Cuando Ana María Moya llega a las ruedas de prensa, se dirige hacia el área de camarógrafos para acomodar sus equipos y hacer su trabajo. Aunque algunos de sus colegas son corteses, sus miradas lo dicen todo: “siempre se quedaban mirándome con cara de ‘¿qué haces acá?’ o pensaban que, quizá, yo era la periodista y estaba esperando a que llegara el camarógrafo”.
Otros colegas se resisten a verla como a una profesional competente: algunos asumen que ella está haciendo un proyecto escolar y la desplazan del lugar; otros le hacen saber que no les gusta su forma de hacer las cosas, sin ser muy conscientes de a quién tienen al frente. Ana María no solo es camarógrafa para el portal digital Kienyke: es la líder de productos audiovisuales de este medio.
Eso sí, ella es muy consciente de que las miradas que recibe de sus colegas no son casualidad. Ana María se gana la vida en un gremio integrado casi exclusivamente por hombres.
La cámara como elección de vida
Además de leer, escuchar música y ver películas y series, Ana María Moya disfruta mucho el compartir momentos especiales con su familia y amigos. Cuenta eso con algo de frustración, porque la compañía y las reuniones son lujos limitados por estos días de pandemia.
De hecho, el primer acercamiento a su vocación salió en su intento de conservar los momentos especiales con sus seres queridos. Lo supo desde cuando su padre le soltó la cámara fotográfica y la filmadora, objetos que siempre despertaron su interés. “Siempre las usamos para grabar con los familiares o paseos o cosas así”, recuerda.
También tenía una pequeña cámara que usaba para hacer registros cortos de su paso por el colegio, esa etapa de la vida tan importante para forjar el carácter y descubrir las pasiones. Ana María descubrió la suya: “en esa época ya empecé a sentir interés por saber cómo se hacían las cosas audiovisuales; en general me daba mucha curiosidad”.
Cuando llegó la hora de elegir la carrera que iba a estudiar, la primera recomendación que le dieron fue estudiar comunicación social. Ella sentía que su vocación no iba hacia el lado del periodismo pero no quería renunciar a la cámara, así que siguió indagando.
“En varias universidades encontré la opción audiovisual y me llamó mucho la atención, porque yo no tenía conocimiento de que algo así existiera. Me puse a ver las materias y decidí que me iría por ese lado”, confesó.
Ana María considera que su carrera es muy divertida, aunque su complejidad le pida disciplina y habilidad en muchos campos al mismo tiempo: “los audiovisuales requieren muchas cosas para poder lograr un solo producto. Entonces, en la carrera empezamos a ver cada una de esas cosas y a mí me gustó mucho, porque eso significa que constantemente uno tiene que estar aprendiendo. Uno tiene que actualizarse diariamente y todo eso”.
En el lugar de las noticias
La producción audiovisual sigue siendo su sueño y espera encaminarse hacia ese objetivo en algún punto de su carrera. Mientras lo consigue, Ana María es la profesional audiovisual con la que cuenta la mesa de redacción de Kienyke para conquistar las retinas de sus lectores.
Desde hace más de dos años, ella tiene la tarea de acompañar al equipo de periodistas hasta el lugar de las noticias, capturar los mejores ángulos y editarlos para informar a través de Kienyke.tv. Por su lente han pasado políticos, funcionarios, celebridades del espectáculo, personas extraordinarias y sucesos que han marcado la agenda nacional.
Por ejemplo, Ana María fue los ojos de esta casa periodística durante las manifestaciones que tuvieron lugar en noviembre de 2019 en la ciudad de Bogotá. Fue una experiencia inolvidable para ella porque nunca antes había asistido a una marcha; entonces, confiesa que se sentía asustada y nerviosa.
Cuando comenzaron las fuertes alteraciones al orden público, el nerviosismo se convirtió en una mezcla de responsabilidad y adrenalina: “Todo el tiempo mi objetivo fue cubrir y grabar para luego sacar el video completo informando cómo había sido la marcha. Entonces, era muy chévere cubrir con la adrenalina de que todo estaba terminando un poco mal”.
Ana María también imprime su talento al editar los contenidos y entrevistas del equipo periodístico, que ahora debe trabajar a distancia por cuenta de la pandemia y se conecta con muchos de sus personajes a través de la magia de la red.
¿Dónde están las camarógrafas?
Uno de los síntomas de la masculinización de su oficio fue el incidente que ocurrió con Marco Solórzano, el camarógrafo acompañante de la periodista Diana Giraldo López, quienes cubrieron la marcha del pasado 8 de marzo para el informativo CM& y fueron expulsados del espacio separatista por cuenta del sexo de Solórzano. La noticia causó revuelo en redes sociales y ha sido replicada por los principales medios de comunicación.
Ana María, quien hizo presencia en la marcha y desde allí hizo su trabajo de cubrimiento junto con la periodista Michell Figueroa, no comulga del todo con la idea de llegar al punto de la agresividad y la violencia hacia los camarógrafos. Sin embargo, para ella era muy claro que las mujeres sentían que la marcha era su espacio de expresión y desahogo.
“Durante la marcha sí vi que desde el inicio, desde que íbamos a salir desde el Parque Nacional, les decían a todos los hombres que no podían estar al inicio. Ellos tenían que cubrir desde un poco más atrás de la fila. Lo entiendo: la idea era que desde el inicio se vieran las mujeres, los carteles y todo”, recuerda Ana María.
No era un misterio que las mujeres habían solicitado un espacio no mixto en la marcha desde hacía meses. Eso incluía a los miembros de los medios de comunicación, a quienes se les solicitó enviar solamente mujeres si su intención era cubrir la marcha desde esos espacios. Sin embargo, muchos opinadores de la red e integrantes de los medios consideraron que “¿y si el medio no tiene camarógrafas?” era una respuesta aceptable para irrumpir en el espacio no mixto.
En algo tendrían razón: a lo mejor no hay suficientes camarógrafas. El sector se ha masculinizado por dos factores percibidos por Ana María durante su experiencia profesional. Uno de ellos saltó a la vista durante sus años universitarios: son pocas las mujeres en las carreras de artes audiovisuales que se especializan en televisión.
“Cuando uno llegaba al cuarto semestre, tenía que escoger un enfoque entre fotografía, cine, televisión o sonido. Entonces, escogí el enfoque de televisión y ya teníamos el grupito de la clase. Siempre fueron más hombres: como 5 o 6 eran hombres y solamente éramos tres mujeres”, recuerda Ana María.
El segundo factor no depende de la cantidad de camarógrafas, sino de la actitud hacia ellas: los grandes medios han otorgado más confianza por default al hombre camarógrafo. “Me inclino un poco más a que no es tan fácil para una mujer encontrar trabajo en audiovisual. A mucha gente todavía le da un poco más de confianza que sea un hombre el que maneje los equipos, el que esté detrás de la cámara. Pero yo creo que depende de la persona”, confiesa.
Ella se considera una profesional totalmente capaz de cubrir todo tipo de situaciones, lo cual ha demostrado dentro y fuera de este medio. Por ese motivo, Ana María espera encontrar más colegas mujeres en sus futuros cubrimientos y siente que los medios de comunicación deberían abrirles las puertas a las mujeres detrás de cámaras.