Esta semana no he ido a mi casa a dormir. Me he quedado estas noches trabajando aquí, escribiendo. Y, créame, dormir entre un blog es incómodo. ¿Ha dormido usted alguna vez en su oficina? Entonces sabe de lo que estoy hablando, o mejor, de lo que estoy escribiendo. Ese es el problema: de tanto estar entre un blog llega uno a confundir los verbos hablar y escribir.
Le decía (le escribía) que llevo siete días viviendo de sol a sol entre este blog y estoy en un estado de agotamiento en donde todo lo que pienso lo escribo; o tal vez sea al contrario, lo que escribo es lo que pienso. Esto de bloguear 24 horas al día, siete días a la semana no sólo lleva a la confusión entre hablar y escribir, sino también entre escribir y pensar. ¿Será que pienso escribiendo y escribo pensando? No sé. Pero me gustaría saberlo.
Por favor, ¿me puede usted ayudar a aclarar las cosas y salir de esta confusión? Gracias, es muy lindo contar con un amigo de verdad.
Para diagnosticar lo que me está pasando, se me ocurre lo siguiente. Voy a pensar en algo, en cualquier cosa y usted me dice lo que yo pensé, ¿OK? ¿Listo? Estoy pensando que leer este blog inexorablemente lleva a la locura.
Bien, ahora dígame ¿qué pensé?
No puede ser… ¡Increíble! Usted acertó. ¿Dice que hace unos segundos yo estaba pensando que “leer este blog lleva inexorablemente a la locura”? ¿Cómo hizo para adivinar?
No le creo, esa no es la razón. Aquí hay gato encerrado. Me niego a aceptar que usted conoció mi pensamiento porque yo supuestamente lo escribí renglones atrás. Eso es imposible, usted miente. Y no me vaya a ofender diciéndome que estoy demente, pues de mente todavía estoy lúcido. Además, no voy a devolverme un par de renglones atrás. El pasado no me interesa. Vivo siempre el presente y por eso siempre soy un hombre nuevo, como me enseñó el maestro Facundo Cabral, que en paz descanse.
Yo tengo más de tres dedos de frente para entender cómo son las cosas en realidad. No crea que no me he dado cuenta de la verdad. Sé que usted tiene un poder, no me lo niegue. Usted tiene la potestad de leer el pensamiento, ¿cierto? Tiene la facultad de meterse en la cabeza de los otros, ¿no es verdad? ¡Felicitaciones, qué verraquera! ¿Por qué no me lo había contado? ¿Modestia? ¿Humildad? ¿O es un problema de baja autoestima y apocamiento psicológico? No me diga que no se había dado cuenta de que tenía ese superpoder. ¡Increíble, Dios mío!
El peor pecado es no desarrollar los dones que uno tiene. Por eso tenemos que explotar ese maravilloso talento que usted posee. Hay que dejarse de pendejadas y no tener miedo a triunfar. Si Dios le dio esa virtud, ¡es por algo!
Se imagina… usted y yo presentando su show de lectura del pensamiento ante públicos de diversos países y continentes.
¿Qué tal usted y yo de gira mundial con el Circo del Sol? Claro, si nos queda tiempo, también podríamos recorrer los municipios del país con el Circo de Los Hermanos Gasca. Hay que prestarle un servicio a la Patria. Hasta podríamos hacer algunos espectáculos con el fin de recoger dinero para los damnificados del nuevo invierno que se avecina, ¿no le parece?
Sin lugar a dudas Shakira, Juanes y usted, serían el orgullo de Colombia, la cara (y las caderas) de mostrar.
Ya veo a Darío Arizmendi haciéndole reportajes, y a Claudia Gurisatti muerta de la envidia en Filipinas; el Congreso otorgándole la más alta condecoración, el Presidente fotografiándose al lado suyo; las Farc tratándolo de secuestrar, el Presidente planeando anticipadamente su rescate (Operación Perfecta II); Plinio Apuleyo pidiéndole que le escanee la mente a “Alfonso Cano” para determinar si las intenciones de paz que dice tener son totalmente deshonestas, completamente falsas o una absoluta farsa; Mockus proponiéndole que funden un nuevo partido o, en caso contrario, hace una pataleta mediática; Jota Obdulio retándolo a ver si es capaz de leer los pensamientos de la Inteligencia Superior; Petro denunciando que la lectura del pensamiento puede ser utilizada para joder a la oposición; la esposa del Bolillo rogándole que le lea la mente a su marido para averiguar quien es la niña aquella del bar; ya veo al procurador Ordóñez abriéndole proceso disciplinario a usted por usurpar funciones de la Santa Madre Iglesia, la única con facultad para conocer la intimidad de las personas a través del sacramento de la confesión.
Se imagina, usted y yo publicando libros como estos: “Aprenda a leer el pensamiento humano en 735 lecciones”. “Lectura del pensamiento para dummies”. “Lectura del pensamiento: un método para garantizar la fidelidad de su cónyuge”. “Aplicación práctica de la lectura del pensamiento en licitaciones de obras públicas”
Ya me lo imagino a usted colaborando con la Policía y Fiscalía en la lectura del pensamiento de los detenidos y acusados. Usted sería una especie de polígrafo vivo, orgullo y patrimonio nacional. Qué tal ambos ayudando en las investigaciones de Saludcoop, la Dian, el “carrusel” de la contratación, etc.; transmitiendo vía twitter los verdaderos pensamientos de Uribe en las audiencias ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara. ¿Le parece malo eso? A mí no. Si es cierto -como dicen- que al hombre le gusta chuzar teléfono a lo ventiado, no creo que Alvarito se emverraque si le chuzamos un poquito la mente, ¿no le parece? Qué tal K&K publicando a la lata nuestras “chivas”. María Elvira Bonilla se enloquecía de la dicha… Roberto Pombo se moría de la envidia…
¡Seríamos los ídolos del pueblo colombiano! Usted podría lanzarse como candidato presidencial y ganaríamos sobrados. Modificaríamos la Constitución y nos estacionaríamos en el poder no ocho pichurrios años, sino veinte, treinta o más. Mejor dicho, tendríamos que pensar en grande, a lo Chávez. Yo sería su fórmula vicepresidencial, su consejero, su ideólogo, su todo. ¡Qué verraquera, Dios mío!
Me imagino que usted ya sabe lo que estoy pensando. Pues bien, hablemos de eso. ¿Cuántos son mis honorarios por haber descubierto su talento y servirle de manager en todas sus giras y trabajos? ¿Cuánto serán mis honorarios por llevarlo al poder y prestarle mi nombre e imagen como vicepresidente?
Espere un momento. Antes déjeme decirle una cosa: me siento en desventaja. Cuando yo le hago la pregunta de cuánto serán mis honorarios, usted conoce ya la suma a la que yo aspiro, porque me ha leído el pensamiento.
Si usted NO tuviera esa facultad, tal vez me propondría pagarme una suma muy superior a la que yo he pensado pedirle. Es una oportunidad que yo pierdo y que usted gana. Así es un negocio desigual, completamente desfavorable para mí.
Como no veo condiciones éticas para negociar con alguien que se aprovecha de su poder, no voy a hacer ningún trato. Usted está mal de la cabeza si cree que voy a negociar en estas condiciones. Usted podrá leer el pensamiento, pero yo también tengo mi poder. Yo puedo predecir el futuro, aunque no lo crea. Recuerde lo que pensé párrafos atrás: “leer este blog inexorablemente conduce a la locura” y eso es precisamente lo que a usted le ha sucedido. Con locos yo no negocio. ¡Y punto!