El lugar de la feminidad

Lun, 08/03/2021 - 15:32
El feminismo defiende el derecho de las mujeres a existir en todas sus formas. Las formas más 'femeninas' de existir no solo son válidas, sino que elegirlas no debe costarle la vida a nadie.

Hoy se conmemora el centésimo Día Internacional de la Mujer. Este día conmemora las luchas que la mujer ha emprendido para reivindicar su derecho a existir en varias dimensiones: trabajadora, portadora de conocimiento y habilidad, ciudadana con capacidad de ser dueña de sus cosas y gestionarlas, y sujeto político con el derecho de opinar, elegir y ser elegida, propietaria de los ciclos de su cuerpo, entre otras.

Gracias al activismo incansable de muchas mujeres en diversos ámbitos, ellas han ganado libertades sobre sus vidas que es necesario reconocer y preservar cada año, puesto que la historia de la política mundial ha demostrado que el terreno ganado se puede perder en un par de trazos de pluma fina o como consecuencia de una calamidad pública. 

Para la muestra, un botón: de acuerdo con declaraciones de Antonio Guterres, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la pandemia por la covid-19 quebró la frágil situación económica de mujeres en condiciones de vulnerabilidad y que dependían de empleos informales para tener sus propios ingresos. 

Como consecuencia de la crisis financiera y las cuarentenas, las mujeres y las niñas dejaron de ir a las escuelas y los puestos de trabajo para quedarse bajo techo con sus abusadores. “La pandemia está exponiendo y exacerbando los obstáculos que las mujeres enfrentan a la hora de alcanzar sus derechos y desarrollar todo su potencial”, dijo Guterres en una conferencia virtual sobre el tema.

Mientras la vacuna se disemina, la pandemia pasa y los estragos se ven con mayor claridad y distancia —aunque algunas ONG estiman que este incidente pudo sabotear el esfuerzo de generaciones de trabajo—, vale la pena repasar otro gran enemigo de las luchas reivindicativas de las mujeres. Este enemigo es, al mismo tiempo, una imposición cultural, un conjunto de atributos y una sombra que se posa sobre lo que significa la humanidad misma: el concepto de feminidad.

¿Qué es la feminidad?

La feminidad, en esencia, es el conjunto de atributos que la cultura asigna a la mujer y la niña. Esas características se impusieron en todas las culturas antes de que el poeta Geoffrey Chaucer usara el término “feminidad” en sus disertaciones del siglo XIV. De la mujer y la niña se espera honestidad, sensualidad, carisma, sensibilidad, ternura, pasividad y humildad, entre otras actitudes. 

La feminidad, además, tiene toda clase de manifestaciones físicas. Una apariencia femenina puede significar cosas diferentes en varios extremos del mundo: una piel bronceada o estrictamente cuidada del sol, un cuerpo menudo u otro de curvas pronunciadas, el uso de faldas o pantalones, el cabello alisado, ensortijado, teñido o cubierto con un velo. Verlo desde esta perspectiva amplia nos permite juzgar lo amplio que es el concepto.

Las labores femeninas también cambian con las sociedades. En algunas culturas indígenas, son las mujeres quienes tienen voz de veto y mando en sus sociedades. En la India rural, la mujer no trabaja y su familia debe reunir el dinero de la dote para casarla con alguien, con quien tendrá hijos que luego ella tendrá que cuidar. En otras culturas, las mujeres tienen roles complementarios. Veamos un ejemplo de los montes Urales: mientras los hombres lapones cazan y pescan, las mujeres laponas se integran a la economía formal para evitar un rezago económico entre ellos y los mestizos. 

¿Y en Occidente? La feminidad está asociada a labores de cuidado y la explotación de su sensualidad y carisma: el trabajo social, la enfermería, la pedagogía de los ciudadanos más pequeños, la venta de bienes y servicios, la partería, entre otras. La relegación de la mujer a esas ocupaciones, más la necesidad de ella de encargarse de labores de cuidado en el hogar y cumplir menos horas, causó la brecha salarial contra la que hoy se combate.

¿Es mala la feminidad?

No son malos los componentes de la feminidad en cada sociedad, pero sí hay un problema con que sean impuestos como regla inflexible a las mujeres, mientras son denegados en su totalidad a los hombres.

Ninguna mujer es menos por aflorar su sensibilidad, dedicarse al cuidado de sus hijos, cuidar de su salud física, elegir profesiones orientadas al cuidado o conseguir lo que sueña a través de su carisma. El feminismo lucha para que todas ellas sean decisiones conscientes y no imposiciones sociales. 

Por ejemplo, las mujeres se levantan para que quedarse en casa no sea una sentencia de muerte por hambre o golpes. Antes de la pandemia, un 40% de familias colombianas era monoparental y el 10% de mujeres de clase media se reconocía como ama de casa. 

Durante la pandemia, de acuerdo con cifras del Gobierno nacional, seis millones más de mujeres fueron arrinconadas a las labores caseras porque no tenían empleos formales con garantías ni estaban autorizadas para desempeñar sus oficios informales. Esto forzó a muchas de ellas a quedarse o regresar con parejas o núcleos familiares abusivos, porque sus ganancias de antes nunca les permitieron un ahorro o fueron víctimas de violencia económica. 

Las mujeres también se levantan para que la sociedad no lastime la psiquis de una mujer, desde cuando es una niña, al punto de arrinconarla para que se someta a una cirugía estética a todo costo, incluso cuando ese costo es su propia vida. 

En un país como Colombia, donde Medicina Legal ha reportado un aumento del 130% en muertes de pacientes por cirugías estéticas y la mayoría de esas pacientes eran mujeres, es necesario hacer dos compromisos. Uno de ellos es respetar la diversidad de cuerpos que hacen parte de un país pluricultural como este. El otro es exigir garantías para que, si hacerse una cirugía estética es la decisión consciente de la mujer, esta no muera en circunstancias de negligencia. Para que no se la culpe por la desesperación que la misma sociedad ha causado. Para que pueda vivir feliz y en paz.

A su vez, —aunque a esta lucha no puede dedicarse el feminismo porque no le corresponde—, aceptar algunas características de lo que se considera femenino puede beneficiar al hombre en el desempeño de sus roles. La humildad, definida como el conocimiento aterrizado de las propias capacidades, puede eliminar imprudencias catastróficas en la vida de los hombres. La sensibilidad, más que un atributo, es una realidad de la humanidad y al varón le será de mucho servicio explorarla.

Los elementos del mal llamado liderazgo femenino, que se orienta menos al alcance de metas y más a la colaboración, podrían beneficiar la cultura organizacional de muchas empresas y alcanzar las metas deseadas.

En memoria de Mercy Dávila Cárcamo

Creado Por
Erika Mesa Díaz
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