Personalidad adictiva: el laberinto interior de una enfermedad silenciosa

Jue, 24/04/2025 - 11:24
La adicción se convierte entonces en una manera de llenar un vacío existencial o de huir de sí mismos.
Créditos:
Marek Pavlik

Detrás de la mirada ansiosa, del silencio interrumpido por compulsiones o del grito eufórico del exceso, habita una personalidad herida, vulnerable y muchas veces incomprendida. La adicción no es sólo el uso repetitivo de sustancias y comportamientos, es una manifestación compleja de vacíos emocionales no resueltos, traumas antiguos y mecanismos de defensa frente a un mundo que se siente abrumador. La personalidad adictiva no nace, se construye, y, en su arquitectura, están presentes factores genéticos, psicológicos, familiares y sociales que deben ser comprendidos para sanar sin ser reprimidos o castigados.

El origen de la personalidad adictiva: entre la herida y el vacío

La personalidad adictiva suele desarrollarse en personas que, desde temprana edad, han tenido dificultades para regular sus emociones. En muchos casos, hay historias de abandono, abuso, negligencia emocional o disfunción familiar. El cerebro del adicto responde con mayor intensidad a los estímulos placenteros, como un mecanismo de compensación ante el dolor interno o la carencia afectiva.

Además, frente a factores genéticos que predisponen al desarrollo de adicciones, hay una estructura de pensamiento que los caracteriza: baja autoestima, necesidad de control, intolerancia a la frustración, impulsividad y dependencia afectiva. La adicción se convierte entonces en una manera de llenar un vacío existencial o de huir de sí mismos.

El consumo y sus consecuencias: 

alcohol, cocaína, marihuana y fármacos

Personalidad adictiva: el laberinto interior de una enfermedad silenciosa
Créditos:
Mirella Callage

Cada sustancia deja una huella distinta en la mente y el cuerpo, pero todas convergen en un punto común: la pérdida progresiva de la libertad interior.

  • Alcohol: desinhibe, pero a largo plazo deprime el sistema nervioso central. Genera dependencia emocional, deterioro de relaciones, violencia doméstica y fallos orgánicos.
  • Cocaína: acelera el ritmo cardíaco, crea euforia artificial y dependencia inmediata. Aumenta la paranoia, el deterioro cognitivo y la impulsividad.
  • Marihuana: aunque muchos la perciben como “inofensiva”, su consumo habitual puede generar apatía, distorsión de la percepción, problemas de memoria y desmotivación crónica.
  • Drogas psiquiátricas mal administradas (benzodiacepinas, antidepresivos, etc.): pueden crear dependencia física y emocional, insensibilidad afectiva y disminución de la capacidad de introspección.

Cada adicción, además, lleva consecuencias personales (aislamiento, pérdida de identidad), sociales (fractura familiar, desempleo, desobediencia a las normas) y espirituales (pérdida de propósito, sensación de vacío existencial).

Adicciones no químicas

No todas las adicciones son a sustancias. La adicción al sexo, al juego, a la comida, a la tecnología o incluso al conflicto (ira constante) revela el mismo patrón: la necesidad compulsiva de escapar de una emoción que no se puede enfrentar.

  • Adicción al sexo: búsqueda constante de validación y placer físico para evitar la intimidad emocional o el sentimiento de soledad.
  • Adicción al juego (ludopatía): impulso descontrolado hacia el riesgo como forma de dopamina rápida, llevando a la ruina económica y emocional.
  • Adicción a la ira: una forma de autoafirmación violenta ante el miedo a la vulnerabilidad.

Algunas señales para identificar una personalidad adictiva.

  • Cambios de humor repentinos e inexplicables.
  • Aislamiento progresivo de la familia o amigos.
  • Mentiras frecuentes o manipulación emocional.
  • Negación constante del problema.
  • Reincidencia en conductas autodestructivas.
  • Búsqueda compulsiva de placer o evasión.
  • Falta de límites personales y dificultad para sostener relaciones sanas.

Estas señales, si se detectan tempranamente, pueden ser clave para iniciar un proceso de recuperación.

Opciones de rehabilitación: del abismo al reencuentro

La recuperación integral del adicto requiere un enfoque multidisciplinario. Las opciones más efectivas combinan lo médico, lo psicológico, lo emocional y lo espiritual:

  • Terapia individual (cognitivo-conductual, logoterapia, EMDR).
  • Grupos de apoyo como Alcohólicos Anónimos o Narcóticos Anónimos.
  • Comunidades terapéuticas y centros de rehabilitación integrales.
  • Logoterapia, para encontrar un nuevo sentido de vida más allá del sufrimiento.
  • Programación Neurolingüística (PNL), para reprogramar creencias limitantes y patrones destructivos.
  • Hipnosis clínica, como técnica para acceder a la raíz inconsciente del trauma o impulso adictivo.
  • Coaching emocional o esencial, que potencia el autoconocimiento y la autoeficacia.
  • Terapia breve estratégica, útil para resolver bloqueos específicos en corto tiempo.
  • Acompañamiento espiritual, meditación, mindfulness o prácticas contemplativas.

Cada proceso debe adaptarse al tipo de adicción, historia personal y nivel de deterioro del paciente. La clave es el respeto al ritmo interno del enfermo y el diseño de un plan personalizado

Sin embargo, la negación es el principal obstáculo para la sanación. Si el adicto se aferra a ella y continúa el consumo, las consecuencias suelen ser trágicas:

  • Deterioro físico irreversible o muerte.
  • Destrucción total de vínculos familiares.
  • Pérdida de autonomía, de trabajo y dignidad.
  • Trastornos mentales graves o suicidio.
  • Impacto generacional en hijos, pareja y entorno.

Sin embargo, mientras haya vida, hay esperanza. A veces el fondo del abismo es el inicio del despertar.

Más allá de la adicción, un alma que clama por libertad y sentido

El adicto es un enfermo, no es un caso perdido. Es un ser humano que ha buscado en lo externo lo que sólo puede sanar por dentro. La recuperación no es abstinencia: es resignificar la vida desde la autenticidad y el amor propio.

La comprensión empática, el acompañamiento terapéutico adecuado y la oportunidad de un nuevo significado pueden transformar el infierno de la adicción en una vía de redención. 

Donde otros ven una ruina, debemos ver una posibilidad de renacimiento. Todo depende de la rehabilitación del adicto para  reducir  el ego, pedir ayuda de forma humilde y urgente, logrando por fin el equilibrio de vivir con sano juicio y en paz consigo mismo y el mundo desde la orilla de la serenidad.

Creado Por
Armando Martí
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