La entrega del informe final de la Comisión de la Verdad es un acontecimiento de gran trascendencia en el país, sobre todo por lo que representa una de las recolecciones más extensas de testimonios de víctimas del conflicto en Colombia, actores armados, miembros de las fuerzas militares y agentes del Estado. Sin embargo, todo parece indicar que a algunos, como a la escritora Carolina Sanín, le ha resultado molesta la música instrumental que sonó en varios momentos de la transmisión del evento.
En un principio, Sanín expresó su molestia porque la música folklórica utilizada para los espacios intermedios parecía dejar en segundo plano los gritos y expresiones del público. Un hecho que por cierto terminó molestando a muchos que pedían escuchar lo que las personas querían decir.
“Está realmente espantoso que pongan la música cuando alguien está gritando en la transmisión de la Comisión de la Verdad. No importa qué sea, ni qué inoportuno: queremos escucharlo. Para eso estamos aquí. ¡No sean inconscientes de lo que estamos haciendo!”, señaló la escritora a través de su Twitter.
No obstante, el tema lo llevó todavía más allá asegurando que era “increíble que a alguien se le haya ocurrido que este momento necesitaba aturdimiento, ambientación y esa cosa genérica horrenda que pusieron”. Un comentario que fue caldeando los ánimos en los comentarios, aunque en otros casos encontró eco.
Aún así, ahí no se detuvo el tema, sino que a causa de la lluvia de comentarios Carolina Sanín continuó hablando sobre la música del encuentro de la Comisión, esta vez compartiendo el trino de un periodista que tenía su misma posición y que calificó dicho instrumental como “banda sonora chabacana de acordeones y gaitas”.
De hecho, aquel hombre llamado Ramón Campos, opinó que la “insoportable” música no era mejor “porque la crearon las víctimas” e invitó a dejar de sacralizar todo lo relacionado con el folklore. “Vamos a gozar y sentirnos colombianos con esta ‘melodía de paz’ de acordeón y gaita. Tan original y autóctona, de la ‘Colombia profunda’, sufrida, dolida y folclórica. Si la guerra en Colombia fuera canción, sería esta, tan nuestra”, bromeó.
Sobre este mensaje, Carolina Sanín opinó: “Sí. Y ojalá los organizadores del evento se den cuenta de que esa compulsión a aturdir en todo momento y ese pavor al silencio es, precisamente, una raíz de la violencia”.
De acuerdo con la reconocida escritora, el haber puesto música en un momento en el que era meritorio el silencio fue una falta de respeto y aseguró que el miedo al silencio era precisamente una “enemistad del colombiano” que tiene su origen en la violencia.
“Y porque es medio folclor, entonces hay que tragarse una cosa silenciadora, aturdidora, fácil, horrible, cursi y simplista. Es una falta de respeto y una negación a entender de qué se trataba”, expresó Sanín en otro trino.
Así las cosas, en el fondo, lo que despertaron los comentarios de Carolina Sanín fue una auténtica conversación de una Colombia que hasta ahora empieza a autoreconocerse en su búsqueda de paz. Incluso la misma escritora reconoce que se trata del “evento más importante en años” y lo cierto es que no es para menos pues fue un encuentro en el que miles de colombianos se dieron cita para hablar del profundo dolor del conflicto.
Silencio, aunque pedido por Sanín y otras personas, lo cierto es que está lejos de ser la palabra que describe el momento. Mientras algunos defendieron la música puesta al ser la expresión de las víctimas, de esa Colombia olvidada, otros exigieron darle prioridad a las voces y gritos que en el fondo se escuchaban. Ruido, mucho ruido, de una Colombia que empieza a discutir sobre la crudeza de la guerra, de un país que busca que se escuchen sus gritos pero también sus instrumentos.