La codependencia afectiva es un trastorno psicológico, cuya característica es la preocupación exagerada por los problemas o las situaciones de otras personas. De esta manera, el codependiente adquiere un rol de salvador, perseguidor y víctima, manipulando su necesidad de “ser” querido y “reconocido” por su pareja y los demás.
Con tal de no resolver su dolor emocional, prefiere concentrarse en los conflictos y dramas de sus semejantes, pues uno de sus principales objetivos es ser el centro de atracción para volverse indispensable.
Muchas veces, las expectativas afectivas del codependiente hacia las otras personas son exageradas. Por eso, no están conformes con su pareja y pretenden cambiarla “a cualquier costo”.
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Sin embargo, al no conseguir su objetivo, dado que “nadie puede cambiar a nadie”, el dependiente afectivo (quien desde su fondo inconsciente carece de autoestima) termina por detestarse a sí mismo y proyectando ese insano sentimiento al adicto, elegido previamente para ser culpado “de todos sus problemas”.
Esta extraña dinámica entre adicto y codependiente es una forma de negar sus traumas emocionales, causados por las heridas de infancia que dejaron en la vida de ambos grandes vacíos existenciales.
Razón por la cual, este tipo de parejas poco saludables y altamente tóxicas necesitan de una orientación profesional por parte de expertos en las áreas de psiquiatría, psicología y gestión emocional para poder funcionar de manera adecuada.
Génesis de la codependencia
Generalmente, la codependencia emocional se gesta dentro de una familia disfuncional, es decir, aquella donde uno o varios miembros sufren de miedo, ira, dolor y vergüenza, como consecuencia de alguna de las siguientes pautas: adicciones de un familiar a las drogas, el alcohol, el trabajo, las relaciones, la comida y el juego. Al igual, que la posible existencia de un abuso físico, emocional o sexual.
Las familias disfuncionales no reconocen que existen problemas. No hablan de ellos ni los confrontan. Por tal motivo, aprenden a reprimir las emociones e ignorar sus propias necesidades, deseos y sentido íntimo, convirtiéndose en “sobrevivientes” al no desarrollar una sana autoestima.
¿Soy un codependiente afectivo?
Algunas características de las personas codependientes, consiste en un exagerado sentido de responsabilidad por las acciones de los demás y una tendencia a confundir el amor, la obsesión y la perfección con la idea de “amar”. Cuando en realidad, se aferran a una relación por miedo a estar solos.
Además, experimentan una gran necesidad de aprobación, reconocimiento y control sobre el otro, acompañado de una falta de confianza que les dificulta identificar sus propios sentimientos.
También, suelen ser rígidos a la hora de adaptarse al cambio, lo que conlleva a padecer serios problemas de intimidad, enojo crónico, reactividad y comunicaciones deficientes.
En el fondo, la obsesión y el control del codependiente, le da una ilusión de poder sobre la vida y sus acontecimientos cotidianos, incluso llegando a ver la preocupación como un logro.
Etapas de la codependencia
La codependencia afectiva es un trastorno progresivo. Sin rehabilitación va empeorando de forma rápida y devastadora.
1. Primera fase: aparentemente no hay síntomas notables y el entrometerse en la vida de los demás es visto como un rasgo maravilloso de solidaridad y compasión.
2. Fase intermedia: los comportamientos codependientes empiezan a aparecer. Cada vez es más recurrente el uso de la manipulación y la mentira para controlar a las personas a su alrededor, sintiendo un alivio disfrazado de angustia debido a la hipersensibilidad.
3. Fase tardía: Rabia y obsesión constantes. Comienzan las amenazas y la exageración de las emociones, incluso llegando a poner en riesgo la vida propia y la del ser amado. Se asume el rol permanente de “cuidador”, intentando controlar al otro con enojo, culpa, violencia, crítica, irritación, rectitud, contacto invasivo, conversaciones incesantes y drama emocional.
Cabe resaltar, que la misma sociedad se encarga de fomentar conductas codependientes, reforzando valores que no son saludables para las personas, tales como:
- Ansiedad materialista del consumo: la sociedad se centra en factores externos como el dinero y las posesiones asociados con el valor de una persona, creyendo que son dignas por lo que tienen y no por lo que realmente son.
En consecuencia, cuando una persona codependiente experimenta problemas, intenta buscar soluciones externas (sustancias químicas o comportamientos destructivos) para resolver sus problemas internos.
- Perfeccionismo: un anhelo que se intenta alcanzar en todas las áreas de la vida desde el trabajo hasta el rendimiento académico junto con los estándares de belleza y las relaciones afectivas. Esto hace propenso al codependiente de fracasar, pues tiene dificultades para aceptarse a sí mismo, sintiéndose "imperfecto", “incapaz” e “insuficiente”.
- Separación del sentimiento y del pensamiento racional: Se alienta a los individuos a "pensar" y no a "sentir", como si estos procesos fueran separados y distintos. La negación de los sentimientos es extremadamente dañina para los codependientes, ya que pierden el contacto consigo mismos y se vuelven incapaces de buscar la autorrealización en las cosas simples de la vida.
El proceso de la sanación interior
Para recuperarse y volver a un estado saludable, el codependiente debe pasar de un enfoque externo (otras personas, relaciones, trabajo y poder) a un enfoque interno (sus propios sentimientos, necesidades, metas y deseos).
Este trastorno genera hábitos adictivos, afectando el entorno familiar. De ahí la importancia de buscar un espacio seguro, cálido y de confianza como la ayuda de sesiones de psicoterapia junto con la participación en los grupos de apoyo de 12 Pasos, a fin de empezar a reconocer el fondo del problema y dejar de seguir huyendo de sus conflictos internos.
Adicionalmente, el codependiente a través de una comunicación honesta y sincera habilita no sólo aceptar las circunstancias de dolor, sino también, perdonarse y perdonar a los involucrados. De este modo, es capaz de enfocarse en las herramientas necesarias al momento de desaprender lo aprendido y reaprender conductas sanas de amor propio y límites con los demás.
Por último, cada ser humano tiene la responsabilidad de cuidar de sí mismo, logrando vivir en paz y con salud emocional. La negación es la principal excusa del codependiente, que le impiden romper las cadenas de esta adicción al amor.
No cabe duda, que aprender a vivir con uno mismo sin trabajar los defectos de carácter no es fácil y mucho menos para una personalidad dependiente. Sin embargo, la recuperación es posible. En otras palabras, mediante la autonomía emocional y los cambios de hábitos saludables, se refuerza el compromiso, la voluntad y la constancia obtenida en el tiempo.
De esta manera, es viable construir espacios de silencio y conocimiento interior, aprendiendo a escuchar los sentimientos y practicando una auténtica espiritualidad renovadora.
El codependiente entiende, que la realización personal es posible de lograr, mediante la aceptación y la confianza en sí mismo como una persona independiente, sin hacerse responsable de alguien o de algo más.