Desde el pasado noviembre el gobierno de Colombia y la guerrilla del ELN, la última de su clase en Latinoamérica, retomaron las conversaciones de paz para poner fin a un enfrentamiento de más de 50 años de vigencia. Un proceso que no es la primera vez que ocurre, reuniendo innumerables fracasos a través de los años y con el antecedente reciente de su caída en 2019 tras el atentado a la Escuela de Cadetes de la Policía (en Bogotá). Sin embargo, esta es la primera vez en la historia que dichos diálogos se dan con un gobierno de izquierda.
En diálogo con Kienyke.com, la senadora María José Pizarro, miembro del equipo negociador por parte del gobierno de Gustavo Petro en la mesa con el ELN, delineó los puntos clave para entender el futuro inmediato de estas conversaciones. Ella, estudiosa del conflicto armado y de la historia de antiguas guerrillas como el M-19 (en la que militó su padre), hace parte de ese grupo de hombres y mujeres que buscarán (una vez más) lograr el regreso a la civilidad de la última guerrilla activa del país.
Hasta el momento, tras el final del primer ciclo de conversaciones entre ambas delegaciones, cabe recordar que fueron cuatro los puntos acordados: retomar la agenda y los ejes pactados en 2016 (participación, democracia, víctimas, conflicto, transformación e implementación), institucionalización de la mesa de diálogos, alivios humanitarios en el Bajo Calima (Valle del Cauca) y Medio San Juan (Chocó), así como finalmente quedaron pactadas estrategias de pedagogía y comunicaciones.
De acuerdo con la senadora, lo que marca la diferencia con respecto a los diálogos con las Farc en el pasado, es que en este caso todos los anuncios son de carácter vinculante. “Estamos hablando de que a medida que vayamos alcanzando acuerdos parciales, se irán implementando”, señaló.
Construir un primer piloto humanitario
De acuerdo con la senadora, uno de los primeros puntos a resaltar es el acuerdo para realizar acciones humanitarias en zonas del Valle del Cauca y Chocó que tienen presencia activa del ELN y que de hecho hace poco vieron levantado el paro armado que había decretado esta guerrilla en dichos territorios, específicamente hablando del Bajo Calima y el Medio San Juan.
A eso se le suma el cese unilateral al fuego anunciado por el ELN para navidad, medida que ha recibido críticas de la oposición y otros actores políticos al no significar cambios a largo plazo en el conflicto o en la calidad de vida de quienes viven bajo el control ilegal de los armados. Sin embargo, María José Pizarro invita a ver todo esto como gestos genuinos en la construcción de la paz y un paso para lograr un “primer piloto” de pacificación.
“Lo importante es que podamos mínimo construir un primer piloto y poder desde allí aprender. Por eso se definió como una alivio humanitario de emergencia, poder a través de esa mirada encontrar una ruta eficiente para el despojo. Distintos gobiernos lo han intentado contrarrestar a través de distintas medidas, pero lo cierto es que no es efectivo, las comunidades vuelven y son confinadas, vuelven y son despojadas, nuevamente son desplazadas, cuando la reubican tienen que salir”, afirmó la senadora.
Vea la primera parte de la entrevista con María José Pizarro:
En ese sentido, opina que se debe apostar a aumentar la “presencia integral del Estado”, no solamente militar, en los territorios más alejados de Colombia y recuerda que no resulta necesariamente buena idea exigir paz para dialogar la paz. “La paz es una construcción, no es una imposición. Uno no puede llegar a imponer la paz, no se hace por decreto, no se hace por ley (...) Se han dado pasos: 22 personas han sido liberadas de manera unilateral por el ELN (...), un cese al fuego por Navidad, sí, no es el cese al fuego indefinido, es cierto, pero es un gesto”.
Participación política
Uno de los temas acordados en la agenda de 2016 y retomado ahora es el de la participación política, probablemente central teniendo en cuenta el carácter político de las negociaciones entre el Gobierno y el ELN. Sin embargo, eso sí, una petición que tiene como reto central lo ocurrido hasta el momento con las Farc, que no han logrado apoyo en las urnas desde que son partido político y están ad portas de sus primeras elecciones sin el blindaje del acuerdo de paz (lo cual pondría en riesgo su existencia como partido).
“La capacidad de convencimiento una vez estás jugando con las reglas democráticas, por supuesto es competencia de tu capacidad de conectarte con la sociedad, no quisiera meterme en ese ámbito porque me parece que hace parte de otra película”, precisa la senadora María José Pizarro.
Sin embargo, augura que la conversación en este caso girará en torno a la delimitación de nuevas formas de participación política que sean más incidentes: “Hasta ahora la participación en nuestro país, incluida la participación convocada por el Estado colombiano, es una participación muy poco incidente. Es una participación donde vas y planteas los problemas. De ahí en adelante pareciera no existir mucha participación”, explica.
La desigualdad y la guerra
Puntualmente, la senadora reconoce que además de la participación, la desigualdad es un tema ineludible y clave para los diálogos que se retomarán el próximo semestre en México. De hecho, lo describe como ese factor que generó violencia en el pasado, que la sigue generando y que de hecho tiende a perpetuarla.
“La desigualdad es el caldo de cultivo para las violencias. Si la gente en nuestro país no tiene la posibilidad de construir un proyecto de vida, irremediablemente termina siendo cooptada por las economías ilegales y la violencia”, aseguró Pizarro.
Al final, eso va muy en línea con el enfoque de la lucha contra las drogas que ha propuesto el gobierno y que ahora se defiende desde la mesa de negociación: oxígeno para el campesinado y asfixia para el gran narcotraficante. Ahí también es clave el proceso de sustitución de cultivos: pensar en otras alternativas como el cannabis de uso adulto, las alternativas medicinales de la hoja de coca, entre otras posibilidades que se abrirían, según Pizarro, si Colombia se atreve a tener una mirada distinta del problema.
“Yo pienso que el mismo cannabis regularizado de uso adulto podría ser tal vez un gran modelo de sustitución, que las comunidades no estén en manos de los traficantes, que puedas incorporarlos y formalizarlos en un negocio legal (...) Nos hemos centrado en la lucha contra la cocaína y no hemos hablado de la coca como planta ancestral, no hemos analizado los componentes de la planta para saber qué otros usos inclusive farmacéuticos podría tener”, aseveró María José Pizarro a Kienyke.com.
Reforma rural integral
Todo lo anterior, en parte, tiene que ver con dejar de criminalizar al campesinado y empezar a empoderarlo con modelos de negocio que de hecho pueden estar alineados con el país que sueña el gobierno: emprendimientos verdes, mayor nivel de cosecha interna, menos tierra inutilizada… En fin, un agro fortalecido. Sin embargo, nada de ello sería posible sin otro de los grandes proyectos bandera: la reforma rural integral.
“Ese va a ser uno de los grandes temas de discusión el próximo semestre, en algo se avanzó en este. No es fácil, es una reforma pendiente desde hace décadas, podríamos hablar que desde finales o principios del siglo pasado”, señala Pizarro, en línea con lo que consideran otros negociadores como el senador Iván Cepeda.
En otras palabras, el tema de la tierra, del despojo, el desplazamiento y en sí del problema de la tenencia, va a ser eje central de unas conversaciones que empezarán a explorar la punta de un iceberg que, como bien lo explicó Pizarro, ha llevado a una población equivalente a la de Bogotá a ser desplazada en tantos años de conflicto.
Una paz construida entre todos
María José Pizarro recuerda a su padre, Carlos Pizarro, cuando habla de las bondades de la mesa de negociación con el ELN, ya que precisa que él “hablaba de que para poder acabar con la violencia en nuestro país teníamos que hablar con todos los actores armados sin dejar por fuera ni uno”.
“Es la única forma en la que puedes construir paz, si no ya lo hemos visto: se recicla la violencia. Se acabó el Cartel de Medellín y surgieron todo una serie pequeños carteles, extraditan a Otoniel e inmediatamente suben los mandos medios y la violencia cada vez que fracasa un proceso de paz es cada vez más degradada”, señaló.
Esa característica, además de estar plasmada en la paz total que pretende hablar con grandes y pequeños grupos armados, Pizarro dice que hace parte de la propia mesa de negociación: con perfiles como José Féliz Lafaurie, presidente de Fedegan; Otty Patiño, una voz importante en su momento del proceso de paz con el M-19 y otrora parte de la coordinadora nacional guerrillera; el almirante Orlando Romero; Dayana Urzola, indígena de la ONIC; entre otros perfiles que van desde organizaciones sociales, hasta empresariales, comunidades étnicas, periodistas, académicos, etc.
Al final, según la senadora, esta característica hará que desde el principio se integre a las comunidades históricamente marginadas en las conversaciones de paz, resaltando la importancia que va a tener el enfoque de género, los temas afro e indígenas, las visiones del campesinado, entre otros ejes clave que delimitarán la agenda en México cuando inicie el segundo ciclo de diálogos.