El anuncio de cese unilateral al fuego por parte del ELN deja opiniones divididas en medio del ambiente de paz propiciado por el inicio de negociaciones con el grupo guerrillero y la realidad del día a día de la guerra que continúa en el territorio con expresiones lamentables como el secuestro de un suboficial de la armada (que se presume en buen estado de salud).
Así lo dio a conocer el mismo ELN a través de un comunicado en el que aceptó tener en su poder al suboficial tercero naval, Camilo Andrés Córdoba, confirmando que el uniformado fue retenido el pasado 13 de diciembre “entre los caseríos de Santo Domingo y puerto Jordán, en el Tame” (departamento de Arauca).
“En los próximos días será liberado y cualquier intento de rescate por la fuerza que coloque en riesgo la vida del militar en mención, será responsabilidad del Estado colombiano y sus fuerzas militares”, señaló la guerrilla.
Ahora, apenas empezando la semana, el ELN anuncia finalmente un cese unilateral por cuenta de la temporada navideña, cesando todo combate con la fuerza pública (salvo casos de defensa) hasta el próximo 2 de enero de 2023. Aunque ello no descarta que se den enfrentamientos entre el ELN y otros grupos al margen de la ley.
“El ELN sigue comprometido en continuar aportando para crear un mejor ambiente de paz en estas fechas de navidad y año nuevo, por tanto, decretamos un cese al fuego unilateral a partir del 24 de diciembre del 2022 hasta el 2 de enero del 2023. Dicho cese al fuego solo cubre a las Fuerzas Militares y de Policía del Estado, nos reservamos el derecho de defendernos en caso de ser atacados”, fue el anuncio de la guerrilla.
Al final, todo esto queda enmarcado en medio de la petición de la Defensoría del Pueblo al ELN para que tuvieran “gestos genuinos” de paz tras la culminación del primer ciclo de conversaciones con el gobierno nacional. Una petición que se ha extendido desde numerosas fuerzas políticas que le han exigido a la guerrilla que corresponda con voluntades de paz al proceso iniciado, en el que muchos piden tarde o temprano un cese al fuego bilateral definitivo.
Sin embargo, lo cierto es que esa petición es bastante complicada en este momento, en el que varias comunidades del Chocó alertan por la incursión de grupos armados ilegales y el aumento de la violencia por los enfrentamientos entre el ELN y el Clan del Golfo. De hecho, en este departamento ampliamente golpeado por la guerra y donde operan estratégicos corredores del narcotráfico, a la par con los anuncios de paz llegaba el cese del paro armado que la guerrilla del ELN llevaba imponiendo desde hace varios días.
Esta decisión, se dio específicamente para los sectores del Medio Calima y San Juan, donde precisamente operarán los “alivios humanitarios” acordados en el primer ciclo de conversaciones entre el ELN y el Gobierno, con la idea de garantizar el regreso seguro de la población desplazada y poner fin a los confinamientos ilegales.
“Hay un acuerdo concertado con la delegación de paz del Eln de que habrá una intervención institucional, en la que jugará un rol todo el Estado colombiano. Habrá mecanismos con base en el Derecho Internacional Humanitario, que van a posibilitar que los retornos puedan ser durables, estables y eviten desplazamientos y confinamientos”, aseguró el alto comisionado para la paz, Danilo Rueda, citado por presidencia.
Sin embargo, desde numerosas instancias políticas se sigue solicitando que las voluntades de paz del Gobierno Nacional se ven correspondidas con acciones equitativas por parte del ELN, criticando la poca efectividad a largo plazo que trae un cese al fuego unilateral de apenas unos días.
Básicamente, lo que se pide desde esos escenarios son señales como un cese al fuego total, la liberación de todo secuestrado (y la finalización de esta práctica), así como por supuesto el fin de acciones victimizantes para la población como los asesinatos o los paros armados. Tan solo en la pasada jornada de paro, por ejemplo, unas 30 mil personas se vieron afectadas por los confinamientos.
Otro de estos casos que generó crítica fue que, casi a la par con los anuncios de paz, se dio la irrupción de un frente del ELN en medio de una celebración popular en Caldono, Cauca, donde hombres armados procedieron a requisar personas y patrullar las calles como si fuesen la autoridad. Algo que de hecho no es una novedad en la historia de la guerra en Colombia.
¿Qué dicen desde el Gobierno Nacional?
Desde el Gobierno Nacional siguen celebrando la decisión del ELN de terminar con el paro armado y decretar el cese al fuego por navidad. Sin embargo, esta es una victoria que hay que agarrar con pinzas y que incluso puede llegar a ser transitoria, cuando se tiene en cuenta la dinámica de la violencia en Colombia y el hecho de que las medidas por ahora siguen siendo transitorias.
El primer punto clave según fuentes del Ministerio de Defensa, tiene que ver con el tema de las economías ilegales, un obstáculo para la paz que desde el Gobierno Petro se pretende abordar con el ya conocido enfoque de perseguir a los dueños y grandes beneficiarios de estas estructuras. No al campesino cultivador o pequeño vendedor (aunque eso no extingue la labor de la Fuerza Pública en ese sentido).
Ahí también juega un papel importante la cantidad de hectáreas cultivadas de coca en el país, que en 2021 alcanzó cifras históricas con 204 mil ha según Naciones Unidas. Una cifra que se debate entre la presión social para ser reducida y la realidad de que, según indican, “la resiembra cuando hay erradicación forzada es del 62%”. Eso quiere decir, que una lucha a la fuerza como se ha venido haciendo seguiría siendo poco efectiva.
Así las cosas, señalan que habría que dirigir esfuerzos hacia la legalización, aunque ello no es una lucha fácil ni mucho menos de unos pocos meses. Además, en el corto plazo, la idea sería combatir a las grandes organizaciones de narcotráfico, enfocándose en reducir la capacidad operativa y militar de los objetivos de alto valor estratégico. Aplicar la técnica del “oxígeno y asfixia”: asfixia para los grandes narcos y oxígeno para los campesinos con vías, créditos, insumos, tierras productivas y demás.
Otro tema delicado para la consecución de esa paz total son las masacres, que en este 2022 ya van a superar las 94 y que junto al asesinato de líderes sociales le ha jugado en contra a los objetivos del Gobierno. En este sentido, todo parece indicar que esta administración espera delinear mucho más lo que engloba la palabra “masacre”, alineándose a la definición de Naciones Unidas que tiene que ver más con el asesinato en masa de civiles no combatientes por parte de grupos armados organizados.
Finalmente, respecto al tema del ELN, el Clan del Golfo y otros grupos armados organizados al márgen de la ley, una preocupación del Gobierno es la diferencia entre verdaderas condiciones de la seguridad en territorios como el Cauca y la paz relativa que proviene de un control territorial bien definido de estos grupos. Causa, entre otras cosas, de situaciones como la de Caldono con las patrullas del ELN o la libertad de dicha guerrilla para decretar y levantar paros armados en el Chocó. Señal también de una dificultad o imposibilidad del Estado para hacer presencia en el territorio.
Caso contrario el de otros territorios como el Chocó, donde la guerra abierta entre Clan del Golfo y ELN tiene asfixiada a la población, de por sí ya abandonada a su suerte por el poder centralista y en muchos casos sometida a la corrupción rampante de las autoridades locales. Allí no hay tregua ni cese al fuego.
Por su parte, desde la cartera de Defensa señalan que en este momento no existe orden alguna para reducir las operaciones militares, de hecho este es uno de los caminos para guiar a los distintos grupos hacia la paz total. Aunque, eso sí, se deja clara la prioridad de la vida: se usa fuerza letal cuando se deba usar y se procede a capturar siempre que se tenga la oportunidad.
En conclusión, un complejo panorama para la paz total en Colombia, que se ve entre los anuncios de esperanza y la realidad de una violencia que no cesa, aunque mejora en casos muy específicos como Buenaventura. Entre la alegría de la llegada de una política de paz y la tristeza de una violencia que sigue escribiendo parte de la historia del país.
