes. La mayoría de los proyectos artísticos que tiene solo tienen fines contestatarios, pero hay uno con el que sí pone la comida en su mesa: Perreo Oficial. Si usted transitó por las calles del norte de Bogotá cuando la gente sí podía circular por ellas sin miedo a morir de covid-19, seguramente vio su trabajo en carteles publicitarios de fiestas de reguetón.
A través de la técnica de brandalismo, modificó logotipos y eslóganes de marcas muy reconocidas para orientarlos hacia las diversiones que ofrece el exquisito arte del perreo. Una de sus creaciones más populares es un mash-up que hizo del logo de la reconocida marca Colombina, que presenta a un hada sentada en una luna, y del eslogan “El sabor es infinito”. Así quedó.
El eslogan apareció en afiches publicitarios para fiestas y hasta se contrató una valla móvil que circuló por el norte de la capital, donde están las oficinas de las principales agencias de publicidad.
Dice que, para ese entonces, su cuenta de Instagram estaba vinculada a su número real de celular y consiguieron rastrearlo. “Colombina me mandó una carta diciéndome que si no bajaba la publicidad me metería en problemas legales con ellos. Fue una amenaza grande”. Eso sí, su arte dio pie para discusiones largas en las facultades de comunicaciones y publicidad de una ciudad llena de creativos, tanto hegemónicos como contestatarios.
Eso sí, él mismo dice que la jugada sí ha salido bien en ocasiones. Para una de las fiestas modificó el logo de Burger King y la empresa estuvo más que encantada con la idea. “Me llamaron y me dijeron ‘¡Está del p***s! ¿Qué hacemos, qué quieres?’ Les dije ‘quiero hamburguesas y coronas para ponerles a los invitados en la fiesta’. Entonces, a medianoche regalamos hamburguesas de Burger King calienticas, porque el sitio tenía cocina. La gente bailaba reguetón y comía hamburguesa”. Otras marcas también se tomaron bien su reinterpretación y lo apoyaron a su modo.
El origen del brandalismo
En los años 50 surgió la Internacional Letrista, un grupo de intelectuales de inclinación artística y origen europeo que compartía ideas particulares sobre la vida en las áreas urbanas. Uno de sus aportes a la cultura fue el concepto de ‘détournement’, la acción de tomar elementos fijos de la cultura popular y transformarlos para entregar mensajes de corte político o social.
Esa idea se relacionó estrechamente con la publicidad durante el resto del siglo XX y una de sus corrientes se llamó contrapublicidad. Se hizo aún más popular gracias a las críticas a la cultura popular y el concepto de la guerrilla de la comunicación, que usa las formas más inusuales para entregar un mensaje.
Finalmente, alcanzó su forma más evolucionada hasta ahora con el movimiento de brandalism (adaptado al español como ‘brandalismo’). El primer gran evento de brandalismo ocurrió en Inglaterra, durante los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Un grupo de 28 artistas instaló vallas parodiando marcas como Nike y McDonald's para crear conciencia sobre el impacto de las marcas en la vida cotidiana.
Otros grandes eventos de brandalismo han involucrado eventos como los incendios en los bosques de Australia y la Conferencia del Cambio Climático en París, en 2015. Fue este último evento el que llamó la atención de Marlon e inspiró gran parte de su arte.
Cachetada con guante blanco
El artista diseñó el cartel usando la estética clásica de los clasificados callejeros y él mismo fue a sacar las copias a una papelería cercana a la Tadeo, donde ha tenido la oportunidad de compartir lo que sabe en calidad de profesor, y pegó el aviso en el primer poste que encontró. No pensó que su boicot llegaría tan lejos como para volverse viral y ser desmentido por el mismo Ministerio de Salud; pero, en el fondo, cree que ese impacto tiene que ver con que todo el mundo ya espera ese final.
De todos modos, él lanzó una bola curva dentro del mismo clasificado: “ahí dice que no necesita refrigeración. Ahí le pongo como el chiste para que la gente las coja y tome conciencia”. Aún con ese detalle, más el teléfono con el indicativo extraño, algunos periodistas lo replicaron con el tono de indignación de quien ya esperaba ese desenlace sin leer con atención ni hacerse más preguntas.
Y es que él siente que lo raro sería que la comercialización ilegal no ocurriera. De hecho, considera que el país y sus administradores son así de predecibles. “Lo pensé y así lo escribí, o sea, sin tanta vaina. Me imaginaba al man de Sanandresito diciendo ‘¡tengo la vacuna, la vacuna, la vacuna!’ y que lo jalan a uno. Así me lo imagino porque eso se ve venir. Mira que en Argentina ya pasó, esos escándalos van a salir por todo lado. Toda la vida nos han dado full contenido para poder hacer boicot”.