En una reciente columna publicada en el periódico Vida, Margarita Rosa de Francisco encendió un debate sobre la normalización de la violencia de género, a raíz de las revelaciones de su colega Lady Noriega en una entrevista con Eva Rey. Ella se mostró alarmada por las experiencias de Noriega, especialmente en lo que se refiere a su encuentro íntimo con su esposo, el cirujano estético Rodolfo Chaparro, al que muchos han calificado de “violación”.
Bajo el título provocador “Patriarcado neoliberal pedófilo, traqueto y put...”, la caleña aborda de manera crítica dos momentos clave de la entrevista. En primer lugar, la forma en que Noriega describe la llegada de un mánager de modelos webcam a la clínica de su esposo, quien impone exigencias sobre cómo deberían ser los cuerpos de las jóvenes. “El hombre llega allá a exigirle el modo en que debe dejar el cuerpo de sus reclutadas”, escribe Margarita, destacando la explotación inherente a esa dinámica.
El segundo episodio mencionado se centra en la experiencia íntima de Noriega con Chaparro, que ella misma califica como una “trampa”. Aunque en un principio hubo un acuerdo de dormir en habitaciones separadas, las circunstancias cambiaron, llevándola a una situación de la que se sintió atrapada. “No sé cómo llamar lo que parece una violación en toda regla, porque ella quería y no quería”, comenta Margarita Rosa de Francisco, subrayando la confusión y el desagrado que experimentó Lady Noriega.
La reflexión de Margarita Rosa de Francisco va más allá de criticar a las mujeres involucradas. Ella confiesa haber estado en situaciones similares, donde el abuso no fue identificado como tal hasta años después. Esta revelación personal resuena con muchas que han pasado por experiencias de agresión disfrazadas de “aventuras” o “diversión”.
Lady Noriega, conocida por su sinceridad, compartió con franqueza los detalles de su relación con Chaparro, incluyendo la confusión y el humor que sintió ante la inesperada cercanía en medio de un viaje. Aunque intentó evitar la situación al dejar claro que solo eran amigos, las circunstancias jugaron en su contra, llevándola a una experiencia que no disfrutó.
Ambas actrices, a través de sus testimonios, destacan la necesidad urgente de cambiar la narrativa sobre la violencia y el consentimiento. La voz de Margarita Rosa de Francisco no solo invita a la reflexión sobre las dinámicas de poder y abuso en las relaciones, sino que también empodera a otras mujeres a reconocer y hablar sobre sus propias experiencias.
