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Verónica Muñoz es una artista plástica y gestora cultural que resalta el papel de la mujer en la sociedad a través de su obra. Ha expuesto en múltiples escenarios nacionales e internacionales. Además, es profesora certificada de Yoga y Meditación, facilitadora de Cacao y creadora de YogArterapia, un performance que fusiona arte, movimiento y espiritualidad para la sanación femenina. En 2023, lanzó ARTESANA, un programa virtual de transformación personal, y lidera retiros enfocados en la sanación del linaje femenino.

Verónica Muñoz

El placer habita el presente

El placer habita el presente, al final es solo eso lo que tenemos, lo que ya sentimos no nos pertenece, se ha quedado en el pasado. Y lo que anhelamos sentir, eso es banal, eso ni siquiera sabemos si va a pasar. Es como un deseo que pensamos que nos va a generar algo, pero es solo el presente el que nos permite vivir de verdad. 

El placer ocurre cada mañana al despertar, al sentirnos vivos, al poder llenar nuestro cuerpo de aire de manera consciente, y sentir que ocupamos un espacio en este plano terrenal, al abrir los ojos y poder ver todo a nuestro alrededor, el placer está en poder levantarnos de la cama y saber que nuestro cuerpo funciona de manera perfecta, y que cada cosa que nos complementa nos permite sentirnos bien. El placer también está en la enfermedad, porque nos recuerda que siempre es posible estar bien, es cuando más sentimos amor por nuestra salud. 

El placer está en el silencio, ese que nos conecta con el universo interno que habita en nosotros, el placer está en poder mirar por la ventana los colores del cielo y saber que amaneció. Escuchar a los pájaros cantar anunciando la llegada de un nuevo día. El placer está en sentir el viento acariciar nuestra cara, en sentir el calor del sol por todo nuestro cuerpo. El placer está en oler un café recién hecho y sentir su aroma y calor correr internamente nuestro interior. En un plato de comida, en sus colores, olores y sabores. En la lluvia, su sonido reparador, en el movimiento de las nubes que siempre están cambiantes. El placer está en escuchar música y sentir como las notas invaden el alma, en abrazar un árbol y sentir su sabiduría impregnar nuestra vida, el placer está en bailar y dejar al cuerpo ser libre.

El placer está en caminar descalzos por el pasto y sentir esa sutil conexión con la grandeza de la tierra que nos sostiene. En escuchar las olas del mar tocar la orilla, sumergirse en el agua y sentir como nos desvanecemos en ella. El placer está en poder reír a carcajadas con nuestros amigos y familia. El placer está en una buena copa de vino. El placer está en leer un libro y desconectarnos de la realidad mientras nuestra imaginación nos lleva a otros tiempos, el placer está en pintar mientras nuestra creatividad vuela, el placer está en las cosas más sencillas de la vida; la cotidianidad, esa que a veces parece aburrida, no es que sea aburrida, lo que pasa es que estamos tan distraídos que olvidamos darle valor a cada cosa sencilla que nos pasa. 

El placer está en poder besar con los ojos cerrados y tocar el alma de quien nos ama, sentir el olor de la persona que te abraza, el placer está en el orgasmo que te lleva a universos paralelos. El placer está en poder conectar tu alma con otra en un acto de unión única. 

El placer está en sentir dentro de tu cuerpo formarse una vida y sentir los latidos de su corazón palpitar al tiempo que el tuyo. El placer está en el dolor casi inexplicable que sentimos las mujeres al momento de parir a nuestros hijos que se han formado en nuestro útero, el placer está en ver por primera vez a tu hijo salir de ti, el placer está en poder alimentarlos los primeros meses de vida a través del néctar perfecto que se forma en nuestro cuerpo, para brindarles el alimento necesario para su crecimiento. El placer está en esa conexión divina con nuestra glándula pineal que hace que tengamos un sentido extra para poder intuir casi todo, el placer está en poder ver a nuestros hijos despertar y saber que ellos son una perfecta extensión nuestra en esta vida, en verlos crecer, reír, soñar y seguir de cerca su evolución. 

Alejandro Jodorowsky dijo que “La muerte es parte de la vida así como la sombra es parte de la luz. El miedo arruina el placer de vivir. Acepta la vida en todos sus aspectos”. Es por eso que hay que permitirnos sentir, y perder el miedo, y así poder experimentarlo todo. Sanar el dolor para así poder recordar con alegría y agradecimiento todo lo vivido.

Te voy a contar un poco sobre las moléculas de la felicidad que todos tenemos. Nuestro cuerpo está diseñado para una interacción cerebro-ambiente que asegura todo lo necesario para que nuestra supervivencia nos haga sentir bien. Como todos los animales, los humanos buscamos el placer y evitamos el dolor. 

Nuestro cerebro tiene una fuente de neuroquímicos de producción propia: Son 5 moléculas cerebrales vinculadas a la felicidad, hemos creído que son 4, pero realmente son 5. Así que te voy a contar un poco de cada una de ellas y de las formas sencillas para desencadenar su liberación en la vida diaria.

  1. Las endorfinas o moléculas analgésicas. Esta molécula es la morfina de producción propia. Las endorfinas se asimilan a opiáceos en su estructura química y tienen propiedades analgésicas. Son producidas por la glándula pituitaria y el hipotálamo durante el esfuerzo físico mantenido. Reírse con ganas, crear, desde un plato de comida hasta una obra de Arte, bailar, y cantar así sea en la ducha son algunas de las actividades que te ayudarán a crear un bombeo regular de estas moléculas en tu cuerpo. 
  2. La dopamina o molécula de la recompensa. Esta molécula es la responsable del impulso de búsqueda del placer. Cada tipo de comportamiento que busca recompensa, ha estudiado que aumenta el nivel de transmisión de dopamina en el cerebro. Las personas que son extrovertidas, alegres, tienen mayores niveles de dopamina. Para incrementar el nivel de dopamina en el organismo, es necesario siempre ponerse metas y alcanzarlas. O por ejemplo escuchar la música que más te guste. Crea el hábito de descansar, es necesario dormir alrededor de ocho horas para lograr que el cuerpo y la mente se recuperen. 
  3. La oxitocina o molécula de la vinculación. La oxitocina es una hormona directamente relacionada con la vinculación humana y el aumento de la confianza y la lealtad. Es la hormona del amor. Gracias a la oxitocina, el contacto con otra persona, el afecto, hacer el amor y la intimidad son claves para sentirse feliz. Te recomiendo pasar más tiempo con tus amigos, demostrarle afecto a las personas que amas, hacer un acto bonito por alguien. Medita cada mañana, no importa si son 5 minutos o 1 hora, pero comienza a crear ese hábito en ti, te sorprenderás los cambios positivos que esto generará en tu vida.
  4. La serotonina o molécula de la confianza. La serotonina es la hormona reguladora de emociones, juega tantos papeles diferentes en nuestro cuerpo que es realmente difícil etiquetarla. También es la hormona de la felicidad. Cómo se produce principalmente en el intestino y en el cerebro, está relacionada con el sueño, los estados de ánimo, con todo el proceso digestivo, equilibra el deseo sexual, regula la temperatura corporal, el ciclo del sueño, entre otros. Para incrementar la serotonina es necesario desafiarse a sí mismo con regularidad y llevar a cabo actividades que refuerzan un sentido de propósito, significado y realización. Tomar más el sol, ejercitarse, y meditar. 

 

  1. Gaba o molécula de anti-ansiedad. Esta es la molécula inhibidora que ralentiza el disparo de las neuronas y crea una sensación de calma. Funciona como un sedante natural. Se puede aumentar naturalmente mediante la práctica de yoga, meditación y relajación.

Es increíble que todo esto lo podamos encontrar en nuestro propio cuerpo, volviéndonos más conscientes, más alertas a las señales que el mismo organismo nos da cada día, tomándonos el tiempo de invertir más en nosotros y conocer el poder que reside en nuestro interior. 

Mi invitación hoy es a que prestes más atención al cuidado de ti mismo, a tu propia estructura no sólo física, sino también mental y espiritual; a tu dieta, a lo que comes, a lo que ves, a lo que dices, y con quien te relacionas. Y recuerda la frase de Carl Jung cuando dijo: “La vida no vivida es una enfermedad de la que se puede morir”. 

Creado Por
Verónica Muñoz
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