El día que el Papa Francisco terminó con un ojo morado en Colombia

Lun, 21/04/2025 - 13:03
El día que el Papa Francisco mostró su humanidad en Cartagena: Un recuerdo imborrable tras su fallecimiento.
Créditos:
EFE

Con la reciente y triste noticia del fallecimiento del Papa Francisco a los 88 años, el mundo entero se encuentra de luto. Líder espiritual de más de mil millones de católicos, el pontífice argentino será recordado por su incansable lucha por la paz, su cercanía con los más desfavorecidos y su inigualable sentido del humor. Entre los muchos momentos memorables de su papado, uno de los más emotivos y humanos ocurrió durante su visita a Colombia en 2017, específicamente en la ciudad de Cartagena.

El accidente que reveló su humanidad

El 10 de septiembre de 2017, durante su recorrido en el papamóvil por el barrio San Francisco, uno de los sectores más humildes de Cartagena, el Papa sufrió un pequeño accidente que se convirtió en una gran anécdota. Mientras saludaba a la multitud, el vehículo frenó repentinamente, y el pontífice se golpeó el rostro contra el marco del cristal protector, sufriendo un hematoma visible en la ceja y el pómulo izquierdo.

Lejos de alarmarse o detener su recorrido, el Papa Francisco continuó con su agenda con una sonrisa en el rostro. Más tarde, durante una rueda de prensa, bromeó con los periodistas diciendo que le habían "puesto un ojo en compota", provocando carcajadas entre los presentes y reafirmando su capacidad única para conectar con las personas desde la sencillez y la honestidad.

Este gesto no solo fue aplaudido, sino que quedó grabado en la memoria colectiva como un símbolo de su humildad y cercanía. El accidente, lejos de empañar su visita, reforzó la imagen de un papa humano, valiente y profundamente empático.

Una ciudad volcada al Papa

La visita del Papa Francisco a Cartagena no fue solo noticia por el accidente. Fue, ante todo, una fiesta de fe y cultura. Desde su llegada, la ciudad amurallada se transformó. Calles adornadas de blanco, balcones con banderas del Vaticano, cantos religiosos y danzas folclóricas recibieron al pontífice en un ambiente cargado de emoción.

Niños y jóvenes se agruparon en cada rincón del recorrido con pancartas, cantos y oraciones. Uno de los momentos más simbólicos fue cuando un grupo de artesanos locales le entregó un sombrero vueltiao, símbolo nacional de Colombia y emblema de la cultura caribeña. El Papa lo aceptó con una sonrisa, colocándoselo brevemente, desatando una ovación de alegría entre los asistentes.

Durante la misa campal en el puerto de Cartagena, Francisco habló de la dignidad humana, la necesidad de erradicar la pobreza y la importancia del perdón en una Colombia que, en aquel momento, avanzaba con pasos inciertos hacia la reconciliación tras décadas de conflicto armado. Su mensaje resonó con fuerza entre los miles de fieles que lo escucharon bajo el implacable sol caribeño.

Un legado imborrable

Hoy, mientras el mundo llora su partida, aquel episodio en Cartagena cobra un significado especial. No solo por el incidente en sí, sino por lo que representó: la imagen de un papa que, incluso en la adversidad, eligió seguir adelante, sonriendo y compartiendo su tiempo con quienes más lo necesitaban.

La escena del Papa con un moretón en el rostro, saludando con afecto a los cartageneros, quedó plasmada como una de las estampas más humanas de su pontificado. Fue un recordatorio de que el liderazgo no se mide por la perfección, sino por la capacidad de mantenerse fiel a los valores incluso en los momentos más inesperados.

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