Un enorme debate se ha generado en el mundo por cuenta de la cumbre climática COP 27 y lo que muchos han señalado como una de sus grandes ironías: que en el evento se hable de la necesidad de descarbonizar la economía y reducir considerablemente las emisiones innecesarias de CO2, mientras los líderes de las diferentes naciones asistentes tuvieron que llegar en jet privado (uno de los contaminantes más grandes) para cumplir con esta cita en Egipto.
En este marco las críticas han sido varias, incluso en Colombia, por cuenta de un pronunciamiento de Petro antes de montarse en el avión en el que aseguró que la “crisis climática es más costosa en medida que no se mitiga y la mitigación es dejar de emitir CO2, que son los gases que provienen del uso intensivo del carbón y los hidrocarburos en general”.
La manzana de la discordia fue que, acto seguido a sus palabras, el presidente procedió a montarse en un jet privado, que a son de hoy corresponde al mayor emisor de CO2 en el marco del transporte aéreo. Incluso por encima de los vuelos comerciales.
Este cuestionamiento por la contaminación de los jets de los mandatarios, se extendió prácticamente a todos y cada uno de los asistentes de la COP 27. Esto, en parte porque se calcula que una hora de vuelo de cada uno de los jets privados de los presidentes produciría cerca de dos toneladas de CO2 (aunque eso varía ligeramente dependiendo del modelo).
Eso quiere decir que, por ejemplo, un vuelo entre Bogotá y el Cairo, que en caso de ser directo cubriría una distancia de 11.160 kilómetros y demoraría un aproximado de 20 horas, produciría un estimado de 40 toneladas de CO2.
Solo para poner eso en una escala, según la Agencia Europea del Medio Ambiente, un avión comercial estándar emite unos 285 gramos de CO2 por pasajero y kilómetro recorrido. Suponiendo que se trata de un Airbus A330 a tope, con capacidad para 222 personas en clase económica y 30 en ejecutiva, el gasto total sería de un poco más de 801 toneladas para ese mismo vuelo entre Bogotá y la capital egipcia.
Sin embargo, en perspectiva, el gasto total por pasajero es apenas superior a las tres toneladas de CO2. Un cálculo que de hecho ha sido transversal en el debate sobre la necesidad de la sobreoferta de vuelos cortos con pocos pasajeros, por ejemplo en Europa. Aunque siguen siendo los vuelos internacionales los más contaminantes.
Aún así, esta no llega ni de cerca a ser equivalente a la contaminación generada por un jet privado. Celebrity jets, una página dedicada al rastreo de los vuelos de los famosos en Estados Unidos, evidenció esta situación y de hecho la hizo más alarmante con un trayecto del jet de Oprah Winfrey que emitió dos toneladas de CO2 en 17 minutos de vuelo.
Otro caso célebre fue el del astro futbolero Leo Messi, quien fue centro de críticas luego de que la organización ecologista Attac revelara que su avión privado realizó un total de 52 vuelos entre junio y agosto, emitiendo cerca de 1.502 toneladas de CO2. Una cantidad que de hecho, señalaron, no emite un ciudadano francés normal en 150 años.
Otro que también estuvo bajo críticas en el mundo del fútbol hace poco fue el equipo francés PSG, criticado por haber transportado a los miembros de su equipo desde París a Nantes en avión privado, cubriendo una ruta de apenas 385 kilómetros que en tren apenas hubiese rondado apenas las dos horas.
¿Cuánto CO2 producen otras modalidades de transporte?
De acuerdo con la Agencia Europea del Medio Ambiente, en perspectiva, el tren (o los modelos empleados en la UE) es el medio de transporte que menos CO2 emite, llegando a los 14 gramos por pasajero y kilómetro recorrido. A eso le sigue el bus, con 68 gramos/kilómetro; la moto, con 72 gramos/kilómetro y el carro, con 104 gramos/kilómetro.
Antes de los vuelos comerciales solo se ubican las van, que generarían unos 158 gramos por kilómetro y pasajero. Sin embargo, a todos los anteriores habría que aplicarles la relación de capacidad de personas, clasificación en la cual el tren resulta ser el más efectivo para movilizarse sin generar un impacto ambiental significativo.
También habría que sumarle a eso el transporte en barco, que le suma una buena cantidad en millones de toneladas emitidas de CO2 al planeta, liderando los portacontenedores, los barcos graneleros, los dedicados al transporte de petróleo, de vehículos, de metano y los buques de carga, entre otros. Quizá el caso más curioso en este sentido es el de los cruceros, quienes a pesar de tener una emisión total muy baja, son las naves con promedio de emisión más alta según Marine Benchmark.
Al final, un debate interesante que claramente implica una ironía para una COP 27 en la que se ha hablado mucho de la lucha contra el cambio climático y que, por ejemplo en el caso del presidente Gustavo Petro, ha estado muy encaminada a señalar con el dedo al consumo de petróleo como uno de los grandes culpables.
Sin embargo, hablar hoy de transporte para los principales mandatarios del mundo sin considerar un avión es por completo irreal, no solamente por el tema de la seguridad sino por las limitaciones geográficas y de tiempo. Un transporte constante en avión que en Colombia se explica por la falta de un sistema de transporte seguro y rápido que pueda servir de arteria para que un mandatario llegue de un punto a otro de la vasta geografía. Lo dicho: una discusión que se balancea entre el romance y una realidad que sigue siendo muy dependiente del petróleo.
