La esencia de Alejandro Estrada: amor, arte y recuerdos

Jue, 26/09/2024 - 16:25
Alejandro Estrada abrió su corazón en 'Kién es Kién' junto Adriana Bernal, y habló de los hechos que han marcado su vida.
Créditos:
Ana Moya - Kienyke.com

Alejandro Estrada, cucuteño de corazón y actor de vocación, encarna una mezcla única de calidez y determinación. A sus 45 años, su esencia brilla con la luz de una sonrisa sincera y una amabilidad que trasciende la simple cortesía. Respetuoso de su historia y agradecido por sus raíces, Alejandro lleva consigo la enseñanza más valiosa que su madre, una mujer de acero, le inculcó: “Sí se puede, todo sueño es posible”. 

La vida de Alejandro se ha tejido con hilos de amor y resiliencia. Ser el menor de tres hermanos en un hogar liderado por una madre viuda a tan temprana edad no fue fácil. Sin embargo, ella, una verdadera guerrera, nunca flaqueó en su labor. Trabajó arduamente para formar a sus hijos en un entorno de sensibilidad y fuerza, sembrando en ellos los valores que les permitirían enfrentar la vida con valentía. "Mi mamá fue una mamá verraca", dice él con orgullo, recordando la dedicación y amor que siempre les profesó.

A sus 18 años, Alejandro dejó Cúcuta, decidido a perseguir sus dos grandes pasiones: la actuación y el fútbol. Desde el inicio, demostró una clara visión sobre su futuro, fundando el grupo de teatro de su colegio, un primer paso en su camino hacia el destino que tanto anhelaba.

“Quise ser actor porque me gustaba el reconocimiento. Recuerdo que muy joven veía llegar al presidente Virgilio Barco a Cúcuta para visitar la ciudad y yo decía ¡Wow!, era encantador y fascinante ver lo que su presencia movía en las personas y yo quería ese reconocimiento y me parecía que la actuación era el camino, pero sabía que en Cúcuta no era”. 

Su travesía en Bogotá comenzó en un bar donde se rodeó de la magia del entretenimiento y encontró su primera oportunidad en la pantalla chica, pero también los desafíos que este mundo presenta. 

Vea la entrevista completa de Kién es Kién a Alejandra Estrada: 

Tuve esa primera oportunidad en una serie, pero lo hice mal, por eso pedí que me dejaran salir del personaje para estudiar y no enfrentarme a otro reto similar sin haber estudiado y así lo hice. Un año largo después volví y ahí arrancó mi carrera actoral”, reconoce, en un acto de humildad que muestra su compromiso con el aprendizaje. Sin embargo, la perseverancia siempre ha sido su motor, y a través de experiencias diversas, desde mesero hasta bartender, Alejandro forjó su propio camino, encontrando finalmente su lugar en el fascinante universo de la actuación.

Su espíritu emprendedor lo llevó a estudiar Mercadeo y Publicidad en la Universidad Politécnico Grancolombiano, profesión que le permitió crear su propia agencia, en la que llegó a manejar grandes marcas comerciales y personales. Hoy en día la agencia continúa, solo que está dedicada 100% a la marca personal de Alejandro Estrada y a su negocio de gafas Ocho y Medio. 

Pero más allá de los negocios, su mayor satisfacción radica en su compromiso con su tierra natal, ese que lo inspiró a darle vida al "Festival Faro del Catatumbo", que fundó hace 15 años, que, según él, es su forma de devolver a Cúcuta algo de lo que ha recibido, inundando de cultura una región que tanto lo necesita. “Llevo obras que tengan moraleja, que le aporten conocimiento y cultura a la ciudad. No es un proceso fácil, pero lo hago porque me nace del corazón y porque quiero devolverle algo a mi ciudad. Me siento orgulloso de ese trabajo”. 

Sin embargo, la vida también le ha enseñado a Alejandro lecciones de amor y pérdida. La partida de su madre hace seis años dejó un vacío profundo en su corazón, un dolor que lo acompaña pero que transforma en agradecimiento. “Todavía hago las cosas pensando en ella”, confiesa, con la certeza de que su legado perdura. En su esencia espiritual, encuentra en su madre un apoyo constante, una guía que, aunque ya no está en el plano terrenal, siempre lo acompaña en cada paso.

Tuvimos siempre una amistad increíble, pero la dejé ir feliz porque la labor como e hijo y como madre fue más que cumplida. Todo no lo dijimos en vida, todo lo que pude hacer por ella lo hice en vida, y ella ni hablar lo que hizo por mí. Es bendecido el hombre que honra a padre y madre y eso lo tengo muy claro en mi cabeza. Se fue del plano terrenal, pero ahí está siempre para mí”. 

Como padre de un joven de 17 años que vive en Francia, Alejandro también ha enfrentado la ausencia, esta vez desde el rol inverso. “Lo que más me enseñó a ser padre fue la ausencia de mi padre”, dice, recordando cómo ese vacío lo inspiró a ser un papá presente y dedicado, pese a que su hijo viva en otro país en aras de asegurarle un futuro mejor. La relación con la madre de su hijo es un testimonio de amistad y respeto, asegurando que, aunque estén separados y lejos, siempre habrá un lazo inquebrantable entre ellos.

En cada rincón de su vida, Alejandro Estrada es un reflejo de amor, esfuerzo y gratitud. Su historia es un recordatorio poderoso de que, a pesar de los desafíos, siempre se puede encontrar fuerza en nuestras raíces y en los recuerdos de quienes más amamos. Así, viviendo con intensidad y pasión, Alejandro sigue dejando huella y sembrando esperanza, con la certeza de que cada sueño, cada paso, lo ha llevado a ser la persona que es hoy. 

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