La pregunta ¿El arte cura?, planteada por la ensayista brasileña Suelyn Roelnik, es el motor que impulsa la nueva exposición Zona Gris - Encuentros con la sombra, inaugurada en el Centro Colombo Americano de Bogotá. Esta muestra colectiva no solo reúne a artistas colombianos de diversas disciplinas, sino que también busca abrir un espacio de reflexión sobre las heridas profundas que el conflicto armado ha dejado en el país, y sobre cómo el arte puede convertirse en un vehículo de curación, tanto individual como colectiva.
Zona Gris cierra el ciclo expositivo de 2024 en el Centro Colombo Americano y aborda de manera contundente los ejes temáticos de la memoria histórica, la construcción de paz y los procesos de curación. Según Maricela Vélez, directora cultural de la institución, esta exposición se concibió para “reunir a un grupo de artistas colombianos cuyas experiencias personales están profundamente marcadas por la violencia y el desplazamiento”. A través de sus obras, estos artistas han logrado canalizar el dolor, la rabia, y la impotencia derivados del conflicto armado, convirtiendo el arte en un proceso de denuncia y en una herramienta para la catarsis.
Cada pieza presentada en la exposición - que incluye imágenes, textos y sonidos - está cargada de capas de significados que van más allá de lo racional, evocando emociones, afectos y recuerdos. Las obras no solo ofrecen una reflexión sobre la violencia vivida, sino que también invitan a los espectadores a confrontar, desde la empatía, las sombras del pasado y las complejidades del duelo. Zona Gris se convierte así en un espacio donde el arte no solo cuenta historias, sino que también se convierte en una forma de sanar el dolor colectivo de Colombia.
La curaduría de Zona Gris está a cargo de Jenny Díaz, quien destaca la diversidad de las expresiones artísticas y los procesos de duelo que han atravesado los artistas. En palabras de la curadora: “La complejidad y diversidad de los procesos de duelo y sanación no permiten una clasificación sencilla ni una taxonomía rígida. Apelamos al encuentro intuitivo, al transitar conjunto de las sombras que pulsionan, que conectan con el cuerpo y el corazón de quienes recorren este espacio”. Díaz añade que el arte en esta exposición es un "antídoto contra la indiferencia", buscando nuevas formas de conectar con la memoria, la paz y la reconciliación, conceptos que a veces parecen inalcanzables.
Una de las propuestas más destacadas de Zona Gris es que invita al público a confrontar la memoria del conflicto desde un lugar de reflexión. A través de esta experiencia artística, los visitantes son invitados a transitar por las “sombras” de los recuerdos, entendiendo la memoria no solo como una construcción histórica, sino también como un proceso emocional y personal que puede tener un poder transformador.
Los artistas participantes en la muestra, quienes han sido profundamente afectados por las violencias estructurales del conflicto armado, ofrecen una visión del dolor que no se limita a la tragedia, sino que se convierte en una forma de resistencia. En muchos casos, sus obras funcionan como una denuncia, recordando las injusticias sufridas, pero también como una forma de redención, al transformar el sufrimiento en una narrativa visual que invita a la reflexión y al cambio. Para estos artistas, el arte no solo es una forma de expresarse, sino también una forma de sanar, tanto personal como colectivamente.
La exposición no solo es una muestra de arte visual, sino también una invitación a pensar sobre cómo las personas y las comunidades han lidiado con el dolor y la pérdida, y cómo el proceso de sanar las heridas del conflicto puede implicar nuevas formas de conexión, de construcción de paz y de reconciliación. En este sentido, el proyecto se convierte en una red de intercambio, que busca despertar conciencias y movilizar acciones que trascienden el sufrimiento individual, enfocándose en la búsqueda de la unidad y la restauración del tejido social.