El pastor de la iglesia cristiana Berea de Barranquilla, Gabriel Alberto Ferrer Ruiz, desapareció tras prometer la segunda llegada de Jesús y dejar en la quiebra a los seguidores de la iglesia.
Gran revuelo causó la promesa del pastor de la iglesia Berea en Barranquilla. El sujeto le prometió a los seguidores de esa religión la segunda venida de Jesucristo.
El pastor además le aseguró a lo feligreses que para poder ascender con Cristo debían despojarse de todos sus bienes, por ese motivo, los creyentes vendieron sus propiedades, joyas, vehículos y hasta ropa con la esperanza de que la promesa del pastor se cumpliera. Al parecer, el dinero de todo lo que vendieron fue entregado a Gabriel Alberto Ferrer Ruiz.
El pasado 28 de diciembre decenas de creyentes se congregaron en las dos sedes de la iglesia, una en el barrio Los Nogales de Barranquilla y otra en el corregimiento Isabel López, en el municipio de Sabanalarga, en espera del gran evento. Hasta el lugar de concentración en Barranquilla además llegaron medios de comunicación, las autoridades y familiares de los feligreses que en medio de su preocupación por lo que pasaba dentro del lugar intentaron ingresar en algunas ocasiones.
Tras esperar todo el 28 la supuesta llegada de Jesucristo, la esperanza fue cayendo. Sin embargo, los creyentes esperaron un par de días más hasta que comprendieron que se trataba en una mentira para despojarlos de sus pertenencias.
“Estaba de viaje y cuando regreso encuentro a mi esposa que ya había vendido todo. Estamos en la quiebra”, expresó Mario Pineda, compañero sentimental de una de las fieles, al medio Primer Impacto.
De acuerdo con información preliminar, el pastor desapareció y junto con él, el dinero de las personas que vendieron sus pertenencias y ahora están en la ruina.
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Al parecer, algunos de los seguidores de la iglesia Berea de Barranquilla ya se acercaron a la Fiscalía General de la Nación para establecer las respectivas denuncias con el pastor Gabriel Alberto Ferrer Ruiz.
Los daños tras esta falsa promesa no fueron solamente económicos, pues familiares de algunos fieles de la iglesia aseguran que también hay daños emocionales.