Son muchas las historias que Arenillo, una vereda a 30 minutos de Palmira y casi una hora y media de la capital del Valle tiene; las de un pasado lleno de lágrimas y sufrimiento y las de un presente en las que la esperanza y renacimiento son protagonistas. Llegamos a esta vereda entre montañas y cordilleras para conocer de su historia y su gente.
Corría el año 2000 cuando un rumor llegó a la vereda de que hombres armados estaban bajando de la montaña a intimidar con sus fusiles a los campesinos y que, al parecer, se estaban llevando a los jóvenes del campesinado. Sin embargo, todo eran especulaciones, nada confirmado hasta un año después.
“Se rumoraba que había hombres armados en la parte alta de la montaña, pero fue en 2001 que ellos bajaron y se presentaron como las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC, del Bloque Calima. Había mucho pánico, miedo e incertidumbre”, relató Lucero Villalba Díaz, líder de la comunidad del Arenillo.
Luego de confirmar lo que temían vino lo peor. Lucero hace pausas en su relato con silencios que son dicientes y cuenta los momentos de horror y dolor que se vivió en esa época.
“Persona que llegaba no volvía a salir y si salía, salía por pedacitos. No se podía hablar entre vecinos a pesar de ser familia, no se podía volver a reunir, ni siquiera a misa podíamos ir y no se podía velar los muertos. Hubo un dolor espiritual bastante grande. Empezaron a reclutar a los muchachos y el que se negaba le tocaba desaparecer porque si no, lo desaparecían a la fuerza”, dijo Lucero.
La situación empeoró y Arenillo pasó de ser una tierra fértil que producía banano, yuca, cilantro, plantaciones aromáticas y galpones de gallinas, a un territorio donde el miedo y la zozobra reinaban. “Hubo un chalet de la muerte donde enterraron en fosas comunes a muchas personas, ese dolor era muy fuerte. Era algo que uno decía: Dios mío nos abandonaron. Ahora es el chalet de la reconciliación y la paz”, afirmó.
Según cifras de la Unidad de Víctimas entre los años 1999 y 2004, 17.031 personas fueron reportadas como víctimas del conflicto armado en el Arenillo, lo que lo convierte en una de las zonas más afectadas por la guerra en el departamento.
Fueron años duros en los que la violencia se llevó todo. Se llevó cultivos, ganado, jóvenes fueron reclutados, personas desaparecieron, la paz y tranquilidad de esta vereda fue arrebatada. Sin embargo, lo único que no pudieron llevarse fue la esperanza de que lo mejor estaría por venir, de que no hay noche eterna como dicen las abuelas y que Arenillo renacería como un ave fénix después del horror de una guerra en la que sus habitantes poco o nada tenían que ver.
Por eso doña Laura Quina, una de las habitantes más antiguas del Arenillo y quien vivió de cerca la violencia, aseguró que el territorio ha logrado poco a poco, pasar esta página de horror.
“Nosotros con la ayuda de las personas que han venido acá hemos tratado de olvidar muchas cosas. Hemos tratado de salir adelante con la ayuda de los proyectos productivos y estamos apoyando a los jóvenes, animándolos para que sigan cultivando las hiervas aromáticas y medicinales”, sostuvo.
Doña Laura vive hace 78 años en el Arenillo y es una de las pocas sobrevivientes que dejó esta época de terror y aunque fue algo doloroso para ella, siempre estuvo convencida de que “Dios no nos ha desamparado, por eso hoy mi vereda está hermosa y hay muchos muchachos que están saliendo adelante con los proyectos productivos”.
Su historia de resistencia y valentía la han hecho ser partícipe de diferentes escenarios con el Estado y ONGS que la reconocen y le han ayudado a no revictimizarse. En esta ocasión, la Alcaldía de Palmira la invitó a un conversatorio con la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, ARN, otras víctimas del conflicto y ex combatientes, para hablar conmemoración y solidaridad en el Día de Memoria y Solidaridad con las Víctimas, realizado en el marco del Día nacional de las víctimas del conflicto armado en Colombia, celebrado el 9 de abril.
Para Doña Laura Quina estar en este mismo espacio con ex combatientes, y un Alcalde, ha sido “una sorpresa verme ahí, siento mucha alegría, satisfacción. Deseos de seguir adelante, ayudar a los que lo necesitan. La paz completa sería que los jóvenes tengan la oportunidad de seguir cultivando y el Estado siga viniendo a ayudarnos”, dijo.
Para el alcalde de Palmira, Valle, Óscar Escobar, la realización de este evento el Arenillo tiene varias implicaciones, porque según él, “son cerca de 600 habitantes que están construyendo paz y reconciliación. Y ellos son un ejemplo a nivel nacional. Creemos en la reconciliación y creemos en la prevención social de la violencia como la mejor forma para evitar que las vidas y los proyectos de vida se interrumpan”, aseguró el Alcalde.
El funcionario aseguró, además, que la comunidad del Arenillo contará con acompañamiento por parte de diferentes programas agro y de intervención social para que acompañen a la comunidad para seguir construyendo un territorio de paz. Noticia que fue bien recibida por los habitantes del sector.
Hoy el rostro de doña Laura Quino está plasmado en un mural a las fueras de la iglesia del Arenillo, como símbolo de esperanza y renacimiento y 135 familias de la zona retomaron la pesca, los cultivos y los niños volvieron a las escuelas. Arenillo es hoy, un territorio que renació para decirle sí a la paz.