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En Colombia, la política no es cuestión de coherencia, sino de supervivencia. Los escándalos pasan, las caídas son temporales y la rehabilitación es solo cuestión de tiempo. El caso más reciente es el de Armando Benedetti, quien, tras su estrepitosa caída por el escándalo de los audios filtrados, ha vuelto al escenario político como si nada hubiera pasado.
El anuncio de su regreso no podía venir de nadie más que de Roy Barreras, otro experto en la elasticidad ideológica y la reinvención política. En un trino cargado de simbolismo, Barreras escribió que Benedetti ha sido “crucificado varias veces”, que descendió “a los infiernos mediáticos, políticos y personales”, pero que “resucitó” y hoy se sienta “a la diestra del Presidente”. Y para cerrar con broche de oro, dejó una frase que resume el cinismo del poder: “Everybody loves a winner”.
Benedetti: de la desgracia a la resurrección
No han pasado ni dos años desde que Benedetti protagonizó uno de los mayores escándalos políticos del gobierno de Gustavo Petro. En los audios filtrados, que se hicieron virales, el entonces embajador en Venezuela lanzaba acusaciones explosivas sobre la financiación de la campaña presidencial. En un instante, pasó de ser una de las figuras más influyentes del petrismo a convertirse en un paria político.
Pero en Colombia, la memoria es corta y la conveniencia es la regla. Su regreso no es solo un ejemplo de su capacidad para mantenerse en el poder, sino una radiografía de cómo funciona la política nacional: aquí nadie cae para siempre, solo espera su turno para volver.
Roy Barreras: el profeta de las resurrecciones políticas
Las palabras de Barreras no son casuales. Si alguien conoce el arte de la supervivencia política es él. Ha transitado por todos los espectros ideológicos, ha servido a distintos gobiernos y siempre encuentra la forma de mantenerse vigente. Su trino no solo es un reconocimiento al talento de Benedetti para resurgir de las cenizas, sino una advertencia: en Colombia, no importa cuántas veces se caiga en desgracia, siempre hay una oportunidad para volver.
Pero más allá del elogio, el mensaje también tiene una dosis de cinismo. “Everybody loves a winner” no es solo una frase motivacional, sino una justificación del pragmatismo político. No importa el pasado, no importan los escándalos, no importa la credibilidad. Si alguien tiene poder y sabe moverse en el tablero, siempre habrá quien lo reciba con los brazos abiertos.
La amnesia política como estrategia de poder
El regreso de Benedetti no es una excepción, sino la norma. En Colombia, la indignación pública es fugaz y las consecuencias políticas son mínimas. Los políticos caen, pero no por mucho tiempo. La opinión pública se escandaliza, pero olvida rápido. Y los medios cubren los escándalos, pero luego siguen adelante.
La amnesia política es el mejor aliado del poder. Permite que los mismos nombres regresen una y otra vez, sin importar los cuestionamientos que hayan enfrentado. En este ciclo interminable, las derrotas son solo pausas estratégicas y la redención es cuestión de cálculo.
La pregunta que queda no es si Benedetti ha vuelto, sino cuántos más seguirán su camino. Porque en la política colombiana, caer es solo el primer paso para volver a levantarse. Y como bien lo dice Barreras, “Everybody loves a winner”.
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