La guerra en Ucrania viene tomando unas peligrosísimas dimensiones. Las informaciones de un despliegue de 12.000 efectivos norcoreanos y el reciente beneplácito de Biden para que Ucrania utilice misiles (ATACMS) en contra de territorio ruso son alertas más que suficientes para quien regresa a la Casa Blanca.
Nombrado Marco Rubio como secretario de Estado y Mike Waltz como Asesor de Seguridad Nacional, el equipo a nivel estratégico del presidente entrante recibirá una de las crisis más delicadas sobre el tablero euroasiático. De ahí que hace una semana me preguntara: ¿servirán las cartas de amor enviadas por Kim Jong-Un a Donald Trump?
Por ahora, la administración demócrata saliente ha considerado que las tropas norcoreanas, en suelo ucraniano, es una forma de escalar el conflicto y, a su vez, desde el Kremlin han dicho que levantar las restricciones para el uso de misiles ATACMS es, igualmente, una provocación que conduce a seguir escalando la crisis. Ambas capitales se acusan mutuamente de escalar las tensiones.
De otro lado, las informaciones que hay al respecto de las tropas norcoreanas tienen fundamento en el tratado firmado entre Rusia y Corea del Norte en junio de este año. Dicho acuerdo ratifica la alianza entre Pyongyang y Moscú configurada desde los tiempos de la Guerra Fría.
En efecto, el despliegue de dichas tropas cobra sentido porque el costo de la guerra se va sintiendo al interior de Rusia y esto explicaría, en parte, la decisión de traer las tropas de Kim Jong-Un para que asuman directamente tareas tácticas que bien podrían desempeñar efectivos rusos. No obstante, el costo en vidas que asumirían las tropas norcoreanas sería compensado con una actualización en guerra regular.
Dicho readiestramiento podría entenderse si se recuerda que Corea del Norte no ha tenido una guerra desde 1953. Setenta y un años sin que sus fuerzas militares tengan alguna confrontación directa. Hasta acá el tema simplemente sería un ejercicio de aggiornamento o modernización; pero, las suspicacias estratégicas van más allá y se ubican precisamente en el lejano Este, sobre las aguas del Mar de China Oriental, donde el régimen de la dinastía Kim ha sido un factor de riesgo para vecinos como Corea del Sur y Japón.
Es más, el acuerdo marco para que esta cooperación militar se esté llevando a cabo contempla, por supuesto, un asunto de reciprocidad. Lo que hace más vulnerable el equilibrio de poder en la región, pues, una agresión a Corea del Norte desencadenaría una ruptura del status quo y empujaría a una tormenta en toda la región Indo-Pacífico.
Adicional a ello, el domingo pasado, mientras Ucrania recibía desde Washington “luz verde” para lanzar misiles ATACMS contra territorio ruso, el mismo Zelensky anunciaba que: "It is certain that the war will end sooner with the policies of the team that will now lead the White House. This is their approach, their promise to their citizens”. Sobre el papel, todo apunta a que las maniobras de las partes tienen por objeto buscar una negociación para terminar la conflagración.
Esta decisión de Biden se da justamente en el marco de la más reciente Cumbre de la APEC celebrada en Lima la semana pasada. Allí, el Viejo Joe tuvo una serie de encuentros con los líderes de China, Japón y Corea del Sur. Lo que claramente confirmaría las serias preocupaciones que hay por la entrada de Corea del Norte en la guerra Ruso-Ucraniana.
Finalmente, es clave considerar que las presiones desde Londres hicieron eco para que Estados Unidos levantara las prohibiciones a fin de usar misiles contra Rusia en su propio terreno. Así, en las últimas horas, se confirmó que desde Ucrania fueron lanzados misiles británicos, Storm Shadows o SCALP, contra suelo ruso.
Ante tal estado de cosas, la respuesta de Moscú no se hizo esperar. Y ayer se confirmó que Rusia ha disparado misiles balísticos intercontinentales contra Ucrania aun cuando fácilmente pudo disparar misiles de corto alcance. Obviamente, el Kremlin lo ha hecho para enviar un claro mensaje a Occidente.
Solo el paso de los días nos dirá si esta era la retaliación anunciada recientemente por Sergei Naryshkin, hombre fuerte del Servicio de Inteligencia Extranjera, SVP.