Mientras el país se retuerce en medio de violencia en el Catatumbo, el Valle, el Cauca, Nariño, Guaviare, Arauca, Caquetá… el gobierno hace un despliegue de desconexión e indiferencia transmitiendo un triste consejo de Ministros. No vale la pena entrar en los temas tratados, ni las lágrimas, ni los regalos. Pareció el intento de los eventuales candidatos marcar distancia con el ala vinculada a escándalos. Lo cual es una tremenda hipocresía. La corrupción de la campaña le compete directamente al Presidente. Fue su hijo el que estuvo recibiendo dinero de poderosos contratistas del Estado, de personas extraditadas y hasta vinculadas con corrupción. Fue su hermano el que visitó criminales de todas las pelambres en cárceles, prometiendo beneficios jurídicos a paramilitares, guerrilleros, corruptos. Fue su campaña -gerenciada por Roa (hoy presidente de Ecopetrol)- la que recibió dineros que no están en la contabilidad y que a todas luces rompieron los topes de campaña. Así las cosas, todo el proyecto, todos sus ministros, todo su gobierno está comprometido con el pecado original.
Más allá de ello es el contraste con la crítica situación del país lo que más duele. La manera como exculpan su ineficiencia distrayendo con el show. Seis horas en las que no apareció una discusión seria sobre los decretos, seis horas sin que se plantearan soluciones para los problemas ciudadanos, seis largas horas sin que se hiciera nada distinto a hablar paja. Y lo grave es que se vio del interior del gobierno: Hablan y hablan y se habrán ido a sus casas convencidos de que aquello es trabajar. Un gobierno de boca grande.
Solo un hecho quisiera rescatar de la diatriba: la conversación sobre Álvaro Araújo (injustamente condenado por parapolítica). En el consejo recordaron que Petro había sido su amigo, y salió a la luz otra vez la terrible historia. Petro visitó a Araújo para pedirle que declarara contra Uribe, la explicación de que no podía mentir encendió la ira de Petro que dispuso su unidad de trabajo legislativo para perseguirlo y presionar su condena.
Cabe recordar en este contexto las declaraciones paramilitares como el Tuso Sierra quienes afirman que el Magistrado Barceló les prometió permitirles seguir en Justicia y Paz si declaraba contra Uribe, a lo que el paramilitar dijo que no podía mentir pues jamás había hablado con él. No contentos con esto, también hay que recordar el nefasto conglomerado de corrupción que hubo en la Fiscalía general donde extorsionaban paramilitares para que declararan contra Uribe a cambio de no extraditarlos. Ahí se dio la peculiar y única resolución de extradición y su revocatoria contra el paramilitar Julián Bolívar.
Quiero contarles que a mí personalmente me llegó información sobre las constantes visitas del senador Cepeda buscando en las cárceles testimonios contra el expresidente. Lo que coincide con muchos testimonios en ese sentido. Alguno podría pensar que era una búsqueda de la verdad; pero en el contexto de tantas coincidencias es casi imposible de creer. Parece más una pieza más de la persecución donde además el testigo estrella resultó con una suntuosa finca, vinculado con una guerrillera, tenía un reloj que grababa hasta video, además de alguien que acompañaba las declaraciones para “soplarle” las respuestas. Un proceso donde al senador Cepeda se le rompió el celular y no pudimos conocer sus conversaciones con el testigo al que visitó al menos nueve veces en la cárcel. Un proceso con interceptaciones ilegales y que -rompiendo todos los principios del derecho- legalizaron.
Cuando ganaron la presidencia creí que tal vez estarían satisfechos. Pero mientras inicia el juicio contra el Presidente Uribe, vivimos la debacle del gobierno y tal por eso, en aviones y plazas la ciudadanía aplaude a Uribe y crece la nostalgia por su gobierno. Tal vez por eso, la persecución contra él avanza otra vez a todo motor. Hoy más que nunca el país debe rodear a Uribe, protegerlo y exigir una justicia justa e imparcial.