Caribeño o caribeña, es la descripción de una persona que proviene de los territorios que baña el mar Caribe. Pero también caribeño es sinónimo de alegría, frescura y calidez, adjetivos que enmarcan muy bien a Pedro De la Torre, un joven químico colombiano que nació en Barranquilla hace 34 años.
De paño y sonriente, estaba en la redacción de Kienyke.com uno de los pocos colombianos que hace parte de un laboratorio de la Universidad de Harvard, pues Pedro es el líder de un grupo de investigación que busca dar con la cura de la sordera y la ceguera a nivel mundial.
Aunque día a día tiene en su espalda la responsabilidad de darle solución a un mal que aqueja a millones de personas, Pedro es tímido ante las cámaras. “Me dicen si estoy bien sentado y si me veo bien por favor”, le dice a nuestros camarógrafos con una leve sonrisa nerviosa.
Orgulloso de su origen y un camino forjado a pulso
Pedro nació en Barranquilla pero creció en un pueblo que se llama Hibácharo, un corregimiento del municipio de Piojó, la zona más alta del departamento del Atlántico. Sus primeros años estuvieron ligados a este territorio, en el que compartía con una comunidad indígena llamada Mokaná.
Así fue como Pedro empezó a llevar una vida entre costumbres campesinas y saberes ancestrales, todo esto en medio de carencias económicas y de servicios básicos. No obstante esto nunca fue un impedimento para salir adelante, ya que rápidamente demostró ser diferente a los demás.
“Hibácharo me entregó esa infancia conectada con el campo, con la vida silvestre, pero mi madre siempre quiso que estudiara en un colegio que tuviera mejores posibilidades académicas, esto porque donde me crié no había una escuela con formación en bachillerato, fue por eso que nos fuimos a Sabanalarga y allí terminé de prepararme”, dice Pedro.
Vea la entrevista completa con Pedro De la Torre, científico de Harvard:
Su padre trabajó toda su vida como conductor de buses, profesión que también siguió algunos de sus hermanos y que él quería continuar, pero fue su mismo progenitor quien se lo impidió.
“Nosotros crecimos en ese ambiente de buses, hubo una ocasión en la que vi a mi padre cansado y le dije que le quería ayudar, él me respondió que no, que me bajara que lo mío era la universidad. Eso fue un punto de inflexión muy grande en mi vida, porque mi papá de cierta forma me expuso desde muy pequeño a una vida, a un ambiente de ingeniería, porque él desarmaba los motores del bus, ponía tuercas acá, que el aceite, que la gasolina y yo siempre estuve inmerso en un ambiente de ingeniería”, explicó de la Torre.
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Una vez finalizó la secundaria Pedro, él quería continuar sus estudios en la universidad, pero entendía que la situación económica de su familia no estaba bien. “Habían días en los que no teníamos ni siquiera un café”, declara el hoy científico.
Pedro en un principio quería estudiar actuación y teatro, pero para eso debía trasladarse a la capital, algo que no era sencillo ya que si era así, le tocaba pagarse sus estudios y vivir solo en una ciudad gigante.
Finalmente un profesor fue quien lo guió y le sugirió aplicar a la Universidad pública del Atlántico para quedar becado:
“Un docente me vio fortalezas en química, matemáticas y física. Me inscribí para estudiar química y pasé, logré uno de los puntajes más altos. Al final terminé siendo el único graduado de 50 estudiantes que entramos en ese campo”, aseguró de la Torre.
Estudios superiores en el exterior y el ingreso a Harvard
Pedro identifica que tiene la capacidad de continuar aprendiendo y generando conocimiento, de allí le surge la necesidad de estudiar un doctorado pero bajo el mismo modelo en el que se profesionalizó: becado.
Pues observó que en el mercado académico realizar un estudio de estos tenía un altísimo valor económico, del que tanto él como su familia, no podían solventar. Es por esto que aconsejado por sus docentes, decide postularse para becas en el exterior y así le llega la oportunidad que tanto esperaba, la Universidad de Talca, en Chile se interesó en él.
“Me inscribí a cuanta beca hubiese alrededor del mundo, finalmente en uno me aceptaron, que fue en la Universidad de Talca, en Chile. Allí me gané una beca apoyada por el gobierno de ese país”, agregó Pedro.
Uno de sus mayores inconvenientes a lo largo de esta experiencia en el exterior, era que no manejaba muy bien el inglés en comparación con sus demás compañeros, por lo que tuvo que aprender a la fuerza en paralelo a sus estudios.
En el desarrollo de su doctorado en tierras australes, la universidad recibe la visita de un científico investigador estadounidense que trabajaba para Harvard, esta visita le da otro giro a la vida de Pedro, pues en una conversatorio, el único que se atrevió a consultarle y contrapreguntar fue él.
Esta interrupción de manera inteligente, le sirvió para llamar la atención del científico quien lo invitó a una pasantía de tres meses en su país, es de esta manera que Pedro de la Torre conoce los Estados Unidos.
“Recuerdo que estando allá, un docente muy claramente dijo, esta clase no se dicta en español, solo inglés. Recuerdo que yo pasaba y terminaba el día y me tomaba una pastilla ibuprofeno para bajar el dolor de cabeza, estaba aprendiendo un área totalmente nueva. Mis destrezas les llama la atención y me ofrecen ser científico de planta en la Universidad Estatal de Ohio, pero antes debía volver a Chile y terminar mi doctorado”, afirma Pedro, quien agrega:
“Me devolví para los Estados Unidos a realizar investigación, más exactamente con el oído y el escucha y todo lo que parte de allí. Hicimos una serie de publicaciones y la Universidad de Harvard ve estos documentos y se interesa en mí, me hacen una oferta de la cual no desaproveché”, dijo el científico.
Hoy Pedro siente que toca el cielo con las manos, trabajando para la universidad más importante a nivel mundial, pero eso no lo aleja de la realidad, estando ante las mentes más brillantes de la actualidad entre edificios y última tecnología, piensa todavía en su pueblo, en su gente, en su familia. No cambia su sancocho de pescado ni sus arepas de huevo.
Incluso hoy es un puente entre Harvard y las universidades de la costa atlántica, tiene como objetivo en el futuro exportar talento colombiano. Considera que a pesar de que en términos de infraestructura Colombia está atrás a nivel mundial, la inteligencia cafetera es apetecida.
Como todo científico su razón de ser es cuestionarse, pero en la religión tiene definida su postura: “Creo en Dios y le temo. Estamos hechos a tal perfección que es imposible que seamos una creación del azar”, asegura.
Aún, siendo un científico que basa sus argumentos en números, probabilidades, en ensayo y error, Pedro reza antes de entrar a trabajar para que sus experimentos e investigaciones resulten.
“Muchas veces cuando estoy en el laboratorio y llego y las cosas no han funcionado durante meses, le digo Dios, úsame y que seas tú quien haga este experimento y pues ahí suceden cosas maravillosas”, finaliza de la Torre.
