Yo me gané el Baloto

Mié, 14/09/2011 - 11:02
Esa mañana me levanté muy temprano. El cansancio del día de trabajo anterior en el municipio de El Paso en Cesar, el estresante viaje de regreso a Barranquilla, las preocupaciones y las cuentas por
Esa mañana me levanté muy temprano. El cansancio del día de trabajo anterior en el municipio de El Paso en Cesar, el estresante viaje de regreso a Barranquilla, las preocupaciones y las cuentas por pagar no me permitieron tener un sueño reparador. El pago quincenal aún estaba lejos y mi nevera parecía una fuente, sólo luz y agua. El cachaco de la tienda de la esquina ya no aguantaba un fiado mas, así que me tocó desayunar un tinto con “pan peao” bajo la promesa fiel de pagarles la próxima semana a los respectivos vendedores ambulantes. Al llegar a la oficina todos hablaban de forma eufórica referente a que se habían ganado el Baloto y de inmediato recordé el boleto que compré el día anterior estando de correría por el pueblo cesarense. “Quien quita que lo compre y de Paso me lo gane”, pensé al momento de adquirirlo. Hurgué en mi billetera y encontré el boleto haciéndole compañía a un triste billete de dos mil pesos y una estampita del divino Niño. Pregunté por los números ganadores y al ir leyendo los números uno por uno y ver que iban coincidiendo con los míos mi corazón se aceleraba y quería estallar, no sabía qué hacer. Cuando terminé, los leí tres veces más para estar completamente seguro. No lo podía creer, yo que toda mi vida había sido más salado que panti de sirena ahora resulta que me gané el Baloto con $74.000.000.000 de pesos. Casi me da un soponcio, un chiriqui, un patatus, un yeyo, todo en un mismo segundo. Comprobé por última vez el número del sorteo y todo coincidía, tomé fuerzas de donde no las tenía para mantener mi aplomo, nadie podría saber la noticia o en unos cuantos minutos estaría recibiendo un mensaje de texto de las FARC pidiéndome la respectiva vacuna. No en vano el nuevo slogan de la lotería es “Juegue Baloto, cómprelo, gánelo y PIERDASE”. Lo primero que hice fue llenar mis datos al respaldo del boleto, ¿qué tal que se me pierda y alguien más lo cobre? No podía dar esa papaya. Luego tomé mis pocas pertenencias, las tiré en una pequeña caja de cartón y salí por la puerta de la oficina, no sin antes escuchar a mi insoportable jefe decir “Antonio, ¿a dónde vas?, vuelve de inmediato a tu puesto”. Yo, sin detenerme ni voltear a mirarlo y con un caminar pausado pero seguro alcé mi mano derecha y le mostré mi dedo anular y continué con rumbo desconocido. Al llegar a mi casa, mi esposa se sorprendió de verme y le dije “mija, empaca tus cosas, me gané el Baloto”. Ella emocionada me respondió “¡mi amor que dicha!, ¿y qué empaco?”. Mi respuesta la sentenció “¡lo que sea, pero te me largas YA!”. Ya no tendría que conformarme con las vacaciones en las playas de Salgar, un corrientazo de $4.000, rumbas con guaro y mi mujer. De ahora en adelante tendría al mundo a mis pies, mi vida giraría en torno a viajes por el mundo, exquisitos manjares, finos licores y las mujeres más hermosas del planeta. El paso siguiente fue reclamar el premio y para eso me dirigí a la empresa ETESA en compañía de mi abogado, un calanchín desempleado y amigo de toda la vida que pasaba sus horas frente al Centro Cívico buscando cualquier maraña. Muchos me miraban con alegría, otros con suma envidia y algunos con cara de pocos amigos. En total me descontaron la bobadita de $23.000.000.000 por concepto de impuestos de la salud, patrimonio y ganancia ocasional. Pero, que carajos, a mi nombre quedó la extravagante suma de $51.000.000.000. Con esa plata le cambiaría la vida hasta a mis vecinos. ¿Y ahora qué hago con tanto dinero?, recordé que años atrás cada vez que compraba la lotería hacía varias promesas: "Si me gano la lotería voy a acabar con el hambre en la ciudad y en el África. No va a haber un niño pobre que se acueste con el estómago vacío. Le voy a dar tanto dinero a las iglesias, tanto a las fundaciones de caridad, tanto a cada uno de mis doce hijos, tanto para la educación de mis 28 nietos y lo que me quede es para mi mujer y yo darnos vida de reyes". Lo otro era la oración que rezaba cuando el Baloto estaba grande: “Señor (de rodillas implorando a Dios), si me das los números ganadores, prometo velar por los huérfanos, los desamparados, los ancianos asilados, los refugiados en Bosnia y Palestina; llevaré agua potable a todos los lugares de la tierra, encontraré una cura para el SIDA, el catarro, ...". Claro que pensándolo bien, ¿por qué he de quitarle la responsabilidad de solucionar estos problemas a los gobiernos? Bueno, volviendo a mi realidad lo primero que hice fue matar una cuantas culebritas, no me gusta estar debiéndoles a los más pobres que yo. ¡Y el resto que se esperen! A mis padres les compré una casa bien chancletúa como la de los egipcios, igual a la que le iba a regalar “ el flecha” a su madre el día que se convirtiera en champion boxeador y una cuenta bancaria con muchos ceros a la derecha con la única condición de que no le dijeran a nadie de la procedencia de dicho dinero. Mas tardé en decirlo que en recibir las primeras llamadas de varios primos, tías, cuñadas y sobrinos a los cuales tenía meses y tal vez años sin saber de ellos, pidiendo la respectiva liga. A cada uno lo despaché a sus casas con un chequecito de cinco melones. Algunos de mis lectores no se quedaron atrás y también querían su respectiva tajada. Bueno, para aquellos que me motivaron a seguir escribiendo, a cada uno le di la suma de quinientos mil pesos en moneda contante y sonante. Para los que no les gusta mi forma de escribir y me han mencionado a mi señora madre, a esos sólo les dejé muchos recuerdos. Armando mis maletas para pisarme del país y refugiarme en una paradisíaca isla del Mediterráneo recibí una llamada en mi celular, era nadie más y nadie menos que Julio Sánchez Cristo de La W. No sé cómo diablos averiguaron mi teléfono pero su laboriosa mesa de trabajo me ubicó y de inmediato Julio lanzó su sesuda pregunta: “¿Señor don Antonio, cuéntenos cómo escogió los números y qué se siente ser multimillonario?”, mientras pensaba en la respuesta (los cinco primeros números por las fechas de cumpleaños de las mujeres que han pasado por este pecho y el último mi edad) me invadió el deseo de revancha en nombre de todos los colombianos que todas las mañanas llaman a su emisora y les cortan la llamada sin poder decir todo lo que querían entonces le respondí: “Claro que si Julito, los números los escogí por las… que pena, llámame otro día que me está entrando una llamada muy importante”, y sin decirle más, le tiré el teléfono. Ah, esto de ser millonario me está gustando. Continué en la ardua labor de hacer maletas pero de repente me detuve y de un tiro vacié todo su contenido, nunca más necesitaré esos chiros viejos, ahora me vestiré con las marcas exclusivas de los diseñadores mejor cotizados del mundo. Ya iba saliendo al aeropuerto cuando me entró otra llamada, esta vez era Vicky Dávila con su vocecita de yo no fui. ¡Qué vaina, los pobres como nos joden la vida a los ricos! A “Vickita” la despaché en dos patadas, después de su “saludito” y su “abrazito” le dije que no tenía tiempo para entrevistas de ningún tipo. Todo estaba claro, medio país ya lo sabía y el resto estaba por enterarse. La noticia pasó las fronteras colombianas y tras mi negativa a dar declaración alguna, el famoso y laureado canal internacional NTN24 en inglés quiso entrevistar a mi íntima amiga Carolina Cruz para preguntarle acerca de mí. Ella, con su inglés casi nativo aprendido en Open English (fluidez garantizada) respondió: “He is a very happy person… and the Baloto”. Gracias Carito, esas pocas palabras me definieron de pies a cabeza. Antes de partir quise dejarle un regalo a mi Barranquilla querida y estuve a punto de comprar a Leo Messi para que jugara en el Junior pero me arrepentí. Seguramente el mejor jugador del mundo se convertiría en todo un paquete chileno al llegar al equipo tiburón como la mayoría de las estrellas que contrata nuestro amado onceno. Alcancé a imaginármelo con la camiseta rojiblanca haciendo una dupla perfecta con Giovanni en el gramado y con Bacca en las tabernas pero será mejor seguir disfrutando de su magia en el equipo culé. Ya en el aeropuerto me invadió la tristeza y la nostalgia. Ahora que soy multimillonario no sabré quienes son mis verdaderos amigos, todos tienen una sonrisa de oreja a oreja pero claramente se que todos están tras mi dinero. Nunca más podré volver a mi país sin el miedo a que me extorsionen o me secuestren. Ya no podré disfrutar de comerme un raspao de kola con leche en mitad de la calle para combatir el ardiente sol costeño. Me será imposible volver al estadio Metropolitano y sentarme en las gradas a mentar madre a diestra y siniestra y dando órdenes tácticas como si fuera el técnico del Junior. Todo esto será muy duro, mi vida cambiará por completo. ¡Tan rico que vivía cuando era pobre! Ni modo, que se le va hacer, estoy muy triste y desconsolado pero afortunadamente con plata todo pasa más fácil. Y a todos los demás decirles que qué le vamos a hacer, que quizás otro año… que lo importante es tener salud, ¿si o no? Antonio Javier Guzmán P. ajguz@yahoo.com Mi Twitter: @AJGUZMAN
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