En la mayoría de familias colombianas es tradición reunirse en Navidad para compartir de estas festividades; además, es común entregar regalos como muestra de nuestro afecto y cariño. Usualmente, atribuimos esta costumbre a la celebración de la natividad, el nacimiento del niño Jesús en los países con influencia de la religión católica o Santa Claus en los países de habla hispana.
Sin embargo, el origen del intercambio de regalos se remonta a la cultura romana, alrededor del año 753 A.C, donde celebraban la Saturnalia romana, un festival que representaba el solsticio de invierno que honraba al dios Saturno, dios del Sol y del Fuego, el cual estaba relacionado con la agricultura, pues esta necesitaba del sol para poder sembrar y que las cosechas crecieran.
En el marco de dichas celebraciones, se llevaba a cabo la ‘sportula’, que consistía en que el jefe repartía un cesto con comida como higos, laurel y otros alimentos a sus trabajadores, en forma de agradecimiento por su servicio, una costumbre que aún hoy se mantiene con las anchetas navideñas.
La Navidad como la conocemos actualmente llegó más tarde, cuando la religión cristiana se impuso en el Imperio Romano, sustituyendo la celebración a Saturno. El rey Justiniano declaró la Navidad como una fiesta cívica. Incluso, hoy en día en algunos países aún se relacionan la entrega de regalos a los obsequios que los Reyes Magos trajeron desde sus lejanas tierras al Niño Jesús.
Entre los regalos más comunes de épocas antiguas se encontraban las velas, creyendo que al quemarlas en las noches de invierno se invocaba al dios del nuevo sol, simbolizando un deseo de luz, calor y aumento de las riquezas; o también se daban los dulces, como una manera de asegurar un dulzor especial para el año que viene.