“Yo perdono a quienes pusieron la mina, yo perdono a las Farc”, es como empieza el relato de Jovany Torres, un ex militar del Ejército Nacional, que en sus funciones como soldado profesional, pisó una mina antipersona que le quitó su pierna izquierda y la facultad de ver.
Aunque sus palabras sean difíciles de entender por las secuelas que le dejó, escuchando la historia de vida de Jovany, se comprende el porqué de su perdón sincero.
En esta nueva entrega del segundo capítulo de ‘Hijos de la Guerra’, Kienyke.com encontró en el municipio de Soacha, una historia que puede empezar siendo triste, pero que con el trasegar del relato, termina siendo valiente y esperanzadora, un ejemplo de superación.
Los sueños de servirle a la patria
Nuestra cita iniciaba en la Universidad Uniminuto, ubicada en el municipio de Soacha. Allí quedamos de encontrarnos con Jovany y su esposa para evidenciar un poco de su día a día, ya que él está estudiando un tecnólogo del Sena relacionado a la psicología organizacional. Cabe señalar que Jovany es psicólogo profesional, a pesar de las dificultades, logró graduarse en seis años.
Una vez en el lugar, llegamos antes de que saliera Jovany de la universidad y llegara la esposa. Sin conocer cómo era físicamente este ex militar, pudimos ver a lo lejos un hombre caminando con una muleta y la mirada hacia abajo. Inmediatamente se acercó una mujer con un bebé en brazos no mayor de cinco meses a esperarlo en la puerta.
Intuimos que eran las personas a quienes íbamos a entrevistar, estrechamos las manos y nos presentamos ante los dos, lo primero que hace Jovany es coger el niño y tocarle la cara suavemente, una caricia como tratando de sentirlo. Enseguida saluda a su esposa de beso en la boca.
“Vamos y agarramos el bus”, dice Jovany quien después de saludar y acariciar a su hijo por alrededor de 3 o 4 minutos, se lo entrega nuevamente a su esposa.
Tomamos un bus para Soacha San Nicolás, en el recorrido vimos lo complicado que es para Jovany como para su esposa llamada Angie Lorena, el tema de coordinación, de subirse al transporte, sentarse y demás. Esto lo hacen todos los días. Durante el viaje nuevamente el niño pasa a los brazos de Jovany quien lo consiente y juega con él. Le consultamos el nombre del infante y nos respondió:
“Se llama Ithan Anthuan Torres Tique”.
El trayecto duró entre 15 y 20 minutos, no es muy lejos, pero la casa queda ubicada en los últimos barrios casi saliendo de la ciudad, al lado colinda con el río Bogotá.
Al llegar a la propiedad, vimos que tiene tres pisos, Jovany nos aseguró que es de él y que siguen construyéndola, no han terminado.
Entramos y nos acomodamos, Lorena nos sirve un jugo de tomate de árbol e iniciamos nuestra entrevista.
Empezamos por preguntarle sobre sus inicios en el Ejército, incluso de si hizo su carrera en otro lugar que no fuera de Bogotá, ya que su acento era parecido al antioqueño.
“A mí no me gustaba el ejército. Le hacía el quite a prestar el servicio militar siempre, me escondía. Pero una vez, me encontraba en un pueblo llamado Paratebueno, me dirigía para Villavicencio, y en carretera pararon el bus un retén militar, bajaron a todas las personas y a los hombre jóvenes nos pedían la libreta. Evidentemente yo no la tenía y pues me subieron al camión que estaba al lado”.
Las famosas batidas del Ejército, era una práctica de reclutamiento militar que durante esta época en la que se vivía el conflicto armado de manera intensa, se realizaba en todo el país. Cabe señalar que de acuerdo a la Corte Constitucional esto era un modus operandi ilegal.
No obstante a Jovany lo llevaron al batallón de Villavicencio y tuvo que prestar por más de un año, el servicio militar. Era 2004 y tenía 21 años.
Vea la historia de Jovany, un exmilitar víctima de mina antipersona:
La decisión que cambiaría su vida
“Ya después de un año prestando el servicio militar, empiezo a tomarle cariño. Salgo y lo primero que hago es presentarme para hacer el curso como soldado profesional. Lo intenté dos veces y no me llamaron, tal vez la vida o Dios me estaban dando señales de lo que no es pa uno es por algo. Pero intenté una tercera vez y allí sí pasé”.
Después de pasar los papeles y realizar exámenes médicos, Jovany es trasladado para la Escuela de Soldados Profesionales ubicada en Tolemaida para prepararse. En su maleta iban los sueños de un joven que quería darle los mejores años de su vida a la patria. Su familia no estuvo muy de acuerdo pero respetaron su decisión.
“Cuando terminé de realizar el curso, me trasladaron al sur del Tolima, más exactamente al Cañón de las Hermosas. Era un batallón divisionario, contraguerrilla número 31. Nosotros como soldados profesionales vamos a donde están los grupos guerrilleros, en ese entonces en el área operaba el frente 21 de las Farc”.
Dar la vida por la patria
El Cañón de las Hermosas es bien conocido tanto para las Farc como para la Fuerza Pública, pues históricamente fue el lugar en el que varios de los comandantes más importantes de la guerrilla, se resguardaban. Pudimos establecer que en aquella época en la que Jovany fue trasladado, el cañón era custodiado por la insurgencia y el cabecilla más buscado era alias ‘Guillermo Cano’, uno de los líderes e ideólogos más importantes de las Farc.
“Todos los días había enfrentamientos, había mucha zozobra, era un área muy complicada; pero queríamos retomar el control del cañón. Nosotros estábamos preparados si es necesario dar la vida por la patria. Un día estábamos haciendo registro y control de área, llevábamos perdidos en la selva más de una semana, hasta que un día antes de mi accidente, logramos dar con la salida, llegamos a un campamento de la guerrilla en el que no había nadie", explica con voz baja Jovany quien añade:
"El día 7 de septiembre de 2009 a las 10:00 a.m. piso la mina. Me explotó muy cerca de la cara, no escuché la detonación, me cuentan fue que yo quedé inconsciente. El enfermero llegó a las 40 minutos, estaba muy adolorido, pues la mina me destrozo el músculo de la pierna izquierda. Quedé desarticulado de cadera, al explotar tan cerca de mi rostro tuve estallido ocular, perdí la visión; soy ciego total".
Desde que ocurre el accidente hasta que es llevado a un hospital de Bogotá, este exmilitar nos cuenta que pasaron cinco horas. Una hermana de él que se encontraba en la capital es informada y llega al lugar donde los médicos tratan de salvarle la vida; sin embargo, un doctor sale del consultorio y le informa a su familiar que Jovany está muerto, que hicieron todo lo posible pero no pudieron revivirlo.
La hermana escéptica de lo que le decían se aferraba a la fe: "Mi hermana pidió nuevamente un último intento de reanimación, volví a dar pulsaciones pero no me dieron mucho tiempo de vida. Duré un poco más de un mes en estado de coma".
Una segunda oportunidad y el amor de su vida
Ante esta nueva oportunidad que le daba la vida, Jovany empieza tratamientos por volver a su vida cotidiana, tratamientos de años en los que tiene que empezar a conocer nuevamente su cuerpo y acomodarse a él.
En el Ejército hay una serie de lazarillos, que son bachilleres que prestan su servicio a las personas que quedan minusválidas, fue a través de uno de los hombres que lo acompañaba en su día a día, que logró conocer el amor de su vida.
"El lazarillo que me ayudaba en ese entonces, una vez fue a visitarme con la hermana, evidentemente no la pude ver, pero yo le hacía la conversación. Empezamos como amigos y ya después yo le pedí que fuéramos novios", afirma Jovany.
Por su parte Lorena, acostumbraba a acompañar a su hermano a las labores de lazarillo, y aunque al principio le pareció una buena persona Jovany, con el tiempo se fue enamorando.
"Yo no me enamoré de su físico, yo vi en él un corazón muy grande, capaz de ayudar a cualquier persona con todo y sus limitaciones. Con el tiempo nos casamos, primero por lo civil y luego por la iglesia. llevamos 11 años de matrimonio y tenemos dos hijos, la niña que se llama Alannah Madeleyn que tiene cinco años y el niño que se llama Ithan Anthuan que tiene tres meses", explica Lorena, mientras ayuda a Jovany a quitarse la prótesis.
Un hombre que no tiene rencor y espera por una oportunidad
"Yo soy graduado de psicólogo, lo logré hacer en seis años porque lo que más se me complicó fue la tesis. Ya llevo un año de profesional, he tocado muchas puertas y no me han dado la oportunidad de ejercer. Varias veces me he presentado a entrevistas y al verme llegar no me dejan casi ni presentarme, me devuelven de una. No sé si sea que la gente no está preparada para que personas como yo también podamos surgir o tal vez no he tocado la puerta que debo tocar", se lamente Jovany, que en sus ojos se le ven un poco brillosos.
Con todo y sus dificultades, las cicatrices que le ha dejado la vida, la incapacidad de ver a sus hijos y esposa, Jovany nos sorprendió por su tranquilidad al consultarle si estaba de acuerdo con la paz.
"Yo estoy de acuerdo con la paz, yo no soy un hombre de rencor, yo perdono a quienes pusieron la mina, perdono a las Farc. Tal vez son cosas de la vida que uno necesita para retomar el rumbo. Sin ese accidente yo no hubiera conocido a mi esposa y no tendría este lindo hogar", finaliza.