I.
Mayo 7 de 2009. Rafael Coronell llega de la guardería corriendo, feliz, buscando a su mamá y arrastrando una maleta de rueditas con forma de pingüino en la que carga una moto, un carro, un saco y una calcomanía. “¡Es que gané!”, dice orgulloso de la medalla de papel dorado que cuelga de su cuello de una cinta con la bandera de Colombia. Su mamá lo recibe con besos, abrazos y cosquillas. Rafael se ríe a carcajadas mientras le pide que “vamos a comprar arena” para jugar. Le cuenta que almorzó carne, arroz y sopa, pero que no se comió el postre. Su mamá le dice que mañana se lo traiga de regalo a ella. Él abre su maletica y le muestra que mañana se lo va a traer aquí, entre la pata del pingüino.
Rafael es el hijo menor de Daniel Coronell y María Cristina Uribe. Nació en Estados Unidos durante el exilio de Coronell hace cinco años. A Raquel, su hija mayor, le ha tocado madurar mucho más rápido que a las niñas de su edad. Tiene doce años, pero desde hace varios discute seguido de noticias con su mamá, charla con los reporteros de Noticias Uno y ha tenido que aprender a frentear que en el bus del colegio le pregunten que a su familia por qué no le gusta Uribe e, incluso, que le digan que van a hacer meter a su papá a la cárcel.
María Cristina Uribe asegura que apoya a su esposo ciento por ciento en sus actividades.
“Lo que más admiro de Daniel es su honestidad y su valentía. Yo lo respaldo cien por ciento, creo que lo que está haciendo es lo que tiene que hacer”, dice sin dramatismo María Cristina Uribe, esposa de Daniel Coronell, periodista y presentadora de noticias.
Daniel y María Cristina se conocieron en 1993 en Washington, donde cubrían una visita oficial del entonces presidente César Gaviria. Ella trabajaba para QAP y él para CM&, que eran noticieros enfrentados. A ella le habían asignado un camarógrafo que estaba nuevo en la ciudad y hablaba poco inglés. Por culpa de su camarógrafo llegó tarde al único evento interesante de la gira: un encuentro entre el presidente Gaviria y el ex presidente López Michelsen. Daniel cuenta que vio llegar corriendo a un árabe gigantesco con una cámara al hombro y a una muchacha bonita con un celular del tamaño de una caja de cereal. María Cristina cuenta que vio salir a López cuando llegaba y pensó que la iban a echar del noticiero por haber perdido la toma. Entonces le habló a Daniel en inglés, porque pensó que era un periodista local, y le pidió prestadas las imágenes. Daniel le dio el casete. En ese momento ella supo que él era Daniel Coronell, el director de noticias al que ella se había imaginado “como un viejito”, porque nunca lo había visto.
Esa noche Daniel la invitó a tomar algo y de regreso en Bogotá fueron amigos por varios meses. Sólo amigos. María Cristina tenía novio en Medellín desde hacía cuatro años y Daniel también tenía novia. Al poco tiempo, Yamid Amat le ofreció trabajo a María Cristina en CM& y su relación se estrechó más. Salían con frecuencia a cine después de la emisión del noticiero, casi a media noche. Al poco tiempo terminaron con sus parejas y se hicieron novios. Cuando se fue de Medellín a Bogotá a trabajar en QAP, María Cristina le había dicho a su mamá que nunca jamás se casaría con un bogotano. Pero se casó con Daniel a los pocos meses de conocerlo. Yamid Amat les regaló la luna de miel. En septiembre próximo cumplirán 18 años de matrimonio.
María Cristina Uribe, Daniel Coronell y el caricaturista Vladdo.
Daniel y María Cristina disfrutan, como cualquier familia, el plan de ver series y películas con crispetas. La televisión es una de las pasiones de Daniel, dentro y fuera del trabajo. “Claro que soy un televidente jartísimo, sólo me aguanta mi mujer, que ya me tiene paciencia. Porque paro mil veces, devuelvo, miro cómo está hecho el plano, cómo editaron la escena… Yo me imagino que soy como un sastre examinando un vestido cosido por otro”, dice él. Daniel rehúye los eventos sociales, tiene pocos amigos y disfruta más que nada pasar tiempo en casa con sus hijos. “Es el papá más contemplador, no los ha regañado ni una vez. Eso me toca es a mí. Me deben ver a mí la mamá fiera y al papá el más divino. Para Raquel es su ídolo. No hay Superman que valga, sólo Daniel. Y Rafa, pues también es derretido por su papá”, dice su esposa.
II.
Coronell es periodista de la Universidad Externado de Colombia, de Bogotá. Después de graduarse, consiguió una beca para estudiar dirección de televisión en Suiza. Al regreso, uno de sus profesores del Externado, Ignacio Greiffenstein, lo llevó a trabajar en el Noticiero de las Siete y una vez entró a la televisión, no volvió a salir. De la mano de quien considera su gran maestro en el periodismo, Heriberto Fiorillo, pasó al Noticiero del Medio Día y poco después, a los veintitantos, ya era jefe de redacción del Noticiero Nacional. Javier Ayala, director del noticiero en ese entonces, recuerda a un joven reportero juicioso, de espíritu crítico, con una profunda convicción del deber ser del periodista, “de investigar, de mostrar y sacar la verdad, de no tragar entero”. De esa época Daniel conserva la memoria de su mejor chiva: sacar a la luz pública la noticia de Yair Klein, el mercenario israelí que entrenó a los ejércitos paramilitares de los narcotraficantes en el Magdalena Medio. Estas imágenes serían la punta del ovillo del horror paramilitar en el Urabá antioqueño y que se extendió al resto del país. Klein fue capturado en Rusia en 2007, Colombia lo pidió en extradición, pero fue liberado a finales del año pasado.
En 1991, además de reportero, Coronell se convirtió en empresario. Se unió al proyecto de Guillermo “La Chiva” Cortés, la programadora NTC, que empezó con un noticiero al medio día los sábados y domingos y amplió su franja informativa hasta tener emisiones los siete días de la semana. Hoy, Noticias Uno se emite los fines de semana, con el poco oxígeno que le quedó al noticiero después del pleito con la Comisión Nacional de Televisión en 2002, cuando la programadora se unió con otros operadores independientes para exigir al Estado una señal de calidad para los canales públicos. Tras un largo proceso y a pesar de que la sentencia del Tribunal de Arbitramento falló a su favor, la corrupción e irregularidades del proceso fueron tales que Coronell no recibió ni un peso de la indemnización pactada y, además, el episodio le dejó de recuerdo un preinfarto.
Noticias Uno se ha caracterizado por su real independencia de los círculos de poder.
Cuenta su mamá que cuando Daniel era niño vivía muerto de risa a toda hora. Pero ahora, Daniel creció y su vida no ha sido para risas. En 2002 fue amenazado por primera vez, en 2004 sucedió de nuevo y a mediados de 2005 vino una nueva serie de anónimos. En su afán de reportero investigador, Coronell descubrió que varios de los correos electrónicos amenazantes venían del computador del ex congresista Carlos Náder Simmonds, hacendado de Popayán que estuvo preso por narcotráfico. Sus pesquisas lo llevaron a concluir que Guillermo Ángel, polémico por sus presuntas relaciones con narcotraficantes, se había convertido en su enemigo y era quien estaba detrás de todo el plan para hacerle daño a su familia. Semanas atrás, Noticias Uno había emitido una nota de denuncia que señalaba a Juan Gonzalo Ángel –hermano de Guillermo– como el responsable de una serie de maniobras irregulares para hacer elegir a Fernando Álvarez como comisionado de televisión.
Las amenazas se centraron en su hija Raquel, de seis años en ese entonces. Un domingo, día de emisión del noticiero, una voz le anunció al otro lado del teléfono: “Después de que le hagamos lo que todos le queremos hacer, se la vamos a devolver muerta y en pedacitos”. Pocos días, dos coronas mortuorias y varios correos anónimos después, Daniel le diría a su colega Yamid Amat entre sollozos y con el corazón de padre en la mano: “Por ahora, lo único que me importa es la vida de mi hija. No encuentro otra forma de ponerla a salvo que irme. Prefiero irme antes que callarme”. Y en efecto, a los dos días, se fue.
“El exilio fue muy difícil”, recuerda su amigo Juan Pablo Estrada. “Ellos llegaron a una casita chiquitica, era como un cuarto y medio, en Palo Alto, California. La gente inventa que él estaba fresco allá, desde la comodidad de San Francisco, pero la verdad es que era muy berraco. El exilio es el exilio”.
En California, su hija Raquel descubrió que las ventanas de los carros se podían bajar. Pasar su corta vida entre camionetas blindadas la había privado de ese hallazgo elemental. A Daniel le duró la paranoia casi un año. “Miraba por el espejo retrovisor del carro pensando que todo el tiempo me seguían. Y cuando empecé a ir a la universidad en bicicleta, no lo podía creer”.
Estuvo dos años como estudiante, profesor e investigador de las universidades de Stanford y Berkeley. A mediados de 2007, el instinto de reportero se impuso de nuevo. “Ni María Cristina ni yo podemos vivir sin el periodismo, por eso decidimos regresar”.
III.
En estos tres años y medio en Colombia, Daniel se puso de nuevo al frente de la dirección del noticiero. Desde Noticias Uno y desde su columna en la revista Semana, sus investigaciones levantaron más ampolla que nunca. La Yidispolítica; los vínculos de los hijos del presidente Uribe con la Zona Franca de Occidente; el subsidio de Agro Ingreso Seguro otorgado a Ana Mercedes Gómez, directora del El Colombiano, y las reuniones de los Uribe con los Nule en Panamá son sólo algunos de los temas más polémicos que ha destapado en los tiempos recientes.
Pero además de controversia, sus últimas investigaciones generaron también una demanda de Álvaro, Tomás y Jerónimo Uribe en su contra, y una interpuesta por él en contra de los Uribe por injuria y calumnia, después de que el ex presidente lo llamara “periodista mafioso, estafador y sicario” a través de su cuenta de Twitter. La diligencia de conciliación de esta demanda estaba citada para el pasado 24 de marzo. Sin embargo, fue cancelada de súbito por reasignación de fiscal. Ese mismo día Coronell dio su testimonio ante la Comisión de Acusaciones, que investiga al ex presidente Uribe por el sonado escándalo de las chuzadas del DAS, del que fue víctima junto con otros periodistas, políticos y magistrados.
En octubre, Coronell cumplirá 47 años. Lleva más de 25 como periodista, vivió dos en el exilio y lleva otros tantos soportando insultos y amenazas. Aunque llegó al oficio por accidente, porque su papá quería que fuera médico, no puede imaginar su vida de otra manera: “A mí me encanta ser periodista, a pesar de los días difíciles. A pesar de todo lo que ha pasado, no elegiría otro camino”, dice. Ahora se va de nuevo del país, pero en esta ocasión las circunstancias son distintas: aceptó hace pocos meses la vicepresidencia de noticias de Univisión, la cadena latina de televisión más grande de Estados Unidos. Allí trabajará de nuevo al lado de Isaac Lee, presidente de noticias de la cadena desde diciembre pasado y amigo suyo desde hace cerca de veinte años. Fueron colegas durante muchos años en Colombia, pero antes de Univisión nunca habían coincidido en televisión, aunque sí en prensa escrita: trabajaron juntos en Cromos y en Semana, revistas que Lee dirigió. Coronell enfrentará el reto de trabajar para una audiencia internacional y, por supuesto, muy a su manera, de hacer periodismo investigativo y crear una agenda informativa propia.
IV.
Mayo 7 de 2009. Rafael Coronell entra corriendo a su cuarto y mientras yo miro los muñecos de Plaza Sésamo, él va directo a su canasta de libros. Saca varios y se queda con el que le regaló su papá ayer: El Sastrecillo Valiente, leo en la portada. Miro a Rafael y pienso en Daniel, el valiente reportero que ve televisión con complejo de sastre.
Daniel Coronell, el duro de las noticias en la intimidad
Dom, 03/04/2011 - 14:09
I.
Mayo 7 de 2009. Rafael Coronell llega de la guardería corriendo, feliz, buscando a su mamá y arrastrando una maleta de rueditas con forma de pingüino en la q
Mayo 7 de 2009. Rafael Coronell llega de la guardería corriendo, feliz, buscando a su mamá y arrastrando una maleta de rueditas con forma de pingüino en la q