La desolación interior, acompañada de una ausencia de satisfacción, alegría y esperanza, conduce a un abismo emocional producto de una desconexión que se intenta llenar con poder, fama, dinero, bienes materiales, relaciones sentimentales e incluso con la búsqueda desesperada de maestros espirituales para aliviar dicha sensación. En el fondo, este fenómeno hace parte de una experiencia humana universal, pues todos nosotros en algún momento de la vida podemos experimentar un "sentimiento de vacío".
Pero ¿qué se entiende por experiencia de vacío? La experiencia de la vacuidad, es una manifestación a nivel inconsciente por una percepción de ausencia y carencia de afecto o atención de alguna figura de poder vital en la formación de la psique, para llevar a cabo los procesos, acciones y decisiones como individuo a lo largo de la existencia.
Por eso, los sentimientos de vacío están relacionados con sentirse no deseado (falta de tacto) y abandonado (falta de cercanía), razón por la cual, el individuo para sobrevivir a su entorno se engancha con personas o situaciones que puedan brindarle un alivio a ese dolor (codependencia).
Cuando no se tiene comprensión de estas “fugas energéticas” en la psique, constantemente se cree que algo en el exterior tiene que cambiar para finalmente ser feliz. Por ejemplo, las personas pueden encontrarse repitiendo los mismos patrones dolorosos en sus relaciones sin entender por qué; perderse en una conducta adictiva, tener accidentes y enfermedades repetitivas o sabotear su vida un sin número de veces.
Es importante aprender del silencio y buscar un espacio para entrar en contacto con el Yo interior, con el fin de saber qué es lo que realmente necesitamos, de dónde proviene ese vacío y cómo se puede llenar sanamente. De lo contrario, inconscientemente estas carencias no satisfechas, van a ser proyectadas en figuras como parejas, amantes, hijos, amigos cercanos y compañeros de trabajo, pues entre más cercana sea la conexión, más profunda es la proyección negativa.
Algunos de los vacíos esenciales en proceso de sanación se caracterizan en la persona con la necesidad de sentirse querido, especial y respetado, la validación de las emociones, pensamientos y percepciones, las ganas de alentar y explorar sanamente sin desbordes la sexualidad, el ingenio, la creatividad, la alegría, el silencio y la soledad; el alivio de sentirse seguro, protegido y apoyado, la necesidad de saber qué es correcto, cometer errores y aprender de ellos sin sentirse culpable toda la vida, la
certeza de amar y ser amado, como la responsabilidad de establecer límites firmes pero sanos, soltando el control.
“Del vacío interior a la plenitud del alma” en la voz del Terapeuta y Coach de Vida Armando Martí©, para la sección Konciencia de KienyKe.com. Escúchalo, disfrútalo y compártelo:
Una sensación de plenitud
Contrario al estado de vacío, la plenitud es un centro en donde se asientan los conocimientos psíquicos, es el medio de evolución de todas las vivencias, el lugar de llegada y partida de la vida, es decir, un alto grado de autonomía y autoestima como resultado de un proceso sano de confrontación, deconstrucción y construcción de un Yo suficiente para sí mismo.
Es en este punto, donde la autorrealización se entiende como la capacidad de llevar una vida que es profundamente satisfactoria, fructífera y que vale la pena vivir, en oposición a las sensaciones de autodestrucción, frustración y venganza.
Las personas con este tipo de consciencia saben lo que sienten y desean, así como también, tienen noción de las aflicciones de los demás, sin dejarse confundir por sentimientos superficiales, al permanecer en conexión con su propio cuerpo y su fuente de energía central (Poder Superior).
A esto se le denomina auto-trascendencia, en otras palabras, la habilidad de expandir los límites personales hacia un mayor entendimiento de sí mismo, el mundo y los valores que lo rodean, integrando el pasado y el futuro de una manera que tenga algún significado en el presente, yendo más allá de lo transpersonal y conectándose con la dimensionalidad de su existencia suprema: el amor incondicional hacia la humanidad producto del amor propio y aceptación, sin perder la mismidad y manteniendo su
identidad personal.
Por: Armando Martí