Hablar con la periodista Catalina Suárez de paz resulta, de entrada, esperanzador. No solo por lo que su historia de vida representa, sino por su perspectiva audaz sobre la realidad del país, además de su gentileza para mirar al otro.
Es un día más en la redacción de Kienyke.com. Los periodistas presentan sus agendas a los editores, los teléfonos suenan, se escucha a más de uno tipear y trabajar en sus notas cuando la reconocida periodista de "Al Oído", programa de La W, llega a la cita pactada para hablar con Adriana Bernal en Kién es Kien sobre lo que ha aprendido desde que se enamoró de quien quizás no podría ser más distinto a ella políticamente hablando: Jorge Suárez, el hijo del Mono Jojoy.
Su calidez y amabilidad al saludar a todos son su carta de presentación. Se acomoda en el sofá mostaza para hablar sobre sus recuerdos de infancia, la admiración por sus padres, su conexión con la política y cómo el amor cambió por completo la lectura que había hecho hasta el momento de la vida.
Hija de una manizalita y un rolo, Catalina pasó sus primeros años de vida en Bogotá, asistiendo al Colegio de la Enseñanza, sin saber que el hombre que hoy acompaña sus pasos y con quien decidió construir una vida en común estuvo siempre tan cerca: “Jorge iba al Colegio San Viator; yo creo que nos pudimos haber encontrado en la ruta un par de veces”, dice con asombro sobre su esposo Jorge Suárez, con quien, además del apellido, comparte el cumpleaños.
A ‘Chepe’, como le decían al hijo del emblemático exjefe del bloque oriental de las FARC, lo conoció un día de pandemia en su propia casa: “Jorge llega de una manera inesperada en medio de un momento muy difícil que era la pandemia. Yo tenía una ruptura amorosa, estaba pasando lo que uno dice, el trago amargo. Más allá de experta en política y de opinión, soy experta en tusas”.
Fue en una reunión con sus amigos, cuando lo peor del covid-19 ya había pasado y poco a poco todos empezaban a encontrarse, que el hombre que ella tanto había pedido al cielo apareció: “Llegó por casualidad. Teníamos amigos en común. Increíble. Hay algo que muchas personas desconocen y es que sí, Jorge es el hijo del Mono Jojoy, pero además un niño que se entregó en adopción a los ocho meses. Nosotros compartimos una vida muy parecida”, relata, agregando que, de hecho, los amigos del conjunto residencial en el que creció Jorge se convirtieron en sus mejores amigos: “Yo los conocí en la adolescencia, cuando Jorge ya estaba en la guerrilla”.
Con 17 años y en plena adolescencia, a Jorge Suárez le tocó dejar su vida en la ciudad para irse al Caguán, en el Caquetá, luego de que los Castaño se enteraran de que el Mono Jojoy tenía un hijo. Un momento en el que la vida de Jorge cambia por completo, pues los campamentos en medio de la selva colombiana fueron su hogar hasta el proceso de paz.
Vea aquí la entrevista completa a Catalina Suárez:
Durante este tiempo, pasaron muchas cosas en la vida de Catalina y en la de muchos colombianos que crecieron viendo con horror los estragos del narcotráfico y los hechos violentos de los que, en muchas ocasiones, las FARC eran protagonistas: “Éramos tan unidos con mis papás que siempre veíamos televisión juntos… y crecer en los noventas fue todos los días ver en el noticiero a niños que se murieron sin ver a sus padres porque estaban secuestrados; empresarios y medianos empresarios tuvieron que dar una vacuna a un grupo ilegal porque sí”, cuenta Catalina sobre los días en los que se sentaba junto con sus papás a ver el horror de la guerra que padecían muchos colombianos en diferentes partes del país.
Mientras tanto, la foto del exjefe guerrillero y padre biológico de Jorge aparecía en los anuncios de “se busca” con millonarias recompensas para quien pudiese rendir a las autoridades cualquier tipo de información. Dos niños frente a un televisor haciéndose sus propias opiniones del país en el que les había tocado vivir
El encuentro y los consensos
Durante los años en los que Catalina fue a la Universidad de La Sábana y Jorge aprendía a sobrevivir en la milicia, como lo hizo su padre desde 1975, cuando decidió vincularse a la guerrilla hasta el día de su muerte, el 22 de septiembre de 2010, ninguno jamás imaginó que se pudieran enamorar de alguien con ideales políticos tan diferentes a los suyos, pues mientras uno había visto el Gobierno de Uribe Vélez como un faro de esperanza, el otro sintió en primera persona cómo este se convirtió en el primer presidente en hacer replegar a las FARC. Sin embargo, pese a todo esto, encontraron en su relación un espacio seguro para dialogar sobre sus diferencias.
El amor entre ellos desafía las etiquetas: “derecha o izquierda” y las expectativas sociales. Catalina, una líder de opinión que siempre ha defendido a figuras de la política colombiana, como lo es el expresidente Álvaro Uribe Vélez, y Jorge, un firmante de la paz que ha tenido que lidiar con los prejuicios y estigmas de ser el hijo de uno de los comandantes más importantes en la historia de esta organización guerrillera, se han convertido en un testimonio de que para alcanzar la paz es clave empezar por respetar la diferencia: “Él llegó para hacerme desaprender y para enseñarme un montón de cosas de las que me estaba perdiendo”.
Muchos colombianos que se conectan con 'Al Oído', programa de La W en el que Catalina siempre se ha mostrado muy crítica frente a la realidad política, económica y social del país, en especial de este Gobierno, el primero de izquierda, desconocen que su esposo es su mayor detractor.
“A Jorge le parece que el gobierno actual lo está haciendo muy bien, y a mí es una cosa que me sorprende y yo digo: ¡me casé con el hombre más optimista! Y tenemos muchas diferencias. Yo tengo profundas diferencias, empezando por la sección editorial que tengo todas las mañanas en la radio. Creo que el primero que no las comparte es mi esposo. A mí a la emisora me llaman a decir que ‘no estoy de acuerdo con Catalina en Al Oído y me parece el colmo’, y yo digo: ay, si ellos supieran que el primero que está en el club de fans anti Al Oído es mi esposo”, dice entre risas
Pese a lo que muchos pensarían, Catalina afirma que en su casa jamás se discute por política: “Los dos estuvimos en tantos extremos que nos dimos cuenta de que al final del día los políticos siempre se encuentran. La escena detrás del show político es muy distinta. Jorge y yo seguimos pensando igual. Cada uno defiende sus cosas”.
Cada vez son más las coincidencias, especialmente de cara al futuro, pues este matrimonio que quiere un país mejor y que ama trabajar por el bienestar colectivo ya sueña con tener hijos: “Queremos hijos y pensamos que queremos un país mejor en temas de paz, en temas económicos, en valores. Nos soñamos los valores de nuestros hijos. Una cosa es no pensar diferente políticamente y otra cosa es cómo nos imaginamos la crianza. Entonces tenemos coincidencias en eso. El tema social nos une. Tenemos un proyecto sobre el respeto a la diferencia con el que llegamos a mil niños en el país para enseñarles esto desde la educación y la cultura”.
Las lágrimas de Catalina Suárez
Antes de que Jorge llegara a la vida de Catalina, la periodista lloró mucho por lo que “pensó que era amor”. También por las injusticias y muchas realidades. Ahora dice que llora de felicidad por encontrar un compañero de vida como el que le tocó.
Dice que se arrepiente de haber sido años atrás alguien que abiertamente le dijo ‘No’ a la paz en el plebiscito, sin saber que el amor de su vida venía con la firma de los acuerdos a los que Jorge Suárez le apostó en 2006, creyendo y regresando a Bogotá.
Hoy ambos siguen construyendo hombro a hombro el hogar que soñaron, llegando a acuerdos, escuchando al otro. Catalina menciona que, aunque la polarización no la asusta e incluso le parece que, en una democracia, llega a ser de hecho sana porque ayuda a defender lo distinto, sí le afana la violencia y la cultura de la cancelación:
“No pasa nada que nosotros pensemos diferente. De hecho, me parece rica una conversación entre heterogéneos. Creo que el país está en un punto en el que todo el mundo se está radicalizando mucho más porque sentimos que hay que tomar un lado, pero no todo el mundo entiende hasta dónde va eso, ni hasta dónde va su diferencia política y hasta dónde empieza como el derecho del otro”.
La pareja ha encontrado un equilibrio, aprendiendo a debatir sobre política sin que eso interrumpa su relación. “Nos sentamos a ver noticias y discutimos, pero sin peleas”, aseguró. Catalina enfatiza que es posible vivir en armonía con diferencias fundamentales y que el diálogo es crucial.
Su libro, titulado “Podéis ir en paz”, refleja esta filosofía. En él, Catalina no solo narra su historia de amor, sino que también explora el concepto de paz en Colombia. Para ella, la paz es un proceso que se construye día a día, en la cotidianidad y en las relaciones interpersonales.
Finalmente, también reconoció que no todo ha sido fácil. La relación ha estado bajo la mirada crítica de la sociedad, donde muchos no han entendido su unión. “Algunos amigos se alejaron, pensando que traicionamos nuestras convicciones”, dijo. Sin embargo, a pesar de los obstáculos, Catalina se aferra a su amor como un refugio y una fuente de fortaleza, pues también ha encontrado grandes amigos como Pastor Alape o Carlos Carrillo: "Hoy mis grandes amigos son de izquierda".
Tras la primera parte de la entrevista, Catalina Suárez toma un sorbo de agua y se prepara para definir algunas palabras. Estas fueron algunas de sus respuestas:
Familia: El centro de todo.
Frustración: Lo que siento en este momento con el país.
Segundas oportunidades: Lo que deberíamos apostarle todos. Mi matrimonio es esto.
Lealtad: La virtud más importante es la lealtad. Por encima de todo, una persona leal es el todo.
Reconciliación: Hacia dónde deberíamos caminar
Colombia Profunda: Lo que he conocido a partir de mi matrimonio y que todos deberíamos estar más inmersos y conectados. Paz. La fórmula mágica que este país necesita desde que existan motivos y que se crean en ambas vías. Pero esto es lo que va a salvar al país.