Mary Anne MacLeod, madre de Donald Trump y figura fundamental en la historia personal del expresidente estadounidense, llegó a Nueva York en mayo de 1930 con tan solo 50 dólares en el bolsillo, aproximadamente 950 dólares de hoy.
A pesar de los humildes orígenes, su determinación y astucia la llevaron a formar parte de la élite de Nueva York, dando forma al futuro de una familia que dejaría una huella en la política y los negocios del país.
Nacida en Tong, una pequeña aldea en la isla de Lewis, Escocia, Mary Anne emigró a los Estados Unidos a los 18 años, siguiendo los pasos de tres hermanas que ya residían en el país.
Lo hizo con un visado de inmigrante, un detalle importante que desmiente la versión que muchos creen sobre su llegada como turista con planes de regresar a Escocia. Según los registros de inmigración digitalizados por la Fundación Estatua de la Libertad - Isla de Ellis, MacLeod llegó a EE.UU. con la intención de establecerse permanentemente, una decisión que marcaría el rumbo de su vida, según reportó la BBC.
En su llegada a Nueva York, Mary, quien inicialmente se registró como "doméstica" en los documentos de aduana, encontró trabajo en el servicio doméstico, algo común para las mujeres jóvenes de su entorno. Su vida en los Estados Unidos no fue fácil, pero su ambición y trabajo duro le permitieron ascender socialmente. A los pocos años de su llegada, Mary Anne se casó con Fred Trump, un exitoso constructor de raíces alemanas, quien, como ella, había nacido en un hogar de inmigrantes. Juntos formarían una familia que, con el tiempo, se convertiría en una de las más influyentes en el mundo de los negocios.
A pesar de su vida relativamente tranquila en el hogar, Mary Anne fue una mujer ambiciosa y con un fuerte sentido de competitividad.
De acuerdo a la autora Gwenda Blair, quien ha escrito sobre la familia Trump, la describe como una mujer con una gran conciencia del mundo que la rodeaba, pero también como alguien que, por ser mujer en su época, tuvo que encontrar otras formas de expresión para su ambición.
En un país como Estados Unidos, donde la inmigración ha sido siempre un tema de debate, la historia de Mary Anne MacLeod es un ejemplo de lo que muchos consideran la esencia del sueño americano. A su llegada, en medio de restricciones migratorias y un contexto económico difícil, su perseverancia la llevó a ser naturalizada como ciudadana estadounidense en 1942.
En las décadas siguientes, la familia Trump ascendería de la clase trabajadora a la alta sociedad neoyorquina, construyendo una fortuna que, décadas después, contribuiría a la carrera política de su hijo Donald.
Mary Anne MacLeod falleció en agosto de 2000 a los 88 años, dejando un legado de resiliencia, ambición y generosidad que marcó no solo a su familia, sino también a la comunidad que la rodeaba. Un pabellón del Centro Médico Jamaica lleva su nombre, como símbolo de su impacto en la vida de los demás.
De la joven inmigrante que llegó con pocos recursos, a la madre de un presidente de Estados Unidos, la historia de Mary Anne MacLeod es un testimonio del poder de la perseverancia y la capacidad de reinvención en un país que, para muchos, representa una tierra de oportunidades.