Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y caña brava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.
García Márquez, Cien años de soledad, 1967
El surrealismo incentivó la creación literaria en América latina de una manera estrepitosa. Pensar que la construcción literaria con una carga imaginaria en la cual la brecha entre lo “real” y lo que no es real era inexistente o borrosa cautivó los lectores de aquella época dorada e incluso impulsó la construcción de una filosofía que se preguntase por lo real y su viabilidad. La cuestión es que aquí (américa latina) todo pasa de una manera distinta, en una temporeidad distinta y bajo matices que emulan ser una novela al mejor estilo surrealista. Cómo cuando el poder de la palabra contrarresta lo real como por ejemplo al decir: “ese tal paro no existe” y como por arte de magia millones y “millonas” de ciudadanos salen a la calle a mostrar su inconformidad pues todos tienen derecho a disponer de “panes y penes” sean campesinos o miembros de la comunidad LGBTI como mejor lo prefieran sin la intervención de un alto jerarca episcopal en la procuraduría general de la Nación. Todos estos actos aparte de mostrar como triunfa la democracia en Latinoamérica, pues cualquiera puede elegir y ser elegido (y cuando digo cualquiera es cualquiera, hasta el menos apto el cual casi siempre resulta ganador) tienen algo en común y es ese particular sentido del humor pues afectan a grupos humanos y nos causa gracia pero igual todos compartimos el mismo contorno social y terminan afectándonos estemos o no en los grupos afectados. En la burla colectiva hay una en particular que nos afecta a todos (en especial en el bolsillo) y es lo que llaman “política”. La construcción de un relato surrealista político elimina la posibilidad de un debate serio por acciones que sumergen al continente en la mediocridad y nos alejan de ser competitivos frente a tratados de libre comercio que se firman todos los días con potencias económicas. Divagando en la red encontré una que me llamó la atención pues parece un remake latinoamericano de Godzila. La *inteligencia* venezolana ha descubierto un plan de la CIA denominado “THE IGUANA ULTRA SECRET PROJECT” el cual buscaba al mejor estilo del encantador de ¿reptiles? Adiestrar a estos agentes de sangre fría para espiar en el vecino país y sabotear los generadores de energía afectando así en la economía y contribuyendo al desplome del capital (nada tiene que ver con los jugosos préstamos a los países adeptos a la doctrina política y la compra exagerada de armamento para proteger la frontera de una guerra con Colombia) Desde luego, esto es una burla para todos. Y no se queda atrás del “yo como digo una cosa digo otra” o “malinterpretaron lo que quería decir” del administrador de esta finca llena de ratas, lagartos y micos que llamamos panteón político colombiano. Para finalizar quiero agradecer a los mandatarios y políticos latinoamericanos por esforzarse en buscar excusas propias de una producción literaria y cinematográfica… total, ricos (delfines políticos), pobres o aparecidos crecimos con el chavo y se nos suelen chipotear cosas. Es por esta y muchas razones más que las estrategias políticas latinoamericanas se merecen mi primer #apagueYvámonos