Mientras los parlamentarios experimentados luchan por mantener el ritmo del cambio en el clima político de Reino Unido, y después de otra noche dramática en Westminster, ahora es un buen momento para preguntar: ¿Qué significan estos acontecimientos recientes para el brexit? ¿Qué tan probable es que se realice una elección general? ¿Y qué le depara el futuro a la política interna?
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Desde la reñida victoria del referéndum para abandonar la Unión Europea (UE) de 2016, la clase política de Reino Unido se ha visto abrumada ante la pregunta de cuál podría ser la mejor manera de implementar la voluntad del pueblo.
¿Todos los 17,4 millones de votantes optaron por irse con un acuerdo de la UE o sin un acuerdo? ¿O de hecho, alguno de ellos cambiaría de opinión si se les hubiera presentado un conjunto diferente de hechos?
Por esa razón, vale la pena hacer un recuento de los hechos que han marcado la historia de
Los años de May
Después de la renuncia de David Cameron, tras la victoria del referéndum,
Theresa May fue designada como la nueva primera ministra. Ella no se encontraba a la delantera en la carrera por llegar a Downing Street, pero lo que cambió definitivamente la narrativa de la política británica después del referéndum de 2016 fue que tanto Michael Gove como Boris Johnson arruinaron sus oportunidades de llegar a ocupar este cargo.
Las cortes dictaminaron que el gobierno no podía retirar a Reino Unido de la Unión Europea sin contar con un acuerdo aprobado por el Parlamento, y May se dio cuenta de que tenía que aumentar su reducida mayoría en la Cámara de los Comunes para poder continuar con el proceso del brexit con más facilidad.
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En las elecciones generales de 2017, las cosas no mejoraron para el Partido Conservador y a duras penas lograron obtener una mayoría solo después de haber llegado a un acuerdo con el Partido Unionista Democrático de Irlanda del Norte con sus 10 parlamentarios.
Esto finalmente terminó siendo una espina en el camino de May, pues el acuerdo que negoció con la Unión Europea no fue aprobado en el Parlamento y no una, sino tres veces, generando críticas desde todos los partidos que argumentaban que el documento no solo no era tan atrevido para los que apoyaban radicalmente el brexit (el ala derecha del Partido Conservador), sino que también generaba efectos negativos para aquellos que querían un brexit más blando. Para muchas personas, el problema se centró en la cláusula del “respaldo”.
El respaldo
El “respaldo” de Irlanda del Norte resultó ser la ruina del acuerdo de May con la UE. Bajo este acuerdo de retiro negociado, se decidió que, si no había un acuerdo comercial confirmado entre Reino Unido y la UE al final de un período de transición, entonces la frontera terrestre entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda permanecería, tal como está actualmente, sin fricción.
En otras palabras, Irlanda del Norte seguiría siendo parte de la unión aduanera de la UE, mientras que el resto del Reino Unido no. Para los conservadores de línea dura, esto representa una amenaza inaceptable para la unión misma del Reino Unido: querían que se eliminara el respaldo.
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Para otros en el Parlamento, el respaldo suponía la única certeza contra una “frontera dura” en Irlanda y un retorno a los controles fronterizos, que recuerda la violenta época de “The Troubles”, antes del acuerdo de Viernes Santo que trajo la paz a la región.
A medida que el acuerdo de May seguía siendo rechazado por el Parlamento, cada vez con mayorías récord, quedó claro que la composición del Parlamento, junto con la posición negociadora de la UE, hacía imposible que cualquier acuerdo viable pasara.
La Cámara de los Comunes obligó a May a buscar una extensión del período de negociación con la UE hasta el 31 de octubre de 2019, fecha después de la cual el Reino Unido dejará de ser miembro, con o sin un acuerdo.
Johnson, el nuevo primer ministro
Inevitablemente, May renunció, tanto para el descanso de ella como del país. Pero ese respiro duró poco, pues después de un corto tiempo liderando la campaña al interior del Partido Conservador, Boris Johnson cumplió su sueño de convertirse en el nuevo primer ministro de Reino Unido.
Johnson es bien conocido por no aferrarse a ninguna postura o principio que no pueda abandonar con tal de ganar una votación. Con una mentalidad decidida a mantener el poder, y con su nuevo asesor jefe, Dominic Cummings, llamando desde el número 10 de Downing Street, el gobierno ha podido jugar un peligroso juego de política con el destino del brexit en la balanza.
Expertos de diversos ámbitos, así como funcionarios de alto nivel, aseguran que abandonar la UE sin un acuerdo pactado, volver a las normas comerciales de la OMC y abandonar la unión aduanera de la UE es un escenario catastrófico. Sin embargo, esto es lo que quiere la derecha del Partido Conservador y no estará contento con nada menos.
Johnson sabe que no logrará aprobar cualquier acuerdo a través de esa facción conservadora, pero aun así asegura que su gobierno trabajaba para lograrlo. Reportes que provienen desde los cuarteles centrales conservadores sugerían que el partido estaba buscando la convocatoria de elecciones generales seguidas de o inmediatamente después de abandonar la Unión Europea el 31 de octubre, sin realizar muchos esfuerzos para asegurar un acuerdo.
A lo largo de este proceso, la posición del Partido Laborista y Jeremy Corbyn no ha sido clara. Han sostenido que no aceptarían ningún acuerdo que sacara al Reino Unido de la unión aduanera de la UE y que, por ejemplo, no garantice los derechos de los trabajadores, razón por la cual rechazaron el acuerdo de May tres veces. En ausencia de poder asegurar un acuerdo, habrían preferido un segundo referéndum, y si eso no fuera posible, una elección general.
Teniendo en cuenta la posición de los laboristas, la política de Johnson y Cummings se puede ver bajo una nueva luz. La semana pasada, Johnson anunció que “prorrogaría” o suspendería el Parlamento antes de lo habitual para dar paso a una nueva agenda legislativa a mediados de octubre, aparentemente para frustrar cualquier intento de los parlamentarios rebeldes de obligar al gobierno a buscar otra extensión del plazo del brexit, como lo hicieron anteriormente con May.
Suspensión del Parlamento
En una medida extraordinaria, Johnson llamó a todos los parlamentarios conservadores a Downing Street para emitir una amenaza. Se había hecho evidente que el mismo conjunto de parlamentarios intrépidos, incluidos Sir Oliver Letwin, Hilary Benn e Yvette Cooper, tratarían de tomar el control de la agenda parlamentaria e impulsar la legislación que obliga al gobierno a buscar una extensión.
El primer ministro amenazó a cualquier conservador que optara contra el gobierno en esa votación con expulsarlo del partido. Como ahora sabemos, 21 parlamentarios conservadores se rebelaron, incluidos Ken Clarke, el parlamentario con más años de servicio, y Sir Nicholas Soames, nieto de Winston Churchill, y Phillip Hammond, un ex canciller, y ahora todos están siendo expulsados del partido del cual han hecho parte durante años.
La noche del martes, el gobierno perdió el voto procesal que podría hacer que Johnson no logre realizar el brexit sin un acuerdo. En otro acontecimiento sin precedentes, Johnson propuso presentar una moción para convocar elecciones generales anticipadas, moción que fue rechazada este miércoles en el Parlamento pues necesitaba 434 votos y obtuvo apenas 298.
¿Elecciones generales y una retirada sin acuerdo?
El Partido Laborista ha buscado salir victorioso en una elección desde hace años, por lo que puede haber sido seguro asumir que iban a recibir con agrado el llamado de Johnson. Pero no fue así.
La confianza en el primer ministro, su palabra, su integridad y en los valores de su equipo es tal que los partidos de oposición han dejado en claro que no tolerarán ninguna elección general hasta que la extensión a la fecha límite del brexit se convierta en ley.
El gobierno se resistirá a cualquier maniobra de este tipo e idealmente querrá que se celebren elecciones justo antes o inmediatamente después de la fecha límite del 31 de octubre, para que, “pase lo que pase”, el Reino Unido abandone la UE en esa fecha.
El Parlamento nuevamente está en un punto muerto y nadie sabe qué sucederá en las próximas 12 horas, y mucho menos en los próximos dos meses.
Democracia en Reino Unido
Sin embargo, podemos ver lo que dice toda esta novela del brexit sobre la democracia en Reino Unido. Que Reino Unido tenga una constitución no escrita es tanto una bendición como una maldición. Ha funcionado durante siglos sobre la base de todos los actores que juegan con las “reglas de caballeros”.
Está claro que los políticos actuales han decidido prescindir de tales sutilezas. Esto ha dejado al Reino Unido en un dilema constitucional, con debates en torno a dónde se encuentra la soberanía, con el pueblo o con el parlamento, o con el parlamento pero a través del pueblo, lo que ha provocado una gran investigación de los comentaristas y del público por igual.
Está claro que Johnson y su gobierno han tratado de socavar el proceso democrático en la búsqueda de implementar el resultado del referéndum de 2016, sin importar el costo. Si este hubiera sido cualquier otro líder en cualquier otro país, tales medidas habrían traído indignación internacional como una sacudida a la autocracia y un debilitamiento del estado de derecho. Sin embargo, el Parlamento se ha mostrado capaz de mantener a este gobierno bajo control, hasta ahora. Queda por ver si pueden continuar haciéndolo.