Un argentino que fue internado en una clínica privada de Buenos Aires con síntomas compatibles con la enfermedad COVID-19 contó a Sputnik cómo decidió realizar una huelga de hambre para intimar al centro de salud a que le entregase los resultados de las pruebas, lo que ocurrió 11 días después de su ingreso.
"Me terminaron dando el resultado porque inicié una huelga de hambre durante un día y medio", contó a Sputnik este director y dramaturgo llamado Christian, quien prefirió guardar el anonimato.
El cineasta, de 44 años, llegó a Buenos Aires el pasado 28 de febrero tras permanecer más de un mes en Europa.
Su viaje, que lo llevó a visitar Valencia, Sevilla, Granada, Córdoba, Budapest, Viena y Hamburgo, concluyó en Madrid, donde permaneció unos días antes de emprender el regreso a la capital argentina.
"A la semana me despierto con algo de dolor de cuerpo y la garganta inflamada, y decido ir a una guardia más que nada porque había estado en contacto con familiares, gente mayor", explicó.
Christian se acercó hasta una clínica privada en el centro de la ciudad, el Sanatorio de la Providencia, donde quedó internado en base a un protocolo que en ese momento consideró "excesivo".
"Al no haber todavía mucha información, sentí que había mucho miedo por parte de los médicos y enfermeros", relató.
Tratado como un caso sospechoso de COVID-19, Christian fue aislado en una habitación a la que apenas entraron facultativos durante los 11 días que estuvo ingresado, aunque el dramaturgo dejó de tener síntomas un día después de haber sido ingresado.
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"En mi caso sentí que había muy poco nivel empático y eso lo constaté el primer día, cuando la doctora me dijo que estaba tomando el riesgo de contagiarse por entrar a verme, y que ella no había estado de vacaciones en Europa", relató.
Apenas fue ingresado, el cineasta fue sometido a un hisopado para averiguar en primer lugar si tenía gripe A e influenza.
Al día siguiente Christian recibió el informe en el que se descartaban ambas patologías, pero comenzó la espera para averiguar si estaba infectado con la nueva cepa de coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad COVID-19.
"Si te dan negativos esos estudios, ellos dan casi por hecho que tenés coronavirus, ya que estos virus no conviven", señaló.
Sin contacto
A su ingreso en el Sanatorio de la Providencia, el dramaturgo fue informado que los resultados del test del COVID-19 tardaban entre 24 y 48 horas.
En un comienzo, el personal de enfermería lo llamaba por teléfono "y me pedían que me tomara la temperatura, mientras que los médicos trataban de no ingresar", rememoró.
Pasaron los días sin que el hombre, aislado todo el tiempo en su habitación, supiera si estaba infectado con el nuevo coronavirus que había empezado a atemorizar al resto del mundo.
Las jornadas comenzaron a pesar en el paciente ante la necesidad "de contacto humano, que no necesariamente era de contacto físico", explicó.
"Al principio hacían que me escondiera en el baño para entregarme la comida; colocaban las viandas dentro de una bolsa en una bandejita de plástico, y a veces una salsa impregnaba el resto de los alimentos, así que podía llegar a ser un enchastre (todo sucio y mezclado)", recordó.
Las únicas personas que entraban casi todos los días en la habitación de Christian eran las dedicadas a la limpieza, pero se ataviaban con tantos elementos de protección "que parecían astronautas", contó.
"Entraban con botas, llevaban una ropa especial y arriba se colocaban un mameluco de otro material, como si fuese un piloto, además de una mascarilla, unas gafas de soldador, cofia y guantes, de modo que tenían todo el cuerpo tapado", describió.
En los últimos días de internación, el cineasta fue visitado por algunos médicos y enfermeros que lo auscultaban, controlaban la presión y el nivel de saturación de la sangre.
Durante aquel tiempo, llegó a conocimiento de Christian que la clínica había dado de alta a tres pacientes con COVID-19 para que continuaran el confinamiento en sus hogares: uno de ellos había ingresado un día antes que él, y los otros dos fueron internados durante la misma jornada.
Para el martes 17 de marzo, su doctora de cabecera le advirtió por teléfono que todavía no estaban los estudios y que se acercaba el fin de semana largo, por lo que las pruebas podían demorarse aún más.
"Ahí le dije que iba a arrancar una huelga de hambre, y entonces se puso la ropa que manda el protocolo y vino a verme para decirme que esa decisión no iba a ser beneficiosa para mi salud", reveló.
Al día siguiente, miércoles, "vino la doctora a la mañana a decirme que íbamos a tener que esperar un día más porque la persona que supervisaba en la computadora si los resultados estaban no había acudido ese día al centro clínico y nadie tenía la clave".
"'Cuánto les interesa que yo siga acá', respondí muy tranquilo; la doctora entonces se fue, y como parte de la estrategia que estaba siguiendo, empecé a gritar como un loco", confesó.
Horas después apareció el diagnóstico: era negativo en COVID-19.
"Cuando me dieron el alta la doctora me pidió disculpas, y me dijo que tardaron en procesar los primeros estudios, que los pacientes que ingresaron después que yo los tuvieron en 24 horas, y que habían aprendido conmigo de qué manera se podía hacer más rápido", recordó Christian.
Con el relato de su vivencia, este argentino pretende "generar conciencia a través de mi experiencia sobre la saturación y la falta de eficiencia en el sistema sanitario", observó.
"Tiene un costo el hecho de que [en el anterior Gobierno] hayan vaciado el Ministerio de Salud y lo convirtieran en una secretaría", observó.
Si bien el Gobierno de Alberto Fernández volvió a elevar a categoría de ministerio la cartera de Salud, el dramaturgo reconoció su temor de que el sistema sanitario colapse cuando aumenten de manera exponencial los casos.
"Si no nos cuidamos, puede ser terrible la experiencia en los lugares en donde están armando camas no hospitalarias", razonó.
El Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas Dr. Carlos Malbrán, único laboratorio de diagnóstico hasta que el 20 de marzo comenzó a descentralizarse el testeo de coronavirus, confirmó a Sputnik que tramita todas las muestras que le llegan cada día, y que suelen estar en el orden de las 300, aunque tendría capacidad para realizar más diagnósticos.
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El Malbrán, único laboratorio que reconoce la Organización Mundial de la Salud (OMS), aseguró que los resultados de las pruebas que realizan están disponibles a las 24 horas, y que solo una minoría tardan 48 horas.
Todas las muestras analizadas figuran en el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino (SISA), al que acceden "todos los clínicos para seguir el resultado de su paciente".
"Hasta ahora no llegan más muestras porque no hay más demanda, por eso se descentralizó el diagnóstico, para ver si eso agiliza el tema de la pronta respuesta", explicaron desde esta institución que durante la pandemia de gripe A (H1N1) de 2009 llegó a procesar hasta 1.000 muestras por día.
Argentina tiene hasta el momento 589 casos confirmados de COVID-19, de los cuales trece fallecieron.
La mayoría de los pacientes se infectaron en el exterior, aunque el Ministerio de Salud también detecta "transmisión local en conglomerados en las provincias de Santa Fe (centro-este), Córdoba (centro) y Tierra del Fuego (sur) y se identifica el inicio de transmisión comunitaria" en la jurisdicción de Chaco (norte) y en la zona metropolitana que abarca la ciudad y parte de la provincia de Buenos Aires.
Desde hace una semana rige en Argentina un confinamiento obligatorio dictado a través de un decreto de necesidad y urgencia por el presidente, Alberto Fernández, quien ordenó que la ciudadanía no salga de su casa excepto para necesidades esenciales hasta el próximo 31 de marzo.
El país sudamericano se encuentra en fase de prevención y mantiene al mismo tiempo estrategias de contención y mitigación de la mortalidad y la transmisión del virus.