Feminicidio: Infierno de las mujeres en Colombia

Lun, 17/04/2017 - 03:34
La violencia contra la mujer ha sido una realidad de todas las épocas y los tiempos, desafortunadamente la evolución de las civilizaciones no ha servido para mitigar ni acabar los actos violentos y
La violencia contra la mujer ha sido una realidad de todas las épocas y los tiempos, desafortunadamente la evolución de las civilizaciones no ha servido para mitigar ni acabar los actos violentos y abusivos contra las mujeres del mundo. Colombia no es la excepción, hemos ratificado cuanto tratado y protocolo internacional existe en materia de derechos humanos y por ende aquellos relacionados con la protección a la mujer y a toda violencia contra ella. Colombia tiene además una Constitución Política que desde el año 1991 ha sido garantista en materia de derechos humanos y en general de avanzada en protección a lo que se denominan poblaciones vulnerables, entre ellas las mujeres. Colombia cuenta con legislación ejemplarizante, un caso de ello es la ley 1257 del 4 de diciembre del 2008 que se reconoce como la “ley de no violencia contra la mujer” una norma que recuerda claramente los tipos de daño contra la mujer, el psicológico, el físico, el sexual y el patrimonial. Además de ordenar las medidas de protección en caso de violencia intrafamiliar y fuera de éste ámbito, sobretodo las competencias claras que tienen las autoridades para actuar frente a estos hechos. Existe el decreto reglamentario 4796 de 2011 respecto de la ley 1257 que recuerda las medidas que se deben tomar por parte del gobierno nacional en materia de políticas públicas respecto de la violencia y desigualdad sobre la mujer. Desafortunadamente son muchos los casos que a diario se generan de violencia contra la mujer y que terminan como feminicidio, lo absurdo e ilógico está en que casos como Rosa Elvira Cely o Claudia Johana Rodriguez (primera plana del periódico El Tiempo abril 16 de 2017) con publicidad en los medios recuerdan los miles de casos que hay detrás de ellas y que terminarán igual. Como es posible que una mujer como Claudia Johana soporte 20 meses de tortura acudiendo por diferentes vías a las autoridades y termine muerta. Por estos casos surgieron leyes como la 1761 de 2015 o Rosa Elvira Cely que tipifica el “feminicidio como delito autónomo para garantizar la investigación y sanción de las violencias contra las mujeres por motivos de género y discriminación, así como prevenir y erradicar dichas violencia y adoptar estrategias de sensibilización de la sociedad colombiana, en orden a garantizar el acceso de las mujeres a una vida libre de violencias que favorezca su desarrollo integral y su bienestar, de acuerdo con los principios de igualdad y no discriminación“. La ley 1761 regula como pena de prisión del feminicidio de 250 meses (20.8 años) a 500 meses (41.6 años), con circunstancias de agravación que elevan la pena de 500 a 600 meses (50 años) de prisión. Esto con la necesidad de actuar bajo el principio de “la diligencia debida” por parte de las autoridades judiciales, lo que significa prioridad, urgencia, vehemencia en las investigaciones. Siendo las penas altamente persuasivas frente a otros delitos en Colombia, ¿que es lo que está fallando?. ¿Qué es lo que no cambia? ¿Por qué aumentan los casos y no se detienen con una normatividad fuerte como la que existe?, ¿Por qué casos tan graves como éstos de 345 casos en 5 años siguen 152 en Indagación, 51 en investigación, 86 en juicio, 54 en ejecución de penas y 3 por terminación anticipada?. Es claro que el nivel de denuncia ha aumentado, lo que de alguna manera genera esperanza frente a visibilizar el infierno vivida por tantas mujeres pero no es suficiente con denunciar dado que si no hay una acción eficaz que detenga al agresor no sirve de nada la denuncia. Si no se resuelven 345 casos denunciados que hacer con las más de 39.000 mujeres que han pedido protección solo en Bogotá. Hay que resolver esta bomba de tiempo, dado que se tienen las herramientas legales, institucionales y administrativas. Se requiere de un proceso de paz con las mujeres de Colombia, no pueden seguir muriendo aquellos seres que dan vida, que sostienen las familias, que son los ejes esenciales de la sociedad, de las que dependen los pueblos y las naciones. La pregunta es, ¿cuántas mujeres tienen que morir para que las autoridades actúen y procesen a sus atacantes a tiempo?. Es un tema de gerencia judicial, las leyes existen, es necesario que tanto Policía, Fiscalía , Medicina Legal, Comisarías de Familia, Defensoría del Pueblo, entre otras. Actúen de manera inmediata, con prioridad absoluta, sin incitar a la conciliación, ni enviar a la víctima con su victimario a dialogar a lo que sería su último día de vida. La sentencia 772 de 2015 de la Corte Constitucional ordenó que la fiscalía tiene la obligación de acudir ante un juez de control de garantías para pedir la protección a la mujer, si esto es así porque la protección falla, simplemente porque un papel no sirve para reaccionar contra la violencia, se requiere una protección real frente a los agresores. Esto sin contar cuando a las mujeres no les creen en las comisarías de familia cuando presentan un caso que inicia con violencia y que puede terminar en feminicidio, falta proyección frente a los hechos y por ende medidas efectivas. Se requiere de capacitación a los funcionarios judiciales que investigan y que deben tener claro cuando están frente a un feminicidio y cuando frente a un crimen pasional como lo catalogan algunos equivocadamente. Lo mismo ocurre con quienes atienden en las comisarías de familia, tener los elementos y el criterio suficiente para evidenciar cuando un caso terminará como un feminicidio. Además de hacer efectivas las sanciones disciplinarias contra estos funcionarios que incurriendo en omisión de sus funciones no actúan y ponen en riesgo la vida de una mujer. ¿En qué momento de la historia se olvidó el rol de las mujeres en el mundo? Matar a las mujeres es acabar con la madre, con la hija, con la hermana y en general con el ser que permitió que hoy los agresores y abusadores tengan vida. El problema, es el ser humano, al que hay que controlar, proyectar, castigar y sancionar, es a aquellos que viven en medio de la violencia, consideran a sus parejas como propiedades o trofeos. Se requieren de campañas de sensibilización agresivas que lleguen a estos seres y les transformen la mentalidad enfermiza respecto de las mujeres. No basta con la línea 155 cuando a una mujer le quitan la posibilidad de comunicarse y la silencian de manera permanente. Sorprenden las guerras, el uso de armas nucleares, el uso de armas químicas, pero no sorprenden para algunos las muertes silenciosas de las mujeres cada día, no entiendo como duermen los funcionarios cuando tienen en su escritorio una multitud de casos contra mujeres y tienen en su decisión detener a un potencial asesino. O los líderes políticos, porque esta es la verdadera guerra humana que hay que enfrentar y combatir hasta erradicar.
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