Una cosa queda clara al ver Lo Imposible: la fragilidad de la vida humana va más allá de todo cuanto imaginamos; nada importan el dinero, las clases sociales ni las posesiones materiales. Solo la fortaleza, el amor y el carácter son un valor agregado cuando la naturaleza se rebela.
Tres personas son claves en Lo Imposible, y tal vez dos de ellos se hayan asegurado una nominación a los Premios Oscar (se anuncian mañana jueves 10 de enero). Por un lado el director español Juan Antonio Bayona (El Orfanato) quien ha ganado su ingreso a las grandes ligas del cine mundial, pese a que esta es solo su segunda película. Y luego están Naomi Watts y Tom Holland, quienes ofrecen interpretaciones viscerales y difíciles de olvidar.
La fortaleza de Lo Imposible está en la forma como se van tejiendo las relaciones entre los protagonistas y las decisiones que debe tomar cada uno de ellos: cada lágrima del espectador depende directamente de qué tan creíble es cada acción: ayudar a alguien, dar una caricia, confesar un miedo, dejar un lugar o simplemente dar un beso se convierten en hazañas gigantescas. Bien dice el dicho que en tiempos difíciles hasta un beso es un verdadero tesoro.
Lo Imposible está llena de sorpresas aunque todos sepamos de entrada lo que va a suceder: una familia se va de vacaciones y un tsunami arrasa la costa tailandesa después de navidad: muchos muertos y pocos sobrevivientes. Entonces ¿por qué nos gusta tanto y sufrimos minuto a minuto con los protagonistas? Todo se reduce a la humanidad y su instinto de supervivencia. En conclusión: nos identificamos con cada historia.
Las primeras sorpresas vienen de la relación entre el personaje de Watts (madre) y Holland (hijo). El carácter de cada uno, aunque diferente, va desde tonalidades fuertes hasta momentos de silencio que lo dicen todo ¿qué no haría una madre por su hijo? Una relación tan creíble en pantalla que nos hace sufrir, llorar y ser felices cuando ellos lo son; sobretodo si vivimos en países como Colombia donde nuestras madres arriesgan diariamente su vida por mucho menos.
Luego están los pequeños detalles: el inicio, de una calma y felicidad tan sospechosas que solo pueden ser el preámbulo de algo muy malo; el primer plano de los ojos de Naomi Watts que siempre trasmite su dolor y fuerza; los chistes sobre las actitudes heredadas por cada hijo; el instinto de supervivencia, aún cuando creemos que todo está acabado… hasta la vida; y las pequeñas colaboraciones de actores secundarios, si no ¿quién no perdió el corazón en la escena de la llamada? Lástima que, en general, Ewan McGregor no esté a la altura del resto del equipo: sólo él y la música representan puntos negativos para Lo Imposible.
Para finalizar: hermosa, sutil, conmovedora y llena de esperanzas la escena de Geraldine Chaplin, quien nos vuelve a sorprender bajo el mando de Bayona. Sospecho que el nombre de la película está inspirado en esa escena.
Para resaltar: ¡Bravo J. A. Bayona por la muchosidad con que creó el tsunami! ¡Bravo Naomi Watts y Tom Holland por sus actuaciones. Esperamos que le den a Naomi la nominación al Oscar que le quedaron debiendo cuando hizo King Kong!
Haga clic para ver el tráiler de Lo Imposible.
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Sobre el autor: “siempre he pensado que la vida es como una película: cada persona tiene su papel y cada canción nos recuerda algo (¿o a alguien?). Eterno aprendiz y crítico audiovisual que en los tiempos libres es Comunicador social”.
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