La nueva ballena de Estados Unidos está al borde de la extinción

Mié, 10/03/2021 - 18:39
La ballena del golfo de México, como es conocida popularmente, tiene una población estimada de 50 ejemplares, todos en Estados Unidos. Estos son los factores que la amenaza.

Un día de enero, hace dos años, una ballena demacrada apareció muerta en Sandy Key, en el extremo sur del parque nacional de Everglades, en Florida. El macho de 11,5 metros de longitud tenía los largos surcos blancos en el cuello característicos de las ballenas barbadas, nada comunes en el golfo de México. Poco después, un equipo de biólogos se reunió para examinar a la ballena.

Durante la necropsia, se extrajo de la segunda cámara del estómago una pieza afilada de plástico rígido, un poco más grande que una tarjeta de crédito. Probablemente mientras se alimentaba cerca del fondo del océano, la ballena se tragó el fragmento, el cual perforó la pared de su estómago. No se encontraron otras heridas. El plástico había matado a esta ballena.

El ADN del animal coincidió con el de una pequeña población de ballenas en peligro de extinción que reside frente al mango de Florida, que se cree es una subespecie del rorcual de Bryde residente de las aguas cálidas de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico.

Los científicos del Servicio Nacional de Pesca Marina, que pertenece a la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, examinaron los huesos y, después de tomar medidas del cráneo y revisar los datos genéticos de otras ballenas similares, llegaron a una conclusión fascinante: estas ballenas del golfo no eran para nada una subespecie del rorcual de Bryde, sino una nueva especie única en el golfo de México.

Aquí estaba el “misterio de los misterios” de Darwin en acción: aparentemente, estas ballenas divergieron de otras ballenas barbadas debido a su largo aislamiento en el golfo. Con pocas oportunidades para el flujo de genes con otro tipo de ballenas, evolucionaron en su reclusión hasta convertirse en una especie independiente.

La especie que se describió recientemente, “Balaenoptera ricei”, es la única gran ballena que se cree se encuentra en las aguas de un solo país. Ha recibido varios nombres: rorcual de Rice, rorcual de Bryde, ballena del golfo de México. El mastozoólogo marino Peter Corkeron del Acuario de Nueva Inglaterra sugiere que la llamemos como lo que es: la ballena estadounidense.

También está en peligro crítico de extinción: con una población estimada de poco más de unas 50, todas en Estados Unidos, el destino de la ballena está completamente en manos de este país.

Esta ballena vivió alguna vez en las aguas altamente productivas de la región del delta de Misisipi y nadó a lo largo de las costas de Yucatán. Son los únicos cetáceos que se alimentan por filtración que se sabe habitan en la región durante todo el año. Capturan peces pequeños en el fondo del golfo con sus barbas en forma de peines. Las ballenas sobrevivientes tienden a ser solitarias y asustadizas y en su mayoría han permanecido agrupadas en su pequeño enclave del golfo. Se han reportado avistamientos muy al oeste, en Texas.

Sin embargo, es difícil sobrevivir y criar a tus especímenes más jóvenes en el golfo de México, uno de los mares más industrializados de la Tierra. La muerte viene en forma de barcos, plataformas petrolíferas y plástico. La ballena del golfo podría ser la primera ballena barbada en extinguirse desde que la ballena gris del Atlántico desapareció hace 300 años.

Cerca de 2000 plataformas de petróleo y gas y más de 32.000 kilómetros de oleoductos activos se encuentran en el golfo de México. Una de esas plataformas, la Deepwater Horizon, derramó un estimado de 795 millones de litros de petróleo en 2010, el mayor accidente de este tipo en Estados Unidos.

La gran mancha de petróleo cubrió aproximadamente la mitad del hábitat conocido de la ballena. Un modelo predictivo realizado por científicos estimó que casi una de cada cinco de estas ballenas del golfo murió en el acto; otro 18 por ciento experimentó efectos adversos para la salud, como enfermedades pulmonares y suprarrenales. Más de una quinta parte de las hembras podría haber sufrido problemas reproductivos.

La ballena fue clasificada como especie en peligro de extinción unos meses después del varamiento en Everglades. Afortunadamente, la zona rica en nutrientes alrededor del cañón de Soto, a 96 kilómetros de la costa noroeste de Florida, donde estas ballenas tienden a habitar, ha sido excluida de manera temporal de cualquier arrendamiento de actividad petrolera o gasística. Sin embargo, eso no excluye la exploración energética. Eso significa que los estudios sísmicos —en los que se utilizan armas de aire u otros dispositivos de sonido para mapear los depósitos de petróleo y gas— están permitidos en esta zona y en otros hábitats utilizados por las ballenas, con efectos que podrían ser devastadores para ellas, como la pérdida auditiva permanente. Chris Clark, científico de Cornell, ha descrito el paisaje sonoro de los océanos industrializados como un “infierno acústico”.

El transporte marítimo comercial también representa una amenaza. Cerca de la mitad de todo el tráfico de buques mercantes en Estados Unidos pasa por los puertos del golfo de México, lo que pone a las ballenas en riesgo de colisiones con barcos.

La mayor esperanza para esta nueva especie es la desindustrialización del golfo. Durante un debate presidencial en octubre, Joe Biden dijo que la industria petrolera “tiene que ser remplazada por energía renovable con el tiempo”. Pero eso no va a suceder pronto. Entonces, la pregunta inmediata es: ¿qué se puede hacer para mantener vivas a estas ballenas hasta que llegue un futuro verde al golfo?

Hay varias medidas que podrían ayudar. Se debe obligar por ley a que los barcos comerciales disminuyan su velocidad en la zona central presencial de la ballena para evitar colisiones. La exploración y perforación petrolera debe limitarse para reducir el ruido. El año pasado, se extendió por 10 años una moratoria sobre la perforación marítima en una zona dentro del rango de presencia de la ballena. Debería seguirle una prohibición permanente. Por último, el gobierno federal debería identificar el hábitat propicio para la supervivencia de la ballena y protegerlo.

La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica ha gastado 2,3 millones de dólares desde 2017 para examinar la ecología y el hábitat de la ballena, pero aún no ha identificado el hábitat crucial para la ballena, como lo exige la Ley de Especies en Peligro de Extinción. Estas ballenas han estado demasiado tiempo refugiadas en un pequeño rincón del golfo. El hábitat a lo largo del borde de la plataforma continental, donde las ballenas se alimentan a profundidades mayores de 91 metros, debe restaurarse y protegerse desde Florida hasta Texas.

Cada uno de estos pasos es urgente. Otros serán necesarios. Como escribió en 2016 el equipo federal de científicos responsable de la lista de especies en peligro de extinción: “Los impactos graduales a pequeña escala a lo largo del tiempo o un solo evento catastrófico podrían causar la extinción”.

Por: Joe Roman, The New York Times

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