Mario Andrés Huertas

Analista de asuntos estratégicos y hemisféricos (Énfasis: Brasil y EE.UU.) Columnista de opinión, diario La Nación. Voluntario internacional para la promoción de nuevos liderazgos, Universal Wonderful Street Academy (UWSA), Jamestown-Accra. Colaborador del Goldstreet Business (Ghana). Profesor de Geopolítica y Geoestrategia. Infante de Marina, Armada República de Colombia (A.R.C).

Mario Andrés Huertas

Retroceso democrático

Según Latinobarómetro, el apoyo a la democracia cae en América Latina y crece el respaldo al autoritarismo. Así, “el estudio muestra que sólo el 48% de los latinoamericanos apoya hoy la democracia como régimen político, lo que marca una disminución de 15 puntos porcentuales desde el 63% de 2010”. De tal suerte, me arriesgaré a explicar lo anterior a través de 6 variables: 

1. Crisis económica. La desaceleración que ha sufrido la economía mundial por cuenta de los efectos del Covid-19 y de la Guerra en Ucrania han fortalecido la desconfianza en el mercado y, por lo tanto, las aventuras populistas se han presentado como una solución inmediata a la mano. Un informe de febrero del FMI titulado “Latin America Faces Slowing Growth and High Inflation Amid Social Tensions” escrito por Gustavo Adler, Nigel Chalk y Anna Ivanova concluye que “las políticas deben centrarse en lograr la estabilidad económica, estimular el crecimiento y la creación de empleo, fomentar la iniciativa empresarial y atender las acuciantes necesidades sociales a las que se enfrentan muchas personas en la región. Esto ayudará a aliviar el malestar social y a restablecer la confianza en las instituciones públicas.”

2. Corrupción. Las constantes vinculaciones de los mandatarios con delitos en contra de la Administración Pública, y otro tipo de conductas, socavan su legitimidad y producen en el electorado un hastío que golpea fuertemente al voto como un mecanismo institucional para tranzar las diferencias electorales. El caso Odebrecht es el mejor de los ejemplos ya que presidentes como Ricardo Martinelli en Panamá y Pedro Pablo Kuczynski en Perú son nombres vinculados formalmente a las investigaciones judiciales que concluyeron en sentencia condenatoria para el primero y que la Fiscalía del Perú solicite recientemente una condena por 35 años en contra del segundo. 

3. Crisis en la justicia. En ese mismo sentido, la desconfianza por esta rama del poder público radica en la famosa politización de la justicia. En México y Honduras se han desatado muchas críticas a la manera en que han procedido los servidores judiciales, por el caso Odebrecht, para incidir electoralmente. 

De igual manera, los jueces casi siempre son vistos en la opinión pública como garantes de los derechos humanos de la criminalidad mientras que los aparatos policiales terminan señalados de abuso de autoridad. En parte, esto explica que Bukele sea el presidente que mejor imagen tenga en la región. 

4. Hemos perdido el sentido histórico. Las nuevas generaciones no tienen la sensibilidad política para cuidar la democracia gracias a que nombres como José Gaspar García y Rodríguez de Francia, Juan Manuel de Rosas o Rafael Leonidas Trujillo les resulta tan poco familiares como Juan Vicente Gómez, François Duvalier o Humberto de Alencar Castelo Branco. 

Así, mientras consideran a Pinochet como un brutal dictador, ven a Fidel Castro como un gran liberador de las garras imperialistas de Washington.  Sin una visión histórica de la política, resulta impensable hablar de una sólida cultura democrática. 

5. Déficit de liderazgos. Sin duda alguna, la reelección es una expresión democrática; sin embargo, debe estar debidamente limitada. De lo contrario, por esta vía se lastima el equilibrio de poderes y desembocamos en casos como el nicaragüense y el venezolano, inspirados en el modelo cubano, donde todo el poder se concentra en Miraflores y en la pareja Ortega Murillo.

De hecho, el fenómeno de los Kirchner se replicó en Honduras donde Xiomara Castro llegó a la presidencia sobre los hombros del expresidente José Manuel Zelaya. Y en Brasil donde dicen que Michelle Bolsonaro podría ser candidata presidencial en virtud de la inhabilidad con la que cuenta su esposo. 

6. Polarización. A la vista no se aprecia que visiones moderadas, institucionalistas y democráticamente responsables sean opciones políticamente llamativas a unos electorados que, gracias a las redes sociales, se han convertido en promotoras de altísimos niveles de polarización. Ya hemos referido la manera en que asistimos a una suerte de epílogo posmoderno de “La Rebelión de las Masas” escrito por Ortega y Gasset hace ya casi un siglo. 

Por último, los próximos comicios electorales en Ecuador, Argentina y Guatemala proyectan un panorama poco alentador. El asesinato de Fernando Villavicencio, el show de Javier Milei y el intento de la Fiscalía guatemalteca por bloquear judicialmente a Bernardo Arévalo para la segunda vuelta, son claros indicios de unas elecciones convulsionadas donde la sacrificada es la democracia y toda su institucionalidad. De todo lo anterior, no se salva ni los Estados Unidos.

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