El joven Luigi Mangione se declaró hoy no culpable de los once cargos que se le imputan en un tribunal estatal de Manhattan (Nueva York), entre los que se incluyen los de asesinato y terrorismo, por el crimen contra el director ejecutivo (CEO) de la aseguradora UnitedHealthcare, Brian Thompson, el pasado 4 de diciembre.
La defensa de Mangione, el matrimonio de abogados conformado por Karen Friedman Agnifilo y Marc Agnifilo, aseguró al juez encargado Gregory Carro que les preocupa que su cliente, "un chico joven", no tenga "un juicio justo" y que está siendo tratado hasta el momento como "una pelota de ping-pong humana" y como "un desecho político" del que se están "aprovechando" las autoridades.
El juez Carro les respondió durante esta sesión formal para la lectura de cargos que se afanará en "la selección de un jurado" equilibrado, pero que no tiene "control de lo que ocurre de puertas para afuera del tribunal", en alusión a la tremenda repercusión mediática del caso.
El sospechoso de asesinar a Thompson -que llegó esposado peroluciendo buen aspecto y ataviado con un jersey de tono vino del que sobresalían los cuellos de una camisa blanca, un pantalón 'chino' beige y unas zapatillas de color naranja- tan solo intervino durante esta audiencia, que se prolongó unos 20 minutos, para declararse "no culpable".
Durante los últimos cinco minutos de la vista, sus abogados le mostraron varios documentos, entre los que se incluían fotografías, y recibió indicaciones sin puntualizar, negar con la cabeza o contradecirlos en ningún momento. Inmediatamente después, una decena de agentes de la policía de Nueva York lo custodiaron esposada para abandonar la sala.
A Mangione también se le acusa en Nueva York por la vía federal de cargos de terrorismo, asesinato, acoso y delito con armas de fuego, además de tener otra causa abierta en el estado de Pensilvania, donde fue detenido tras una fuga de cinco días con tintes cinematográficos.
Si bien Nueva York no aplica la pena de muerte, el Gobierno federal sí lo hace, de ahí la posibilidad de que reciba la pena capital; mientras que sus cargos estatales en Nueva York conllevarían una pena máxima de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. La Fiscalía no ha indicado aún si solicitarán la pena de muerte, y la decisión en última instancia tendría que ser aprobada por el Fiscal General de Estados Unidos.
Estos procesos discurren de forma paralela y se espera que el caso estatal llegue a juicio antes que el federal, mientras las distintas autoridades y tribunales aseguran que están trabajando coordinados para avanzar en los mismos.
Utilización política del caso
Por otra parte, en la sesión de hoy, Karen Friedman Agnifilo también criticó la "utilización" del caso de su defendido incluso por autoridades políticas como el alcalde de Nueva York, Eric Adams, que estuvo presente en la llegada de Mangione flanqueado por agentes a la corte de Manhattan el jueves.
"Fue la mayor caminata (custodiada por agentes) que he visto en toda mi carrera. ¿Qué hacía allí el alcalde de Nueva York? Estos paseos son inconstitucionales", aseveró la abogada.
La audiencia, para la que no se hizo pública la hora previamente, volvió a contar con un gran seguimiento por parte de la prensa, la sociedad civil y miembros del propio tribunal que colmaron los aproximadamente cien asientos de la sala.
La narrativa en redes sociales, con decenas de miles de personas considerando al joven una suerte de "héroe" contra la industria de las aseguradoras, y su atractivo físico, llevaron a que la inmensa mayoría de ciudadanos que decidieran asistir hoy a la sesión fueran mujeres por debajo de la treintena.
El interés despertado por el caso llevó a que incluso muchos de los presentes trataran de usar a hurtadillas sus teléfonos móviles para captar tan solo la apariencia de la sala antes de la llegada de Mangione, por lo que los seis agentes de la policía de Nueva York en el tribunal estuvieron a punto de expulsar de la sala a varios asistentes.
Fuera del tribunal, unas cincuenta personas portaban pancartas a favor de Mangione y mensajes contra la industria de las aseguradoras médicas estadounidenses, que desplegaban tras las decenas cámaras de televisión con emisiones en directo a las puertas de la corte.