
En Colombia, cuando se destapan peleas internas en el poder, las denuncias nunca son altruistas ni inocentes. Algo más grande se está cocinando detrás. Y ahora, en el ring, tenemos a Roy Barreras y Luis Carlos Reyes, dos figuras clave del gobierno de Gustavo Petro, en una pelea que expone lo que realmente se mueve tras bambalinas en la administración pública: presión política, tráfico de influencias y amenazas directas.
La bomba estalló cuando Reyes, el exdirector de la DIAN, lanzó una denuncia explosiva: Según Reyes, la amenaza ocurrió en el contexto de una supuesta solicitud de Barreras para obtener el control de la DIAN en Buenaventura y Cali. Así, sin anestesia. Un funcionario que hasta hace poco manejaba la recaudación de impuestos en el país acusando de intimidación a un político experimentado, un sobreviviente del poder.
-
Lea también: Roy Barreras responde a Luis Carlos Reyes: “Yo lo recomendé para la DIAN y ahora me calumnia”
Pero si Reyes pensaba qué Barreras se quedaría callado, se equivocó. El embajador en Reino Unido no tardó en responder, calificando la acusación de “infundada”, pero dejando caer un dato aún más venenoso: “Yo lo recomendé para la DIAN y ahora me calumnia”.
Con esta frase, Barreras no solo se defendió. También expuso cómo se manejan los nombramientos en el gobierno. Si alguien creía que Reyes llegó a la DIAN por méritos o concurso, Barreras nos acaba de recordar cómo funcionan las cosas realmente: con recomendaciones políticas de alto nivel.
¿Quién miente y quién es el verdadero villano?
Aquí no hay santos ni mártires. Reyes se presenta como víctima, pero su declaración tiene más huecos que un informe de contratación pública.
1. Si realmente lo amenazaron, ¿por qué no lo denunció antes?
2. Si era consciente de la presión política en la DIAN, ¿por qué se quedó callado mientras tenía el cargo?
3. ¿Cuándo exactamente ocurrió esta supuesta amenaza y por qué solo ahora lo menciona?
Pero la historia tampoco deja bien parado a Barreras. Su contraataque expone un viejo truco de la política colombiana: si te doy el puesto, me debes lealtad. Si hablas, te entierro.
Este choque de titanes deja en evidencia lo que muchos ya sospechaban: la DIAN no es solo una entidad técnica, sino un botín político codiciado. Y Reyes, al hacer pública la denuncia, básicamente confirmó que desde el gobierno hay actores buscando control en direcciones regionales clave como Buenaventura y Cali.
¿Quién quiere controlar la DIAN y por qué?
No nos engañemos. En Colombia, tener poder sobre una entidad recaudadora es tener una mina de oro. Desde presionar a empresarios hasta suavizar fiscalizaciones, el control de la DIAN vale más que cualquier ministerio.
El hecho de que Reyes haya señalado a Barreras no es casualidad. Su denuncia insinúa que dentro del gobierno hay una pelea de facciones por el control del recaudo. Y si alguien como él, que llegó al cargo con apoyo político, está saliendo a denunciarlo, es porque algo grave se está moviendo en el subsuelo del poder.
Roy Barreras: el pragmático superviviente
Barreras no es un novato en estos juegos. Ha estado en todos los gobiernos recientes, cambiando de camiseta cuando es necesario, pero siempre aterrizando en posiciones de poder.
Lo que está claro es que Barreras no iba a dejar que un tecnócrata lo acusara sin consecuencias. Su defensa fue tan calculada como un cheque en blanco: deslegitimar la acusación sin caer en detalles, pero recordarle a Reyes que le debe el puesto.
¿El mensaje? “Si hablas de mí, yo también puedo hablar de ti”.
Barreras entiende el poder como pocos. Si realmente hubo presiones para manejar la DIAN en ciertas regiones, es poco probable que se dejen pruebas. Pero la pregunta clave es: si Reyes está diciendo la verdad, ¿será capaz de sostener su acusación con algo más que palabras?
Lo que sigue: ¿investigación o cortina de humo?
En cualquier país serio, una acusación así detonaría investigaciones inmediatas, citaciones en el Congreso y hasta renuncias. En Colombia, lo más probable es que esto termine en el archivo de los escándalos efímeros.
Pero aquí hay algo más profundo: la fractura dentro del gobierno de Petro. La guerra interna está en marcha, y las declaraciones de Reyes pueden ser solo el primer disparo en un conflicto mucho mayor.
Si Reyes tiene pruebas, debe mostrarlas. Si no, su credibilidad se hundirá en el mismo fango político en el que ahora se revuelca.
Por su parte, Barreras seguirá jugando su partida con la misma frialdad de siempre. No es la primera vez que lo acusan de mover hilos en la sombra, y si algo ha demostrado es que siempre cae de pie.
Lo que está claro es que aquí no hay buenos ni malos. Solo poder, traiciones y una lucha interna que apenas comienza.
En Radar K, seguiremos atentos a cada movimiento de esta batalla. Porque en Colombia, los verdaderos juegos de poder nunca se ven en público… hasta que alguien decide hablar.