De gira por Addis Abeba, en la 37° Cumbre de la Unión Africana, Lula da Silva dijo “Lo que está sucediendo en la Franja de Gaza y con el pueblo palestino no existe en ningún otro momento histórico. De hecho, existió cuando Hitler decidió matar a los judíos”.
De inmediato, Bibi Netanyahu le salió al paso a Lula y le dijo que había deshonrado la memoria de 6 millones de judíos asesinados por el nazismo y, a su vez, le recordó que debería avergonzarse de sí mismo por su abierto antisemitismo; en consecuencia, el canciller israelí, Yisrael Katz, lo declaró persona non grata.
Como suele ocurrir en estos casos, Israel llamó al embajador brasileño acreditado en Tel Avi, Federico Meer, para que diera explicaciones de lo dicho por el presidente brasileño en Etiopía. Brasil, hizo algo similar. Mauro Viera se reunió con el embajador de Israel, Daniel Zohar Zonshine, acreditado en Brasilia para expresarle la inconformidad por la reacción del gobierno de Netanyahu.
El hecho reviste alguna importancia para la simbología de la política internacional, en tanto que el llamado de los embajadores refleja una situación incómoda entre dos Estados, sin que por esto se pueda hablar de una ruptura en las relaciones diplomáticas entre Israel y Brasil.
Ahora, más allá del protocolo diplomático que demandan situaciones como esta, no sumamos al premier Netanyahu cuando dice que lo expresado por Lula es vergonzoso y grave toda vez que, por un lado, tiende a minimizar históricamente el holocausto nazi contra el pueblo judío y, por el otro, en maximizar la legítima defensa que viene haciendo Israel contra los ataques sufridos, el 07 de octubre, por el grupo terrorista Hamás. Ambos escenarios tienden a distorsionar, desafortunadamente, la verdad histórica y la someten a dictados ideológicos.
Es más, durante la reunión de cancilleres del G-20, en Rio de Janeiro, el mismo Mauro Viera dijo que “Brasil no acepta un mundo en el que las diferencias sean resueltas por el uso de la fuerza militar” pero, todos sabemos que Lula no ha sido capaz de decirle lo mismo a Putin y menos en condenar a Hamás por el ataque terrorista del 07 de octubre. Parece que, a muchos de estos izquierdistas anacrónicos, les incomoda el uso de la fuerza legítima y les complace más el uso del terror como arma política.
En efecto, muchos analistas partidarios de Lula y del PT, han dicho que estas palabras del canciller Vieira están orientadas principalmente a promover la paz y no a otra cosa diferente. Lo que no resulta cierto porque si así fuera, condenarían igualmente a Hamás —y a su promotor Irán— o rechazarían el genocidio contra el pueblo ucraniano a manos de Putin. Muchos sabemos, de sobra, que tras la envoltura de la etiqueta “paz” la izquierda ha querido ocultar los más grandes crímenes cometidos por sus pontífices y que, con esto, han logrado legitimarse muy a pesar de apoyar causas más atroces de las que tanto condenan.
Desatada, en consecuencia, la tormenta diplomática por la inoportuna, ofensiva y hasta cínica declaración de Lula, el Secretario de Estado, Anthony Blinken, aterrizó en Brasil para la reunión del G-20 y de paso hablar con el líder de Planalto. Como era de esperar, de acuerdo con su talante y buenas maneras, Blinken apeló a la sensatez para no escalar la tensión entre Tel-Aviv y Brasilia. Sin embargo, horas atrás el mismo portavoz de la secretaria de Estado, Matthew Miller, se había desmarcado de la posición de Lula y le había anunciado a Itamaraty la posición de Washington frente a la reyerta. En Brasil, Blinken lo ratificó y fue enfático al decir que en Gaza no se viene presentando genocidio alguno, tal como vienen desinformando desde varios rincones del mundo.
Claramente, Netanyahu hace lo correcto en salir a defender tanto a Israel como a los judíos en medio de la guerra (y la impopularidad) por la que atraviesa, lo que si resulta difícil de entender es que Lula insista, para fines de política interna, en una serie de erráticas declaraciones que afecta la gestión de sus intereses conforme a la estrategia que han diseñado, en Itamaraty, tanto Celso Amorim como Mauro Viera.