El domingo 26 de enero de 2025, Colombia se vio envuelta en una crisis diplomática con Estados Unidos, desencadenada por un desacuerdo sobre el manejo de deportaciones de migrantes colombianos.
Esta situación, que pudo haber escalado rápidamente, movilizó a varias figuras clave del gobierno colombiano, incluidos el presidente Gustavo Petro, la embajadora de Colombia en Washington, Laura Sarabia, y otros actores políticos cercanos.
Sin embargo, en medio de la tensión, se produjo una llamada que sorprendió a muchos: el expresidente Álvaro Uribe Vélez contactó a Laura Sarabia para ofrecer su ayuda.
La crisis con EE.UU. y la intervención de Uribe
De acuerdo con el informe del New York Times, la crisis diplomática entre Colombia y Estados Unidos alcanzó su punto máximo cuando el gobierno colombiano decidió devolver a unos migrantes deportados por el gobierno de Trump, acción que fue interpretada como una falta de comunicación diplomática.
En ese momento, la administración de Gustavo Petro enfrentaba una creciente presión tanto interna como externa.
Fue en este contexto de incertidumbre que el expresidente Álvaro Uribe, conocido por su influencia en la política colombiana, intervino.
Según el medio estadounidense, Uribe llamó a Laura Sarabia y le ofreció su apoyo. En la conversación, le dijo: "Tenemos diferencias con el presidente Petro. Cometió un error, pero tenemos que resolverlo. ¿Cómo puedo ayudar?", le comentó el expresidente. Esta intervención subraya la disposición de Uribe para colaborar, incluso a pesar de las tensiones políticas con el gobierno actual.
El papel de Laura Sarabia y la gestión de la crisis
Laura Sarabia, quien hasta entonces era embajadora de Colombia en Washington, asumió un papel crucial en la resolución de la crisis. Junto con el embajador Daniel García-Peña y el canciller Luis Gilberto Murillo, estuvo al frente de las conversaciones con funcionarios estadounidenses, incluyendo a figuras como Mauricio Claver-Carone y el senador Marco Rubio.
Según el reporte del New York Times, Sarabia, consciente de la magnitud de la situación, no desestimó la oferta de Uribe. Por el contrario, le pidió que utilizara sus contactos en Washington, especialmente con Marco Rubio, para mediar en la crisis.
Aunque Rubio no jugó un rol protagónico en las conversaciones, sí estuvo informado y mantuvo comunicación con el gobierno colombiano, lo que permitió suavizar la situación. La intervención de figuras clave como los senadores republicanos también ayudó a moderar la respuesta de la administración Trump, según fuentes anónimas citadas por el diario.
Una solución a medias o un camino hacia la resolución?
Aunque la crisis pareció resolverse momentáneamente, las tensiones subyacentes entre el gobierno de Petro y los Estados Unidos no desaparecieron por completo. El incidente dejó al descubierto las complicaciones en las relaciones bilaterales, que incluyen diferencias sobre política migratoria y la gestión de los acuerdos internacionales.
Para Laura Sarabia, la situación fue un reto complicado que tuvo que manejar no solo con diplomacia, sino también con pragmatismo. A partir del 1 de febrero de 2025, Sarabia asumirá el cargo de canciller de Colombia, lo que podría mejorar las relaciones con los EE.UU. dado su conocimiento directo de la política estadounidense. Sin embargo, algunos analistas sugieren que su cercanía con Petro podría ser tanto una ventaja como un obstáculo, dado el carácter impredecible del presidente colombiano.
El futuro de las relaciones entre Colombia y EE.UU.
La intervención de Uribe y la capacidad de Sarabia para gestionar la crisis reflejan la importancia de la diplomacia y las redes de contacto en la política internacional. Si bien la llamada entre Uribe y Sarabia no resolvió de forma definitiva las diferencias entre ambos países, sí contribuyó a enfriar los ánimos y a buscar soluciones que evitaran un escalamiento de la crisis.
En los próximos días, con la asunción de Sarabia como canciller, se espera que Colombia intensifique sus esfuerzos para restablecer la confianza con Estados Unidos, especialmente en temas como la migración y las deportaciones. Sin embargo, la tarea no será fácil, ya que los desafíos diplomáticos son constantes y las relaciones entre ambos países continúan evolucionando. La habilidad de Sarabia para manejar estas tensiones será clave para determinar si la crisis de enero de 2025 es un simple contratiempo o el inicio de un período de dificultades en las relaciones bilaterales.
