El 'negocio familiar' que amenaza al gobierno de Bolsonaro por corrupción

Sáb, 29/08/2020 - 13:24
La esposa y el hijo mayor del presidente Bolsonaro tienen al gobierno envuelto en uno de los casos de corrupción más sonados desde su llegada al poder.
Créditos:
Palácio do Planalto de Brasilia, Brasil

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, visitaba una catedral en la capital hace algunos días cuando un periodista le lanzó una pregunta: “Presidente, ¿por qué su esposa recibió 16.000 dólares de un exasesor que está siendo investigado por corrupción?

La respuesta fue agresiva, incluso para un presidente conocido por descargar su ira contra periodistas y críticos.

Lo que me gustaría hacer”, le dijo Bolsonaro al reportero, “es reventarte la boca”.

En sus dos años como presidente, a medida que Bolsonaro y su círculo de confianza, incluyendo sus hijos, se han visto envueltos en un número cada vez mayor de investigaciones criminales y legislativas, el presidente ha arremetido contra reporteros, investigadores e incluso miembros de su propio gabinete que se han atrevido a llevarle la contraria.

Sin embargo, el caso que involucra al exasesor y confidente de la familia —el cual gira en torno al potencial robo de salarios del sector público— ha afectado de forma particular los nervios de Bolsonaro, al poner a su esposa y a su hijo mayor en el centro de una investigación por corrupción que se ha convertido en uno de sus obstáculos más grandes a nivel personal y político.

El creciente cúmulo de investigaciones en torno al presidente y su familia está poniendo a prueba la independencia y fortaleza del sistema judicial de una de las democracias más grandes del mundo que además es la mayor economía del hemisferio sur. Hace apenas unos pocos años, el poder judicial de Brasil obtuvo el reconocimiento internacional por apresar a poderosas autoridades y titanes empresariales en una cruzada anticorrupción que puso patas arriba a la clase política.

Ahora Bolsonaro, cuyo sorprendente ascenso de los márgenes de la extrema derecha en la política hasta la presidencia fue en gran parte impulsado por una promesa de erradicar la corrupción y el crimen, es acusado de socavar el estado de derecho, mientras que los escándalos se van acercando aún más al palacio presidencial.

Los expertos afirman que la evidencia que ha salido a la luz hasta el momento en el caso del exasesor, Fabrício Queiroz, sugiere que la familia Bolsonaro formó parte de una estratagema conocida como rachadinha, común en los niveles más bajos de la política en Brasil, la cual consiste en desviar dinero de los contribuyentes manteniendo empleados fantasmas en la nómina o contratando personas que aceptan darle una porción de su salario al jefe.

La sospecha es que esto fue un negocio familiar que duró muchos años y movió una gran cantidad de dinero”, afirmó Bruno Brandão, director ejecutivo de Transparencia Internacional en Brasil, sobre la corrupción que involucra al exasesor.

“Estas suposiciones son muy serias, corroboradas por evidencias sólidas, en una investigación basada en transacciones financieras sumamente irregulares”, agregó Brandão.

En documentos judiciales y filtraciones a la prensa, las autoridades han descrito sus sospechas de que, desde 2007, Queiroz ayudó al hijo mayor del presidente, Flávio Bolsonaro, a robar fondos públicos embolsándose parte de los salarios de las personas en su nómina cuando era diputado regional de Río de Janeiro. Flávio Bolsonaro fue electo al Senado Federal en 2018.

Entre 2011 y 2016, Queiroz canalizó miles de dólares a la esposa del presidente, Michelle Bolsonaro, en transacciones que ninguno de ellos ha podido explicar. Los fiscales también creen que los depósitos realizados al hijo del presidente podrían estar conectados con este tipo de corrupción.

Valiéndose de un amplio expediente de registros financieros, los investigadores están intentando determinar si el flujo irregular de dinero a una tienda de chocolates que Flávio Bolsonaro compró en 2015, y una serie de compras de inmuebles que realizó con dinero en efectivo, constituye lavado de dinero.

Por otro lado, un periódico brasileño reveló que una de las hijas de Queiroz, Nathália Queiroz, estuvo en la nómina de la antigua oficina de diputado federal del —ahora— presidente en Brasilia entre 2016 y 2018, aun cuando trabajaba como entrenadora personal en Río de Janeiro en aquel momento.

Registros bancarios obtenidos por los fiscales muestran que Queiroz realizó pagos mensuales al padre de ella que totalizaron miles de dólares entre 2017 y 2018.

El despacho del presidente se negó a comentar sobre el caso por parte de Jair Bolsonaro y su esposa. Michelle Bolsonaro conoció a su esposo en 2006 mientras trabajaba como secretaria en el Congreso. Cuando empezaron a salir se unió a su personal legislativo, lo cual triplicó su salario.

Paulo Emílio Catta Preta, un abogado que representa a Queiroz, afirmó que las transacciones que involucran a la familia Bolsonaro “no tienen absolutamente nada que ver con una presunta malversación de fondos”.

Otras investigaciones cercanas a Bolsonaro

Otro de los hijos del presidente, Carlos Bolsonaro, es investigado por cargos similares de desviar fondos públicos durante su tiempo como concejal de la Cámara Municipal de Río de Janeiro y por tener conexión con un caso sobre campañas de desinformación realizadas en línea.

Un tercer hijo, Eduardo Bolsonaro, también está involucrado en el caso de desinformación.

Al mismo tiempo que las investigaciones criminales y legislativas han involucrado a personas cercanas al presidente, su gobierno ha liderado o apoyado iniciativas que han debilitado el poder de los fiscales anticorrupción. Entre esas iniciativas se incluye dificultarle a los investigadores obtener registros bancarios para armar casos penales. Una nueva ley somete a los fiscales a castigos como multas y cargos criminales por conducta indebida.

Estas acciones contribuyeron a la salida dramática del miembro más popular del gabinete de Jair Bolsonaro, Sergio Moro, quien en abril acusó al presidente de estar buscando reemplazar al director general de la Policía Federal para proteger a sus amigos y familiares de las investigaciones penales.

Los investigadores están teniendo problemas para lograr más avances

La lucha contra la corrupción, la cual alguna vez detonó protestas masivas, ha perdido resonancia en un momento en el que Brasil enfrenta el hecho de tener el segundo mayor número de muertes por coronavirus del mundo, solo por detrás de Estados Unidos, y la crisis económica resultante.

El cambio del interés nacional ha permitido la restauración de un sistema tácito en el que jueces y políticos poderosos protegen mutuamente sus intereses, afirmó Carlos Fernando dos Santos Lima, un exfiscal que trabajó en algunas investigaciones políticamente explosivas.

Es un regreso a la vieja práctica política de escudarse en maniobras judiciales”, dijo. “En Brasil tenemos una república para los intocables y otra para el resto de la población”.

En ese contexto, los fiscales del caso han encontrado maneras de mantener la investigación vigente en la opinión pública, incluso a pesar de que Queiroz intentó permanecer oculto y la familia Bolsonaro minimizó su importancia.

En junio, investigadores armados con una orden de arresto para Queiroz, lo agarraron en una residencia de São Paulo que le pertenece a uno de los abogados de Bolsonaro, Frederick Wassef.

El arresto, que colmó las primeras páginas y los noticieros durante varios días, fue seguido por filtraciones a la prensa de que Queiroz le había canalizado a Michelle Bolsonaro mucho más dinero del que los investigadores habían divulgado en un inicio.

Eso puso en tela de juicio la explicación del presidente de que un solo pago revelado en 2018 se había realizado para saldar una deuda.

Por su parte, los analistas afirman que se desconoce cuán políticamente perjudicial será el caso para Bolsonaro a largo plazo. A pesar de su displicente manejo de la pandemia del coronavirus, que ha contribuido con la muerte de más de 118.000 brasileños, el presidente ha ampliado un poco su base de apoyo al brindarle ayuda de emergencia a millones de brasileños.

“La mayoría de los brasileños están pensando mucho más en su supervivencia que en asuntos políticos”, dijo Mauro Paulino, director de la encuestadora Datafolha. “Cuando la supervivencia es tu principal preocupación, la corrupción se convierte en un tema secundario”.

Por: Ernesto Londoño, Manuela Andreoni and Letícia Casado
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