Este 2 de octubre se cumplen cinco años de la derrota del Sí en las urnas de Colombia, en un plebiscito que buscaba aprobar el acuerdo de paz entre el gobierno de Santos y las FARC. Recuento y reflexiones de un hecho que casi tira por la borda un esfuerzo de paz sin precedentes.
A las 4:35 de la tarde del 2 de octubre de 2016, Colombia veía incrédula ante las pantallas de la televisión lo que estaba pasando con el plebiscito que buscaba la refrendación popular del Acuerdo de Paz que días antes, el 26 de septiembre, habían firmado en Cartagena el gobierno de Juan Manuel Santos (2010-2018) y la guerrilla de las FARC.
El No estaba a menos de 10.000 votos de superar al Sí en las urnas, en una tendencia imparable que se consumó en el siguiente boletín informativo que envió la Registraduría de Colombia.
La refrendación popular había sido una promesa personal del presidente Santos desde que se abrieron los diálogos con las FARC, por eso, en esa tarde de octubre, un balde de agua caía sobre la Casa de Nariño, en el centro de Bogotá. El resultado final fue: 50,22 % por el No y el 49,78% por el Sí.
"Yo estaba sentado detrás de mi escritorio, De la Calle [Humberto de la Calle, jefe negociador del gobierno] a mi lado y Torres [Juan Carlos Torres, jefe de discursos] al frente, los tres contemplando estupefactos la pantalla del televisor. A los lejos se sentía el revuelo y los comentarios de los invitados. María Clemencia y mis hijos, en una terraza que conecta con la biblioteca, se abrazaban y lloraban (…) el sentimiento era de desolación", así recuerda el expresidente Santos ese momento en el libro La batalla por la Paz, publicado en 2019.
El sentimiento de Santos también sentía una parte importante del país, que confiaba en que el Sí ganaría y con contundencia. Al menos, eso era lo que decían todas las encuestas previas.
Si bien un sector de la ciudadanía impulsado por el uribismo —cuyo líder es el expresidente Álvaro Uribe Vélez (2002-2010)— se oponía a la negociación al considerar que se había cedido mucho a las FARC, el Gobierno de Colombia, las organizaciones sociales, la mayoría de las víctimas y parte importante de los medios de comunicación daban por sentada la victoria.
En las calles se sintió de inmediato el impacto de la derrota. Miles de jóvenes salieron a las calles y llenaron la Plaza de Bolívar, en la capital, para exigirle al Gobierno que la paz no se podía caer. El entonces presidente Santos aceptó la victoria del No sin titubeos.
"Las FARC-EP lamentan profundamente que el poder destructivo de los que siembran odio y rencor haya influido en la opinión de la población colombiana. Con el resultado de hoy sabemos que nuestro reto como movimiento político es todavía más grande y nos requiere más fuerte para construir la paz estable y duradera. Las FARC-EP mantienen su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro", reaccionaba desde Cuba Rodrigo Londoño, conocido en la guerra como Timochenko, jefe máximo de las FARC.
Lo que siguió fue una semana de negociaciones con los promotores del No, dentro de los que estaba el expresidente Álvaro Uribe Vélez; el hoy embajador de Colombia ante la OEA, Alejandro Ordóñez; la actual vicepresidenta Marta Lucía Ramírez y el hoy presidente de Colombia, Iván Duque Márquez.
Los reparos que salieron de esa mesa —ha sostenido desde siempre Santos y su equipo— fueron incluidos en su mayoría en el texto final, sin embargo, nadie en la oposición quedó contento y hasta el día de hoy reclaman que el gobierno de Santos se robó el plebiscito y no cumplió la voluntad popular. Casi dos meses después, el 24 de noviembre de 2016, se firmó el nuevo acuerdo en el Teatro Colón, de Bogotá.
Exceso de confianza
Luis Fernando Cristo, exministro del Interior del gobierno de Santos y hoy precandidato presidencial, habló con Sputnik sobre algunas reflexiones tras cinco años de aquella derrota que puso en apuros un trabajo de seis años, desde que se iniciaron los diálogos exploratorios con la guerrilla.
"Hay que reconocer que la derrota en el plebiscito le hizo daño a la implementación. Le restó legitimidad política y fue un hecho malo para la paz, a pesar de que el acuerdo estaba blindado jurídicamente", comenta Cristo.
No obstante, mira hacia atrás y asegura que lo que hubo fue una campaña de mentiras y de engaño. Uno a uno, recuerda cuáles fueron los discursos que se divulgaron desde la oposición para que los colombianos no aprobaran el acuerdo.
"Dijeron que se iba a imponer la ideología de género y que los niños se iban a convertir en homosexuales, que a las pensiones de todos los colombianos se les iban a quitar el 7% para dárselo a los excombatientes, que Timochenko iba a ser ministro de Defensa", señala el exministro.
La artillería de mentiras fue amplia. Se divulgó que se eliminarían subsidios para las familias más pobres, que habría un gobierno de transición hacia el "castrochavismo", que se disminuiría el tamaño del ejército y que las FARC nunca entregarían las armas. Varios son explicados con detalle en el libro Disparos a la paz, escrito por los exministros Cristo y Guillermo Rivera.
Por otra parte, Cristo también reconoce que es muy fácil hacer un balance del partido de fútbol luego de que pasaron los 90 minutos: "La fórmula sencilla es reconocer que fue una equivocación hacer el plebiscito porque no se necesitaba jurídicamente. La Constitución le daba todas las facultades al presidente para poner el acuerdo en marcha, pero Santos siempre tuvo ese compromiso con los colombianos".
Desde las FARC, en su momento, también hicieron reclamos al gobierno de Santos por haber optado por un plebiscito. "Nos cansamos de decirles a De la Calle y a Sergio Jaramillo que no era necesario, que nada lo obligaba, pero le salió mal su cálculo político de querer enterrar al uribismo con votos", contó a El Espectador sobre esa decisión el senador del partido de la exguerrilla Carlos Antonio Lozada.
Para él, la derrota en el plebiscito no solo golpeó la paz, sino que le dio aire al uribismo, que puso presidente dos años después con la victoria de Iván Duque Márquez en 2018.
Momento de tensión y el temor a la verdad
Desde el nuevo partido de las FARC, hoy llamado Comunes, aseguran que también se trató de un error hacer el plebiscito, pero manifiestan que lo que realmente hubo fue un temor de las clases dirigentes por la verdad.
El senador de Comunes Julián Gallo, conocido en la guerra como Carlos Antonio Lozada, en diálogo con Sputnik comentó que el día del plebiscito era el único miembro del secretariado de la guerrilla en la Décima Conferencia de las FARC en los llanos del Yarí, en el departamento de Meta (centro), en donde se estaba refrendando los acuerdos por parte de unos 1.500 combatientes. Allá se enteró de la noticia.
"Mi compañera me dijo que había ganado el No y no le creí. Me preocupé mucho", señala Gallo, y cuenta una anécdota. "Me llamó el general Javier Florez, del Ejército, y me dio la tranquilidad de que no iba a pasar absolutamente nada desde las Fuerzas Armadas. Lo transmitió no solo de forma personal, como general de la República, sino como mensaje por parte del presidente", añade.
Según Lozada, apenas se supo la noticia hubo coordinaciones para mover unidades guerrilleras en caso de que hubiera operaciones militares: "Yo le transmití que desde las unidades de las FARC no habría ninguna acción y que frenaría los desplazamientos a la espera que se resolviera la situación. Desde entonces, a través de un celular satelital, tuvo contacto permanente con el general Florez para evitar una tragedia".
"La campaña estuvo basada en mentiras, pero fundada en el temor de la clase política a comparecer ante un tribunal de justicia novedoso cuyo funcionamiento gira alrededor del aporte a la verdad. La clase política siempre le ha huido a la verdad", le dijo a Sputnik Benedicto González Montenegro, quien perteneció a las FARC y hoy es integrante del consejo departamental de paz de La Guajira (norte de Colombia).
González, quien ocupó en la Cámara de Representantes la curul de Jesús Santrich —uno de los miembros históricos de FARC y quien se fue a las disidencias y resultó muerto el pasado 17 de mayo—, también sostiene que uno de los resultados de la renegociación obligada por la derrota en las urnas fue que las obligaciones de los expresidentes quedaran excluidas del acuerdo.
El exguerrillero recibió los resultados del plebiscito también en los llanos del Yarí. "Fue una sensación de incertidumbre. Se hablaba de un retorno a la guerra. Había desolación y tristeza mientras avanzaban los informes de la Registraduría que mostraban que los acuerdos no habían sido aprobados por el resto del país", señaló.
El huracán Matthew en el Caribe colombiano
El 2 de octubre de 2016 también reunió una serie de sucesos que permitieron explicar la votación. Por esas fechas, el huracán Matthew, de categoría cinco, se acercó a las costas del Caribe colombiano. El Gobierno siempre estuvo preocupado por el impacto que tendría y si las constantes lluvias y posibles inundaciones afectarían la asistencia de la gente a los puestos de votación.
Días antes, los medios del país anunciaban los posibles efectos que el huracán podía tener en la votación, sobre todo, porque una parte importante de la votación de Santos, para llegar a la presidencia, se había concentrado allí y, tras seis años de gobierno, la imagen del mandatario en esa zona del país era bastante buena.
"El día del plebiscito yo estaba con el equipo del ministerio, muy pendiente del huracán que llegaba a la costa Caribe. Empezamos a recibir reportes de baja participación por el paso del huracán, especialmente en La Guajira, Magdalena, Bolívar, sobre todo en Cartagena, y algunos municipios del Atlántico", señala el exministro Cristo.
De hecho, la real preocupación del Gobierno no era tanto que el Sí ganara por mayorías, sino que se alcanzara el umbral de participación, es decir, los votos totales necesarios para que la votación fuese considerada válida. En la tarde, luego de que las lluvias bajaran su intensidad, los reportes de participación en el Caribe habían aumentado.
La renuncia siempre estuvo en la mesa
Según el expresidente Santos —y así quedó registrado en varios libros posteriores, como el de la periodista María Jimena Duzán, titulado Santos: paradojas de la paz y el poder—, siempre mantuvo su compostura mientras el acuerdo parecía irse por la borda.
"La derrota no produjo en Santos ninguna reacción fuera de tono. No alzó la voz, no se exasperó ni llamó a pedirle cuentas a nadie. Tal era su fama de que nada lo sacaba de casillas que sus colaboradores más cercanos decían que la verdadera razón por la que Santos nunca perdía los estribos en los momentos de crisis era porque, en lugar de sangre, lo que corría por sus venas era agua aromática", escribió Duzán en su libro publicado en 2018.
Santos explicó su forma de afrontar la derrota del plebiscito. "En mi vida he desarrollado una especie de coraza que me protege, en los momentos difíciles, del vaivén de las emociones (…) Ha sido un gran recurso (…) y lo fue entonces, cuando veía en la pantalla el posible derrumbe de un esfuerzo de paz de años en el que había comprometido mi gobierno y mi capital político", relató el expresidente.
Esa misma frialdad fue la que, quizás, lo llevó a contemplar la renuncia luego de los resultados. "Hay que analizar todas las opciones. Y una de ellas es renunciar", comentó Santos en la biblioteca en la que estaba con De la Calle y Torres. Incluso, el jefe negociador dijo atónito: "Será devolver a esa gente al monte".
Quien terció en medio de la incertidumbre fue Juan Carlos Torres, jefe de discursos, quien le manifestó al entonces mandatario que la victoria de la oposición no había sido "una barrida", y que él debía seguir representado a la otra mitad del país que creía en la paz y en el acuerdo.