El pasado 13 de noviembre de 2024, en el Congreso de Colombia, el representante Miguel Polo Polo generó polémica al criticar y sabotear una exposición en homenaje a las víctimas de "falsos positivos", organizada por el colectivo Madres de Falsos Positivos de Colombia (Mafapo) en la Plaza Núñez.
Polo Polo, en un video, calificó de exageración estas ejecuciones extrajudiciales y sugirió que el símbolo de las botas usadas en el homenaje debía “ir a la basura”, generando indignación entre las familias afectadas.
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Este comentario provocó un enfrentamiento con Ana Paéz, madre de una de las víctimas, y una acalorada discusión con el congresista David Racero, del Pacto Histórico, con quien estuvo cerca de llegar a los golpes. El incidente pone en manifiesto las tensiones persistentes en torno a los "falsos positivos" y las divisiones políticas que genera este oscuro capítulo de la historia del país.
¿Quién es Ana Páez, una de las madres de Soacha?
La historia de Ana Páez es una de lucha, resistencia y búsqueda de justicia. Madre de Eduardo Garzón Páez, uno de los jóvenes víctimas de los falsos positivos perpetrados por el Ejército Nacional en Colombia, su vida cambió de manera irreversible el 4 de marzo de 2008, cuando su hijo desapareció sin dejar rastro. Después de meses de incertidumbre y dolor, el 28 de agosto de ese mismo año, Ana encontró el cuerpo de su hijo en Cimitarra, Santander, en circunstancias que marcaron el inicio de su incansable lucha por la verdad.
Eduardo, quien había soñado con ser oficial en el Ejército, decidió cambiar su rumbo y estudiar derecho. Sin embargo, lo que parecía ser un futuro lleno de promesas terminó siendo trágicamente interrumpido por un destino cruel.
Ana recuerda cómo, al llegar a Cimitarra para reconocer el cuerpo de su hijo, las botas de Eduardo estaban puestas al revés, el camuflado sin sangre y la escena mostraba que no había señales de un combate real. "Vi sus entradas, su barbita tipo candado. Era mi hijo, sí era mi hijo", recuerda Ana. Su hijo, como muchos otros, fue presentado como guerrillero caído en combate, pero Ana no aceptó esa versión.
A través de un largo y doloroso proceso, Ana fue contactada por un periodista que le reveló que su hijo formaba parte de un patrón de desapariciones en Soacha. Fue allí donde comenzó a entender la magnitud de lo que había sucedido. Eduardo no había muerto en combate, sino que fue una víctima más de los falsos positivos, un crimen sistemático llevado a cabo por el Ejército Nacional para presentar civiles como guerrilleros caídos en combate.
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Ana, junto a otras madres como ella, empezó a luchar por justicia. Formó parte de Mafapo (Madres de los Falsos Positivos de Bogotá y Soacha), un colectivo que se unió para exigir la verdad detrás de las muertes de sus hijos. "Desde allí empezamos nuestra lucha de madres de Soacha", recuerda Ana.
A través de la Justicia Especial para la Paz (JEP), Ana descubrió que su hijo fue trasladado desde su hogar en Santa Isabel hasta Soacha, donde fue detenido y posteriormente asesinado. A pesar de los avances en las investigaciones, y de que varios responsables fueron capturados y luego liberados, la pregunta que sigue sin respuesta es: "¿Quién dio la orden?".
Hoy, Ana Páez sigue adelante con su vida, aunque la justicia aún es una deuda pendiente. Ha viajado por el mundo compartiendo su historia, ha cursado estudios universitarios y participa activamente en el Centro de Memoria Paz y Reconciliación, donde busca sanar sus heridas a través de actividades como el tejido. "Cada viernes, voy al Centro de Memoria y hago tejidos para curarme por dentro", expresa Ana.
A pesar de los episodios de amenazas y un atentado, Ana continúa su lucha por la verdad, el perdón y la justicia, un proceso que aún no ha terminado.
Su vida, marcada por la pérdida de su hijo y la constante búsqueda de justicia, es un testimonio de fortaleza y resistencia. La historia de Ana Páez es un recordatorio de las madres que, a pesar del dolor, siguen luchando por la verdad y por la memoria de sus hijos caídos. Como ella misma dice, "No sé porque termino volviendo donde empezó mi martirio", pero su lucha sigue viva.