¿Se imagina jugar una final de la Champions League en ayunas? Aunque suene como una locura, no es extraño que esto suceda. Esta situación se puede presentar por cuenta del ramadán, el noveno mes del año lunar de los musulmanes, quienes durante sus 30 días guardan un riguroso ayuno. Los futbolistas que profesan el islam no son la excepción.
En 2018, el egipcio Mohamed Salah, el senegalés Sadio Mané y el francés Karim Benzema estuvieron a punto de disputar la final de este importante torneo europeo sin comer ni beber ningún alimento. El juego en el que el Real Madrid consiguió su título número 13 de Champions League se disputó el 26 de mayo, mientras el ramadán de ese año tuvo lugar entre el 16 de mayo y el 14 de junio.
El delantero egipcio del Liverpool tenía decidido no saltarse el ayuno, postura en la que se mantuvo firme hasta dos días antes del compromiso. Sin embargo, Salah rompió su ayuno para no sabotear su rendimiento, según las recomendaciones del cuerpo técnico del equipo inglés y de sus tutores religiosos. Finalmente, se dislocó una clavícula en un forcejeo de balón con Sergio Ramos.
Para entender la relación que existe entre el ramadán y el fútbol es clave señalar en qué consiste esta festividad religiosa del islam. Tiene lugar en el noveno mes del calendario musulmán y consiste en abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales, desde antes del amanecer hasta la puesta del sol, todos los días durante un mes.
Según el Corán, que es para ellos la palabra de Dios, los musulmanes obedientes reciben grandes bendiciones a cambio de su sacrificio durante el ramadán. No obstante, quienes no puedan dejar de comer o beber por ser de edad avanzada, tener enfermedades o por otras razones, están exentos del ayuno e igual reciben las bendiciones de este mes.
El ramadán se festeja por el descenso del cielo a la tierra del Corán. También se cree que las puertas del cielo se abren más que nunca, de manera que las oraciones de los que rezan le llegan de manera más eficaz que en cualquier otro mes.
En este 2021, el ramadán comenzó el pasado 13 de abril y termina el próximo 12 de mayo. Esta es la segunda vez consecutiva que tiene lugar esta tradición en medio de la pandemia del covid-19. Para los fieles de esta religión, este tiempo sirve para purificar el alma, practicar la autodisciplina y el autosacrificio, reformar la fe que tienen hacia Dios y, sobre todo, ayudar a los menos afortunados.
El ramadán tiene cinco pilares fundamentales que son cumplidos a rajatabla por los musulmanes:
- Sawm: ayuno del amanecer al atardecer.
- Shahadah: tener fe en que no existe otra deidad salvo Dios y el profeta Mahoma.
- Zakat: dar dinero a obras de caridad.
- Salah: rezar cinco veces al día.
- Hajj: el peregrinaje a la Meca al menos una vez en la vida, si se puede.
Después del último día del ramadán ocurre un festejo denominado Aíd al Fitr, que conmemora el final de este mes y tiene una duración de tres días. Los musulmanes se reúnen para rezar, comer e intercambiar regalos, así como para presentar sus respetos a los parientes que han fallecido.
Con ese panorama se puede entender lo importante que resulta esta costumbre para los futbolistas musulmanes. Aunque con el paso de los años han relajado un poco el ayuno, estos deportistas de alto rendimiento siguen cumpliendo estrictamente con las pautas establecidas en el Corán, salvo algunas contadas excepciones.
La presencia de futbolistas que siguen el islam en las ligas de élite ha visibilizado una practica que data del 610 d.C. y que con la exigencia del fútbol moderno ha sido ligeramente incumplida por los deportistas que, por su trabajo, deben comer y beber normalmente para que su rendimiento físico no se vea afectado.
El encuentro del ramadán con el futbol europeo resultó problemático en un principio, pero los clubes europeos han aceptado paulatinamente que sus jugadores no cumplan al pie de la letra el plan de alimentación durante esos 30 días. En 2004, el doctor Yacine Zerguini, miembro de la Comisión de Medicina Deportiva de la FIFA y de la CAF, señaló que el fútbol y el ramadán no son incompatibles —como se creía hace algunos años— y los clubes relajaron los controles alimenticios.
"Personalmente, creo que la práctica del ramadán no es totalmente incompatible con la práctica del fútbol de élite, a pesar de la falta de preparación que conlleva. Sin embargo, es fundamental descubrir los efectos concretos que tiene el ayuno en el organismo de los futbolistas, lo que permitirá adaptar a sus necesidades los programas de preparación y entrenamiento, así como las planificaciones en materia de alimentación", aseguró para la web de la FIFA.
En ese sentido, se han implementado distintas estrategias para que los futbolistas no descuiden su estado físico previo a cada partido que se realice durante el ramadán, puesto que la falta de alimentos y líquidos en las horas previas a un juego produce efectos sobre los músculos y puede aumentar el riesgo de lesiones. La deshidratación es la condición que más problemas puede acarrear porque produce calambres, dolor de cabeza, cansancio e incluso pérdida de concentración.
Por ejemplo, los jugadores del GZT Giresunspor, de la segunda división del fútbol turco, aprovecharon una pausa por lesión para romper su ayuno. Al iniciar el juego aún había sol pero, al pasar algunos minutos del primer tiempo, llegó la noche y con ella el permiso de comer y beber. Los jugadores comieron algunas porciones de comida y bebieron agua. Vaya que les sirvió, pues remontaron el partido que jugaban ante el Ankara Keçiörengücü.
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No obstante, hay casos como el del futbolista franco-marroquí Nabil El Zhar, quien juega en el equipo Al-Ahli Doha de la Liga de fútbol de Catar. Él ha declarado que se siente más puro cuando ayuna durante el ramadán y que "la fuerza de Dios" le hace jugar mejor. Su situación, como la de otros futbolistas musulmanes, no evita un lío para sus clubes; pero según reseñan varios medios locales, algo de cierto tiene, ya que tuvo destacadas actuaciones en los compromisos que disputó durante el mes sagrado.
Durante el 2020, a las restricciones del ramadán se sumaron las del covid-19. Los entrenamientos grupales fueron cancelados por varios meses, pero eso no eximió a los jugadores de sus ejercicios individuales en casa. Eso sí, pudieron modificar sus horarios de trabajo a voluntad.
El caso de Mohamed Salah es el que mejor ilustra este cambio. El delantero del Liverpool aprovechó que no debía ir cada mañana a la sede del equipo inglés para entrenar y decidió realizar sus ejercicios en la madrugada, cerca de las 3 a.m., para tener tiempo de cumplir con su trabajo y comer algo mientras el sol permanece oculto, y así no tener un ayuno tan prolongado luego de la actividad física. Salah publicó una fotografía en su cuenta de Instagram en la que se le veía ejercitándose a las 2:40 de la mañana.
El más reciente suceso que evidencia la particular relación del fútbol y el ramadán ocurrió el pasado jueves 22 de abril en el partido del Leicester City contra el West Bromwich. Brendan Rodgers, entrenador de los foxes, cambió a Wesley Fofana al minuto 61, una modificación por lo menos inusual en el equipo inglés.
Al terminar el juego en el que los dirigidos por Rodgers vencieron 3-0 al West Bromwich, el estratega explicó por qué sacó a Fofana de la cancha: "Es un jugador que está en pleno ramadán y no había comido en todo el día. Es impresionante si pensamos en su actuación el fin de semana en la semifinal de la FA Cup, sin comer ni beber en todo el día. Y hoy igual, no ha comido desde las 8 de la tarde de ayer".
El ramadán y otras tradiciones musulmanas están más presentes que nunca en el fútbol de élite. Los grandes jugadores que profesan esta religión han hecho que el mundo admire cada segundo que juegan en ayunas. Es tanta la visibilidad que han logrado que hoy son comunes los niños de categorías inferiores, europeos y católicos, que celebran sus goles con el "sujood", una celebración en la cual el jugador se arrodilla y besa el suelo. Significa para los musulmanes una alabanza a Alá. Para los niños, es una manera de imitar a sus ídolos; a Demba Ba, Karin Benzema, Yaya Touré o Mezut Özil.